La relación de la monarquía británica con los medios es un caso digno de estudio. No me refiero a revistas, tabloides o programas del corazón sino con los medios con mayúscula —radio, cine, televisión, prensa— y con sus tecnologías. Sin esta relación de ida y vuelta el panorama mediático actual y la imagen de la monarquía británica serían muy diferentes.
La BBC no habría sido el medio pionero que fue sin la inevitable relación con la familia real. La coronación de los padres de la reina Isabel II (ACS), el rey Jorge VI y la reina Isabel, el 12 de mayo de 1937 supuso un hito en la distribución de señal de televisión en eventos al aire libre. Las cámaras de la BBC salían de platós y palacios para cubrir el paseo real por las calles de Londres apenas seis meses después de su primera emisión.
Otro hito —también de ida y vuelta— la marcó Royal Family un documental coproducido por la BBC y la ITV de 110 minutos emitido por primera vez el 21 de junio de 1969. Equipos de televisión siguieron a Isabel II y al príncipe Carlos en sus actos oficiales. Viajes a Chile, Malta, Brasil y Cambridge; estancias en Sandringham, Balmoral, Windsor, Holyrood y Buckingham Palace; recepciones a embajadores y despachos con Harold Wilson; viajes con el avión real, el tren real y el yate real… Hasta 40 horas de metraje de lo que sería el trabajo de reina. Lo tenéis en YouTube.
Pero lo que verdaderamente cautivó a los 23 millones de británicos y los 350 millones de forasteros que en su momento vieron el documental —hoy son incontables— fueron los momentos de casa de la familia real, los momentos en los que tomaban té, se sentaban en el sofá de casa, miraban la tele o hablaban de minucias. Por primera vez los miembros de la familia real hablaban ante cámaras y micrófonos de manera espontánea, sin tenerlo preparado antes y revisado por asesores. En este sentido, la BBC también fue pionera de la reality TV, o si lo preferís, del formato mockumentary o docu-comedy como TheOffice .
Precisamente por esta proximidad buscada, el documental incrementó la popularidad de la familia real británica que buscaba encontrar el equilibrio entre la distancia que requiere la institución y la proximidad que pide el pueblo. En el nuevo panorama audiovisual que creaba la televisión, las cámaras actuaban a la vez como telescopio; haciendo visible aquello lejano —guerras, conflictos, desastres naturales, monarquías, etc.—, y como un microscopio; ampliando hasta el más mínimo detalle aquello próximo. Una familia real es por definición lejana, dejar entrar el microscopio a casa, por muchas condiciones de laboratorio que impusieran, no debía de ser fácil.
El documental mostró al mundo que la familia real también eran humanos y que hacían como todas las familias británicas. Claro que lo hacían en la "casa" de Shandrigham, una mansión de 4.000 metros cuadrados situada en unos terrenos de 8.100 hectáreas en Norfolk. Pero si obviamos este detalle, en esencia, ellos eran como nosotros.
El detalle de la casa no es menor. De hecho es mayor. Según el filósofo Byung-Chul Han: "Cada tipo de dominio tiene una política propia de visibilización. En el régimen de la soberanía, las escenificaciones ostentosas del poder son esenciales para la dominación."
La imagen es muy importante en la liturgia del poder, y los reyes sin su imagen no son nada
Todo el mundo puede beber té como la reina, mirar los Monty Python en la BBC como la reina, beber ginebra como la reina madre o hablar de fútbol. Pero solo si eres una reina lo puedes hacer en una mansión elisabetiana donde dos reyes han muerto y que tiene los cimientos en una antigua villa romana. La imagen es muy importante en la liturgia del poder, y los reyes sin su imagen no son nada. Una demostración de km0 de esta exhibición de poder la tenéis en el césped. El césped no produce nada y cuesta dinero de mantener. ¿De que sirve? Pues de símbolo de poder. En el siglo XVII se puso de moda ponerlo en los castillos franceses y británicos: si te podías permitir no dedicar los alrededores de tu castillo a cultivar patatas y verduras y encima te costaba dinero quería decir que ibas reluciente de cartera.
Midiendo los alrededores de la mansión con Google Earth me sale que Shandrigham tiene alrededor de 1.231.167,22 m² de césped.
La reina Isabel II (ACS) supo transitar de manera magistral la fina línea que separa la vida pública institucional y la vida privada en uno entorno de telescopios y microscopios televisivos. Recordamos que tuvo que gestionar aquel Annus Horribilis de 1992 con las separaciones de los hijos y las tensiones conyugales entre Lady Di y el actual rey Carlos III, la crisis de reputación derivada de la muerte de Lady Di en 1997 y las últimas acusaciones de racismo hacia la familia real de la joven del actual rey Megan Markle. En todo momento supo mantener la liturgia del poder mostrando el "césped" cuando tocaba.
En todo momento supo mantener la liturgia del poder mostrando el "césped" cuando tocaba
Hoy ya no vivimos en la sociedad de la imagen que Isabel tan bien gestionó sino que vivimos en una sociedad de la información, en un régimen que Byung-Chul Han califica de Infocracia. La sociedad actual no es una sociedad del espectáculo sino una sociedad de la vigilancia, una sociedad donde todo se ha volteado: hoy los poderosos no son visibles y en cambio somos los súbditos los que somos siempre visibles, aunque no queramos.
Diría que a Carlos III le costará más gestionar esta sociedad donde no es más poderoso quién puede enseñar más césped en la tele sino quien más servidores tiene. Servidores en el sentido de datos, no en el sentido monárquico.