El otro día, un empresario "jubilado" me dijo: "Tienes que escribir sobre cómo vivir una nueva etapa sin ir a la fábrica cada día del año".
Uno de mis primeros clientes me explicó que estaba jubilado y que la empresa la llevaban sus hijos, los cuales no acababan de entenderse. Durante la primera visita en la fábrica, mientras estaba en la sala de espera, vi un despacho de donde no paraba de entrar y salir gente. Resulta que era el despacho del padre, con la mesa y las estanterías llenas de papeles.
Un empresario de éxito puede tener muy fácilmente adicción al trabajo y ser un workaholic. Lleva toda la vida dedicándose a una cosa que le gusta y para la cual tiene traza. Beethoven no dejó de componer música hasta que traspasó. Picasso y Miró pintaron con un pincel en la mano hasta el final. Mick Jagger (81) todavía llena estadios, y Warren Buffett (94) continúa liderando Berkshire Hathaway.
La esperanza de vida es cada vez más larga y, además, en condiciones intelectuales y físicas mejores que las de generaciones anteriores. Jubilarse es un hecho administrativo que consiste en pasar de cotizar a la Seguridad Social a recibir una pensión. Jubilarse no quiere decir necesariamente pasar a la inactividad física o al encefalograma plano. Una de las cuestiones que hay que responder es "¿que haré?".
Lo primero que tiene que hacer el empresario es planificar con antelación su relevo. Relevo quiere decir cohabitación —no siempre fácil— entre predecesor y continuadores. Continuadores en plural, porque hay diferentes relevos que pueden recaer en diferentes personas: relevo en la dirección, en el gobierno y en la propiedad. La recomendación es espaciarlos temporalmente.
Jubilarse es un hecho administrativo que consiste en pasar de cotizar a la Seguridad Social a recibir una pensión; no quiere decir pasar a la inactividad física o a la encefalograma plano
Dejar gradualmente la gestión del día a día de la empresa es el que hacen más de uno de mis clientes: cada seis o doce meses reducen un día su asistencia semanal en el centro de trabajo. ¿Y qué hacen con el tiempo libre? El golf solo no llena todo el tiempo. Hay quien dedica parte del tiempo a actividades sociales como Cáritas o el Banco de Alimentos. Algunos crean nuevos negocios no competitivos; en un caso, un huerto hidropónico con unos cuantos empleados. También conozco alguien que continúa yendo a la fábrica cada día a hacer el mantenimiento de las máquinas originales, que ya pocos técnicos saben hacer. Hay quienes se dedican a potenciar el patrimonio, a hacer consultoría y/o formación como sujetos activos o pasivos (Miguel Ángel Gallo se sacó el grado de Bellas Artes con 90 años).
Si el predecesor visita a menudo la empresa, es fácil que los empleados le hagan consultas o le pidan opinión, y, si este contradice lo que ha dicho el continuador, ¿a quién harán caso? ¿Al hijo o al padre jubilado, posible accionista mayoritario y quizás fundador? Concretamente, conozco el caso de un hijo que reunió a los directivos y les dijo: "Escuchad a mi padre y tomad buena nota de todo lo que diga, porque sabe mucho; pero el primero que me diga que ha hecho algo porque lo ha dicho él, será despedido".
Los conocimientos y la experiencia del empresario se pueden aprovechar en el gobierno de la empresa propia —o de otra—, es decir, en la decisión de la estrategia de la empresa y el control de la dirección. Se tiene que ser muy disciplinado para no entrar en el terreno de juego del día a día de la empresa que se ha dirigido con éxito durante muchos años. La presencia de independientes calificados en el gobierno ayuda.
Para dar un paso al costado se tiene que ser muy valiente y generoso. No hay soluciones mágicas y universales; cada cual tiene que encontrar su camino.