Estamos acabando el año y hacemos balance de la última temporada turística de verano, que ha sido muy satisfactoria; el trabajo muy hecho de la empresa turística, unida, desgraciadamente, a la situación de conflicto y caos que se vive en muchos países de la orilla mediterránea ha comportado que en los últimos años la industria turística a nuestro país se haya convertido en un verdadero motor activo de nuestra economía.
El turismo del futuro empieza hoy mismo; esta realidad nos obliga a averiguar cuáles son las características principales de este turismo para podernos adaptar al más rápido posible.
La evolución que en estos momentos está experimentando la industria turística –y que prevemos que se reforzará en los próximos años– está ligada estrechamente al hecho que los turistas no solamente tienen como objetivo conocer nuevos lugares, sino que van más allá: quieren VIVIR nuevas experiencias, no se conforman solamente a ser, sino que quieren SENTIR. Evidentemente, para el sector y la comunidad que los acoge supone un reto que implicará un esfuerzo más grande, pero sin duda el resultado se verá anchamente mejorado.
Uno de los pilares básicos que la industria turística tiene que tener en cuenta es la utilización de las nuevas tecnologías como herramientas de gestión y comunicación. La utilización del BigData , es decir, el estudio y utilización de la gran cantidad de datos que se pueden extraer de las redes sociales, permitirá tanto a las empresas como las entidades públicas conocer mejor las demandas de los viajeros y gestionar de manera conjunta con los diferentes actores de la industria cultural "cuando" y "donde" ofrecer las mejores experiencias que los turistas persiguen. El hecho de conocer de avance el comportamiento de los viajeros antes, durando y después de su estancia, permite tomar decisiones respecto de los ámbitos donde se tiene que actuar. Igualmente, la misma utilización de las redes sociales permitirá dar a conocer, de manera más eficaz, las bondades de la experiencia turística creada a cualquier viajero que esté dispuesto a dejarse seducir.
Otra de las novedades que ha llegado para quedarse y que está íntimamente ligada al uso de las tecnologías es la irrupción de las plataformas colaborativas: el impacto que ha tenido en el alquiler de vacaciones es el primer referente. Luchar contra el que impone la mayoría, a menudo, nos hace perder la batalla; el sector hotelero tiene que estudiar fórmulas imaginativas de cómo se puede adaptar en esta nueva situación y solicitar la colaboración de las diferentes administraciones para dotar de un marco de seguridad jurídica todos los operadores, en uno en torno a igualdad de oportunidades donde se preserve la legalidad de la prestación de servicios, al mismo tiempo que se preserva el derecho de los consumidores.
Finalmente, y no menos importante, es trabajar porque la actividad turística sea responsable con el entorno social y ambiental que lo acoge. Medir el éxito sólo por la rentabilidad económica de los operadores turísticos es no pensar en la continuidad del negocio. Es necesario añadir a la rentabilidad económica la rentabilidad social y ambiental, generada con el respecto a la cultura y las costumbres locales, como también el respecto a sus activos patrimoniales, tanto materiales como inmateriales, haciendo un uso eficiente de los recursos medioambientales y manteniendo los ecosistemas y los recursos naturales. No lo confundamos con una moda pasajera; aprovechamos el ejercicio 2017, Año Internacional del Turismo Sostenible, para conocer como podemos contribuir a hacer que nuestros nietos continúen trabajando en el mismo sector.
El turismo del futuro empieza hoy mismo; esta realidad nos obliga a averiguar cuáles son las características principales de este turismo para podernos adaptar al más rápido posible.
La evolución que en estos momentos está experimentando la industria turística –y que prevemos que se reforzará en los próximos años– está ligada estrechamente al hecho que los turistas no solamente tienen como objetivo conocer nuevos lugares, sino que van más allá: quieren VIVIR nuevas experiencias, no se conforman solamente a ser, sino que quieren SENTIR. Evidentemente, para el sector y la comunidad que los acoge supone un reto que implicará un esfuerzo más grande, pero sin duda el resultado se verá anchamente mejorado.
Uno de los pilares básicos que la industria turística tiene que tener en cuenta es la utilización de las nuevas tecnologías como herramientas de gestión y comunicación. La utilización del BigData , es decir, el estudio y utilización de la gran cantidad de datos que se pueden extraer de las redes sociales, permitirá tanto a las empresas como las entidades públicas conocer mejor las demandas de los viajeros y gestionar de manera conjunta con los diferentes actores de la industria cultural "cuando" y "donde" ofrecer las mejores experiencias que los turistas persiguen. El hecho de conocer de avance el comportamiento de los viajeros antes, durando y después de su estancia, permite tomar decisiones respecto de los ámbitos donde se tiene que actuar. Igualmente, la misma utilización de las redes sociales permitirá dar a conocer, de manera más eficaz, las bondades de la experiencia turística creada a cualquier viajero que esté dispuesto a dejarse seducir.
Otra de las novedades que ha llegado para quedarse y que está íntimamente ligada al uso de las tecnologías es la irrupción de las plataformas colaborativas: el impacto que ha tenido en el alquiler de vacaciones es el primer referente. Luchar contra el que impone la mayoría, a menudo, nos hace perder la batalla; el sector hotelero tiene que estudiar fórmulas imaginativas de cómo se puede adaptar en esta nueva situación y solicitar la colaboración de las diferentes administraciones para dotar de un marco de seguridad jurídica todos los operadores, en uno en torno a igualdad de oportunidades donde se preserve la legalidad de la prestación de servicios, al mismo tiempo que se preserva el derecho de los consumidores.
Finalmente, y no menos importante, es trabajar porque la actividad turística sea responsable con el entorno social y ambiental que lo acoge. Medir el éxito sólo por la rentabilidad económica de los operadores turísticos es no pensar en la continuidad del negocio. Es necesario añadir a la rentabilidad económica la rentabilidad social y ambiental, generada con el respecto a la cultura y las costumbres locales, como también el respecto a sus activos patrimoniales, tanto materiales como inmateriales, haciendo un uso eficiente de los recursos medioambientales y manteniendo los ecosistemas y los recursos naturales. No lo confundamos con una moda pasajera; aprovechamos el ejercicio 2017, Año Internacional del Turismo Sostenible, para conocer como podemos contribuir a hacer que nuestros nietos continúen trabajando en el mismo sector.
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