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Embotits Mallart: un renacimiento con esencia

27 de Diciembre de 2021
Act. 20 de Enero de 2022
Xavier López | VIA Empresa

La Serra d'Ancosa, que cabalga de forma continuada al umbral de los mil metros, separa las comarcas de l'Alt Penedès y l'Anoia . Es tierra de frontera y por eso podemos encontrar castillos cómo el de Vilademàger con el pueblo de La Llacuna a sus pies. La Llacuna, situada en l'Anoia, es una población con una larga tradición, de muchos siglos, en la elaboración de embutidoscurados. Dos factores han jugado un papel relevante. Por un lado la altura del municipio, seiscientos metros sobre el nivel del mar y, del otra, la proximidad con el Camí Ral. En el primer caso, la altura hacía que el lugar fuera especialmente adecuado por el secado de los embutidos; en el segundo, representaba poder distribuir los productos elaborados a los mercados a través de una vía importante y segura (buen producto y buen canal de distribución; ahora diríamos marketing, antes sentido común).

Entre los elaboradores de La Llacuna hay la familia Mallart, que inicia su recorrido en 1916 y actualmente encadena la cuarta generación al frente del proyecto. Sin embargo, hasta hace poco tiempo la continuidad del negocio no estaba garantizada. El heredero a quien le toca coger el timón es Ernest, trabaja en el obrador y hace años que ayuda a su padre en la elaboración de los productos, pero tiene una discapacidad intelectual y esto hace que la gestión del proyecto sea más complicada.

Hacer crecer el proyecto para hacerlo sostenible y dar oportunidades de trabajo a personas vulnerables, darlos visibilidad y llenarlos de orgullo

Dejamos por un momento La Llacuna, y nos vamos hasta Vilafranca del Penedès. Allá encontramos la Fundació MasAlbornà, que desde el año 1969 trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y trastornos mentales. Su ámbito de actuación es principalmente en el Alt Penedès y a estas alturas forman parte más de cuatrocientas personas. La fundación ofrece servicios asistenciales y residenciales, y también trabajo. Su centro especial de trabajo - como muchos otros en el conjunto del país que nacieron de las familias para dar respuesta a las necesidades de sus hijos e hijas - incluye diferentes tipos de actividades empresariales atendiendo la diversidad de personas que se benefician. Hay dos de especial relevancia: los enclaves de grupos de personas que trabajan a empresas de la comarca especialmente del sector vitivinícola, cavas y bodegas de renombre, y los servicios de limpieza de la vía pública. En esta línea, la fundación mantiene la concesión del servicio de limpieza pública de Vilafranca y de la mayor parte de municipios de la comarca. Hacen un buen servicio, complejo, con inversión para llevarlo a cabo, avalado porque licitación tras licitación lo van renovando.

Volvemos a La Llacuna. El padre Mallart no se resigna a cerrar un proyecto que estima y se muestra preocupado por el futuro laboral de su hijo, que disfruta mucho el oficio. Otro temor que arrastra es quien lo acompañará cuando los padres falten. En este contexto se planta en Mas Albornà y les propone que la fundación dé continuidad al obrador de embutidos Mallart y que a la vez atienda las necesidades de su hijo. Por su parte, Mas Albornà hacía tiempo que buscaba un producto propio con valor añadido. Todas las piezas encajan. Así, pues, transforman el pequeño obrador familiar en un proyecto que, manteniendo la esencia, se adapta a las necesidades actuales. Se invierte en un nuevo y moderno obrador, se incorporan nuevos profesionales y se tira con fuerza el producto al mercado. El mensaje es producto de calidad, de proximidad, arraigado en el territorio y con compromiso social, pero tiene un aspecto diferenciador que no se puede copiar, es auténtico. No se trata de un relato elaborado por una agencia de comunicación y esto hoy en día tiene un valor incalculable.

Los retos a partir de ahora son importantes. Hacer crecer el proyecto para hacerlo sostenible y, sobre todo, para cumplir con el propósito de Mas Albornà: dar oportunidades de trabajo a personas vulnerables, darlos visibilidad y llenarlas de orgullo porque hacen un trabajo con sentido. Así, cuando nos ven comprar en l supermercado pueden decir con mucha satisfacción: "Este fuet tan bueno lo he hecho yo".