En un entorno económico-financiero como el actual, marcado por la gran complejidad, pero también por el aumento de la competitividad y el volumen de información financiera y no financiera disponible, el sector de la auditoría de cuentas y de la información financiera de nuestro país se encuentra en plena transformación en torno a unos fenómenos –crisis pandémica, globalización y transformación digital, por citar solo los más importantes– que han redefinido la naturaleza de la actividad. Valga un dato para poner en contexto esta constatación: el equivalente al volumen de información digital producido desde los orígenes de la humanidad hasta 2003 se generaba cada dos días en 2017.
Priorizar y ganar en el entendimiento de esta información completa y fiable resulta fundamental para que se convierta en útil, comprensible e integrada. Mayor alcance implica más conocimientos y una responsabilidad mejor definida, lo que redunda en un aumento del valor añadido (descriptivo y predictivo) de los informes de auditoría.
Para que sea exitosa, esta transformación digital debe llevarse a cabo en todos los niveles. No se trata solo de cambiar las herramientas informáticas, sino también de mejorar la cultura digital propia. Las nuevas tecnologías nos llevan a establecer nuevos modelos y metodologías de negocio, a dotar al conjunto de trabajadoras y trabajadores con nuevas habilidades, implantar nuevos sistemas de comunicación multicanal con disponibilidad 24/7 (y con enfoque en el cliente) o rediseñar los servicios, procesos y estrategias. Y es precisamente la tecnología el medio para lograr la transformación DAI (Digital, Automatizada e Inteligente) de la auditoría y, de esta manera, reducir los riesgos en requisitos normativos y ganar seguridad a través de una metodología estandarizada.
"No se trata solo de cambiar las herramientas informáticas sino también de mejorar la cultura digital propia"
La automatización de auditorías con software DAI permite que estas sean más rápidas y más inteligentes, al mismo tiempo que se reduce el riesgo de error y se mejora el alcance, calidad y eficiencia. Aquí no vale centrarse solo en software que, como es el caso de los RPA, automatizan o robotizan procesos tradicionales, sino que hay que emplear herramientas que modifiquen y agilicen estos procesos. El uso de programas informáticos inteligentes supone también una nueva herramienta para facilitar y agilizar la detección del fraude, un aspecto de especial interés tanto para firmas del sector de la auditoría como para entidades financieras.
Esta transformación digital, automática e inteligente de la auditoría se presume un elemento esencial en su proceso continuo de modernización. Ha llegado el momento de mirar más allá del balance y de la cuenta de resultados de una empresa, siempre que hay otros elementos que, sin duda, influyen en sus resultados, en su funcionamiento o en su propia supervivencia. Informes analíticos con KPI automatizados, auditorías fiscales detectando errores en aplicación u omisión de impuestos en facturas contables o tests de fallida y predicción de insolvencia, nos ayudan a tener una visión de mayor alcance y profundidad y se revelan como un paso necesario para entender en su plenitud un mundo empresarial condicionado por múltiples dimensiones y riesgos derivados.
La realidad es, ya no lo cuestiona nadie a estas alturas, que el futuro y presente de la auditoría pasa por reforzar el papel del auditor, dotándolo de nuevas habilidades, por lo que este debe adaptar su actividad a un contexto más complejo y digital. Queda atrás la época de las calculadoras. Ahora debemos prepararnos para un presente y futuro no muy lejano en el que será innecesario dedicar más tiempo al análisis de los datos financieros y a la realización de pruebas detalladas de las transacciones.
"Ahora debemos prepararnos para un presente y futuro no muy lejano en el que será innecesario dedicar más tiempo al análisis de los datos financieros y a la realización de pruebas detalladas de las transacciones"
En su lugar, será necesario comprobar los algoritmos y parámetros establecidos en los sistemas artificialmente inteligentes que serán responsables de este trabajo, y enfocarnos en utilizar la intuición y el juicio profesional a fin de lograr conclusiones válidas.
De forma habitual, las empresas de auditoría han ido contratando personas que disponen de antecedentes financieros. Sin embargo, el nuevo paradigma tecnológico obliga a poner el foco en aquellas personas que sean especialistas en el análisis de datos y que cuenten con habilidades de ingeniería de IA. Y, seguramente, también psicólogos y especialistas en comportamiento.
En definitiva, el auditor y la auditora del futuro seguirán siendo personas. Pero contarán con el apoyo de colegas y sistemas inteligentes con toda una nueva gama de capacidades. La auditoría vive una transformación en nuestro país, sí, y nosotros también debemos hacerlo con ella.