Liderar es conseguir que otras personas sigan tu forma de hacer, de proceder, de pensar y de sentir, a través de abrir un camino, recorrerlo y mostrarlo. En síntesis: el liderazgo, eres tú. Tú obras un camino, una forma de hacer y de pensar, fijas unos valores fundamentales para tú y tu empresa. No importa si son estándares o alternativos. Tú haces camino, y por eso eres el ejemplo a seguir. No sirve lo "hiciera el que yo dique y no el que yo haya". Esto tan sólo sirve para mandar bajo la potestad del cargo. Puede ser que tengas esta potestad, pero para dirigir necesitas, además, liderazgo. Tú muestras el camino, lo explicas, lo comunicas, aportas los beneficios de andarlo (para llevar y largo que sea) y pones los medios porque, quienes quiera, te siga. Siguiendo estas premisas, hay tres grandes características que definen la capacidad de liderazgo:
- La claridad.
- La ejemplaridad.
- La simplicidad.
La claridad se refiere a los motivos por los cuales escoges un camino y no otro, cuál es la finalidad que persigues, qué valores sustentan esta decisión, como se refleja en el día a día a cada una de las actividades de la empresa: desde una reunión con tu equipo, hasta una campaña de publicidad; desde la distribución y decoración de tu oficina hasta las condiciones de trabajo de las personas que trabajan contigo.
En este punto es muy útil recurrir a el ejemplo de Simon Sinek y su círculo de oro. El porque es el propósito, el cómo son los valores y lo qué, el que realmente se hace.
La claridad del camino es el punto principal para que tu liderazgo sea efectivo. La ambigüedad no genera seguidores.
La ejemplaridad es el aspecto más obvio y quizás también el más controvertido. El más obvio porque si no eres tú la referencia, quién lo será? Y el más controvertido porque muchas veces hay una falta de coherencia entre lo que se dice y el que se hace. La falta de coherencia que se intenta explicar o justificar por las circunstancias del momento, de la coyuntura o de la excepcionalidad. Y esto está bien, siempre que sea aplicable a todas las personas de tu equipo, a las personas que quieres que te sigan. La ejemplaridad significa que, si tú puedes hacer excepciones, los otros también.
Es este aspecto, el de la ejemplaridad, el que derroca muchos liderazgos. Lo hemos visto en la política, el deporte, en el mundo empresarial e incluso en las relaciones sociales y en las familiares.
Liderazgo en la empresa
En el caso de la empresa, esta ejemplaridad tiene que empezar desde dentro, desde el mismo núcleo, desde ti. Y esto tan sencillo de escribir es mucho más complicado de aplicar. Porque esta ejemplaridad no acabe yendo en tu contra, te propongo que reflexiones al respeto:
- En qué medida el camino que estoy abriendo y fijando, modifica mi forma de ser y/o actuar?
- Qué cambios tendría que hacer para ser un ejemplo a seguir? Tengo la disposición y motivación para llevarlos a cabo? Y la determinación?
- Antes de difundir este nuevo camino, he contrastado que yo sea un ejemplo a seguir?
Respondiendo estas tres preguntas sabrás si ha llegado el momento de comunicar, expandir, divulgar y hacer que las cosas pasen o, si por lo contrario, tienes que acabar de ajustar lo que dices de lo que haces, o, mejor todavía, lo que quieres hacer de lo que estás haciendo.
La simplicidad es el tercer aspecto fundamental del liderazgo, de hecho, es el que da sentido a la misma palabra. Cuando el camino está claro y tú eres el ejemplo a seguir, sólo queda demostrarlo, difundirlo, y facilitar que el resto del equipo lo pueda recorrer. En este momento es donde entra en juego la capacidad real del liderazgo. Conocer las personas de tu equipo y cuales son sus motivaciones, sus temores, sus aspiraciones y sus dificultades o posibles resistencias es la clave para que quieran seguirte y recorrer contigo este camino, desde la voluntad y no desde la obligación. Esta es la diferencia entre liderar y mandar, entre inspirar y obligar.
Este aspecto implica tener una serie de competencias muy desarrolladas: comunicación, persuasión, trabajo en equipo, visión global y estratégica... Estas competencias pueden verse potenciadas si, además, tienes carisma. De hecho, no es imprescindible, pero ciertamente ayuda. Si a estas competencias le añadimos el carisma, sólo falta completarlas con un conocimiento práctico de estilos de liderazgo (Lewin, Hersey y Blanchard, Goleman) y como ejercerlos.
"El liderazgo va de entender y apreciar las personas, empezando por ti"
La cuestión es que con todo este bagaje nos olvidamos del que es fundamental; de las personas que te seguirán, de tu equipo. Aquellas personas que, como tú, tienen sus necesidades, costumbres, ideas y su manera de vivir la vida.
De poco te servirá la capacidad de persuasión si no conoces la causa de la actitud de una persona de tu equipo y que puedes hacer para que la cambie. De poco te servirá saberte de memoria como aplicar el liderazgo situacional si no sabes elaborar un plan para que un equipo o un grupo de personas quiera seguirte.
De poco te servirá el carisma si las personas a quienes diriges se sienten inseguras. De poco te servirá comunicar perfectamente el camino a seguir, si no sabes como ayudar a quien tenga más dificultades.
Por eso es clave que antes de empezar a conocer y aplicar los innumerables métodos y técnicas de liderazgo, te hagas la siguiente pregunta: son las personas (clientes, proveedores, equipo) lo más importante por mí? Podría ser que no, que prefieras tener otro elemento de trabajo, y esto está genial. Entonces dedícate a la gestión, aquí es donde podrás aportar el mejor de ti. La gestión empresarial va de indicadores y de datos.
Se trata de tener iniciativa, ideas, incluso un plan, y pensar en las personas, en el equipo y verse al frente y dirigir. Pero dirigir ya implica algo más que la gestión, también incluye el liderazgo. Y, el liderazgo, va de entender y apreciar las personas, empezando por ti.