Electrificación, o cómo financiar el déficit presupuestario con subvenciones europeas

Hace unos días, el señor Wayne Griffiths dimitió de su cargo de presidente de ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones). El señor Griffiths es un alemán, nacido en el Reino Unido, consejero delegado de las empresas Seat y Cupra. Es, no hace falta decirlo, el máximo representante del grupo Volkswagen en Espanya.

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En la explicación de su dimisión no escatimó en transparencia -la que no emplea la prensa espanyola. Dijo, textualmente: "En diciembre renové como presidente de ANFAC porque el Gobierno (espanyol) se comprometió a ser un aliado del sector, y a poner en marcha rápidamente medidas concretas y eficaces. En el Foro ANFAC del pasado mes de febrero, el presidente del Gobierno (espanyol) también se comprometió a revisar el Plan MOVES y a impulsar la infraestructura de recarga. Estas medidas no han llegado. Y por eso estoy decepcionado, porque ahora toca acelerar, no frenar". Y añade: "Espanya debe mejorar la infraestructura pública de recarga y facilitar la compra de coches electrificados con un verdadero plan de incentivos fiscales que permita cobrar la ayuda en el momento de la compra". Pueden encontrar la información oficial de la dimisión aquí.

"En el Foro ANFAC del pasado mes de febrero, el presidente del Gobierno (espanyol) también se comprometió a revisar el Plan MOVES y a impulsar la infraestructura de recarga"

Este acto, el de dimitir de un cargo por incumplimientos de los que mandan y, además, hacerlo público, debería ser un ejemplo de transparencia y de portada en nuestros diarios. No ha sido así. No hace falta decir que un acto similar en cualquier país civilizado hubiera provocado un terremoto. Tampoco ha sido así. La sociedad espanyola vive informativamente estupidísima, en los limbos, en la más pura inopia. ¿Qué se esconde detrás de la denuncia del señor Griffiths? Miremos de hacer, antes, una introducción de por qué se necesitan acciones económicamente estimulantes para la electrificación de la movilidad.

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La situación del coche eléctrico es un claro ejemplo de los peligros de un entorno económico deflacionista. La deflación es peligrosísima. Si los precios bajan, ¿por qué tengo que comprar cosas hoy? Mejor me espero. Y así baja el consumo y la economía aún va peor. El coche eléctrico sufre de este mal, pero en versión doble. Por un lado, el precio. El consumidor observa que el precio del coche eléctrico es, aún, superior al precio del modelo equivalente con motor de explosión. Por lo tanto, el consumidor espera a que baje de precio. Además, la tecnología avanza y los coches que saldrán dentro de un tiempo habrán solucionado parte de los hándicaps que hoy presentan los coches eléctricos, sobre todo en lo que respecta a las baterías. En resumen, la posición razonada y cómoda es: me lo compraré más adelante. Pero, claro, si las ventas no tiran, entonces ni las bajadas de precios ni las inversiones en avances tecnológicos tampoco tienen lugar. Como digo, un claro ejemplo de situación deflacionista.

"La situación del coche eléctrico es un claro ejemplo de los peligros de un entorno económico deflacionista"

Es por esto que, entre otras cosas, la Comisión Europea decidió poner en marcha el programa NextGen. Y le asignó a Espanya 70.000 millones en subvenciones -dinero a no devolver-. Una parte de este dinero era para subvencionar la compra del coche eléctrico. En la mayoría de países, los gobiernos han puesto en marcha subvenciones para la adquisición del coche eléctrico para salvar uno de los hándicaps que he mencionado: el económico. Le vienen a decir al ciudadano, aproximadamente: “Cómprate el coche eléctrico, ya que, al menos, no te sale más caro que el equivalente de combustión”. Pero en Espanya, siguiendo la rancia tradición del engaño de estética Lazarillo de Tormes, no se han utilizado los fondos con este propósito. Hice una explicación comparativa en el artículo Coches eléctricos: ¿qué nos está pasando?

La realidad es bastante simple. En el resto de países de la UE, el vendedor del coche ya descuenta la subvención. Para el consumidor es fácil: el coche que comprará es más barato que el precio de compra marcado. En Espanya no es así. Tienes que comprar el coche al precio de mercado que está marcado y hacer una solicitud de subvención que tarda meses y que no es seguro que te la den. Para completar el sainete, el gobierno espanyol se ha ingeniado una trampa, un engaño, una picaresca, vaya. La subvención te la da -si finalmente te la otorgan- en bruto. Se tiene que declarar como ingreso. Recibes menos y así el estado tiene unos ingresos, por lo que, se suponía, era una subvención. Y, mira por dónde, así reduce el déficit presupuestario. Todo típicamente adornado con la irregularidad que caracteriza la estafa made in Spain.

"En el resto de países de la UE, el vendedor del coche ya descuenta la subvención"

El señor Griffiths ha sido moderado. Simplemente, se ha limitado a decir, eso sí, claramente “… (Espanya tiene que) facilitar la compra de coches electrificados con un verdadero plan de incentivos fiscales que permita cobrar la ayuda en el momento de la compra”. No ha dicho que el gobierno espanyol -sin que la Generalitat, colaborador en la estafa, lo denuncie adecuadamente- es un tramposo. Pero ha llevado a cabo un gesto, dimitir, que no es otra cosa que una denuncia ante Bruselas y que tendrá repercusión, seguro. Por eso lo ha hecho. La sociedad espanyola, la catalana, es tan perezosa que, incluso, tiene que esperar a qué los venidos de fuera protesten en nuestro lugar. Quedaremos atentos a ver los resultados.

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