El pasado 31 de octubre se celebró el Día Mundial del Ahorro, pero al Estado español todavía nos cuesta destinar una parte de nuestros ingresos a la hucha. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) calcula que la tasa de ahorro de los hogares españoles se sitúa por debajo del 5% de los ingresos totales, una cifra muy lejana de la media de la zona euro, donde oscila entre el 10% y el 16%.
La reactivación del consumo por parte de los hogares después de la crisis económica tiene efectos positivos para la macroeconomía. Sin embargo, en el ámbito de la microeconomía de las finanzas personales, conviene recordar una serie de pautas porque el consumo se haga de manera responsable y proporcional al nivel adquisitivo de las familias y evitar así caer en errores del pasado.
Cada persona tendría que reservar un 10% de sus ingresos totales al ahorro
- Destinar al pago de deudas menos del 30% de los ingresos. Cuando una persona destina más del 30% de los ingresos al pago de deudas, excluyendo las hipotecas, se encuentra técnicamente sobreendeutat. Esto se traduce en una dificultad más grande de afrontar los pagos y deja un escaso margen de actuación en caso de que se produzca un imprevisto.
- Guardar a primeros de mes una cantidad para el ahorro. Un error básico es decidir el dinero a ahorrar a final de mes. El optimismo nos juega malos pases y nunca deja sois disponible cuando llega el día 30. La regla clave consiste en el 70-30, donde el 70% de los ingresos se destina a gastos fijas como la vivienda, la educación o el transporte, y el 30% restante a gastos variables como el pago de deudas, entretenimiento y ahorro, que tendría que suponer un 10% de los ingresos.
- Establecer un límite de gastos. La planificación es fundamental y por eso es útil anotar las diferentes categorías de gastos, especialmente aquellas relacionadas con el ocio, las compras del día a día o caprichos. De este modo, establecemos límites y, al menos, seremos más conscientes de donde va a parar nuestro sueldo y donde tenemos que recortar para mejorar la salud de nuestra economía.
- Ahorrar el suficiente para vivir dos meses sin trabajar. Una buena medida para comprobar que tenemos un nivel de ahorro adecuado es calcular la cantidad que necesitaríamos para vivir dos meses sin trabajar. Conviene tener este dinero reservado, como un fondo destinado exclusivamente a emergencias.
- Utilizar las tarjetas de crédito con prudencia. El primer error que cometen las personas que tienen tarjetas de crédito es verla como un excedente de su ingreso. Es entonces cuando se empieza a generar el efecto bola de nieve: se pide una segunda tarjeta o incluso una tercera o un préstamo personal para hacer frente a la deuda.
- Evitar compras a plazos. Aunque sea tentadora la idea de financiar cómodamente nuestras compras más caras, tenemos que procurar hacer un uso responsable de la compra a plazos aprendiendo a utilizar el crédito. Además de asumir intereses en muchos casos, el pago a plazos nos hace minimizar el impacto que tendrá aquel gasto en nuestra economía.
- Utilizar comparadores. Antes de comprometernos con un gasto, sea un seguro de cualquier tipología o un viaje, es recomendable utilizar herramientas tecnológicas para comparar opciones y elegir aquella que más se adapte tanto a nuestras necesidades como nuestra capacidad adquisitiva.
- Traer un control de los gastos. Apuntar cada gasto en una libreta o en un documento Excel o emplear alguna herramienta online puede ser una buena manera de traer un control de nuestros movimientos y tener un mejor conocimiento de nuestras finanzas.