Volvemos al tema de los pisos y la dificultad para acceder a ellos vía alquiler. Sin embargo, hoy no insistiré en mi punto de vista, sino que os contaré un par de anécdotas: una personal y una que nos llega de la India. Y todo ello para hablar de la "ley de las consecuencias no intencionadas" (en inglés, "law of unintended consequences"), un concepto económico-social francamente interesante.
El concepto fue introducido formalmente por el sociólogo Robert K. Melton que en varios estudios académicos sugería la posibilidad de resultados no previstos frente a las intenciones de un agente social. Dicho de otro modo, cualquier acción humana, especialmente las que afectan a un colectivo extenso, puede tener consecuencias inicialmente no contempladas. Voy a intentar hacerlo más fácil con un par de ejemplos.
Un caso clásico de la ley de las consecuencias no deseadas es el ”efecto cobra”, una anécdota que nos llega de la India colonial. Ante el problema que suponía una población excesiva de cobras, el gobierno británico ofreció una recompensa por cada cobra muerta con el objetivo de reducir su número. Con este incentivo, algunos ciudadanos empezaron a criar cobras para matarlas posteriormente y obtener la recompensa. Cuando el gobierno canceló el programa de recompensas, las cobras fueron liberadas y el problema fue aún mayor.
Llegados a este punto, muchos os preguntaréis si no os habéis confundido de artículo. En teoría debíamos encontrarnos aquí para hablar de inmuebles e inversiones. No hay problema, ahora nos ponemos. Llegamos así a la segunda anécdota que quería exponer, una anécdota personal que supone un ejemplo clarísimo de las consecuencias no deseadas:
Un par de semanas antes del parón navideño, hice una llamada de seguimiento a uno de mis clientes. Le comentaba que, revisando mis notas del último encuentro (unos meses antes), veía que desestimaba seguir invirtiendo en el sector residencial, puesto que tenía una exposición considerable en esta tipología de inmuebles. En resumen, lo que llamaríamos wait and see. Le pregunté si tenía intención de mantener esa posición. Su respuesta me descolocó: “No”.
Mi desconcierto duró dos segundos, hasta que me argumentó su negativa: no, no mantenemos la estrategia. Hemos decidido venderlo todo. Es decir, en cuestión de meses pasó de ser inversor en el sector residencial (con un porfolio importante de pisos destinados al alquiler) a vendérselo todo (pasando así todos estos pisos de alquiler a nuevos propietarios que lógicamente no los alquilarán). Por decirlo de forma clara y rotunda, las acciones llevadas a cabo por las administraciones para fomentar el mercado de alquiler han conseguido que este cliente (y muchos otros) vayan retirando del mercado de alquiler cada vez más pisos.
"Las acciones llevadas a cabo por las administraciones para fomentar el mercado de alquiler han conseguido que se vayan retirando del mercado de alquiler cada vez más pisos"
No solo ese cliente u otros grandes tenedores han decidido desinvertir en el sector residencial y vender todo su stock de pisos. Si este goteo de deserciones en el sector ya es bastante grave de cara a la oferta de pisos de alquiler, imaginaos qué pasará cuando vencen los contratos de los pisos que grandes fondos de inversión tienen en régimen de alquiler en Catalunya. Hace unos días la prensa especializada se hacía eco de ello y las perspectivas no son muy alentadoras: centenares y centenares de pisos de alquiler pasarán al mercado de compraventa.
Aquí podría terminarse el post de hoy, reflexionando sobre las consecuencias no deseadas del tope de renta en el mercado de la oferta de pisos de alquiler. Pero permitidme que comparta con vosotros la duda que tengo: ¿son consecuencias no deseadas o a alguien ya le va bien que el problema no se resuelva? Ahí lo dejo...