El pasado 23 de junio, tuve el honor de moderar un debate organizado por C84, la revista de Aecoc. Este es el resumen de las aportaciones.
Elena Martínez, cuarta generación de Martínez Somalo, "no pensaba trabajar en la empresa familiar ni loca". Por eso se dedicó a la abogacía, hasta que su padre y hermanos la llamaron. Tiene muy presente la generosidad de su padre para que la familia siempre esté unida, y ante cualquier decisión importante se plantea qué opinaría él. A lo largo de la pandemia ha tenido que transmitir serenidad, optimismo y unidad, poniendo el foco en las personas. La unidad familiar ha sido un pilar. A los integrantes de la siguiente generación (de cinco a 21 años) les ha tenido que transmitir valentía, espíritu de superación y serenidad. Ha sido muy difícil compaginar empresa y familia. "Se tiene que estar a las duras y a las maduras; olvidar lo malo y quedarse con lo bueno". "Tienen que ser felices y saber que en la empresa solo hay lugar para los buenos; lo primero es la empresa. Se los tiene que formar en valores: generosidad, humildad y esfuerzo". Recomienda a las familias empresarias "hacer para que los demás vean" cohesión familiar, humildad, comunicación sin trapos calientes, ilusión, y "disfrutar del camino".
José Juan Fornés, segunda generación de Masymas Supermercados. Fundaron la empresa para evitar el riesgo de que el negocio mayorista del padre se quedara sin clientes. Cree que "se tiene que pensar en la familia para montar una empresa; y que el componente afectivo y emocional es muy importante". La covid-19 ha consolidado los equipos y la familia. La siguiente generación ha aportado energía y frescura, emoción y confianza en la empresa. Ha vivido un "baño de fuego" que le ha dado madurez y unidad. "Hay cosas que no se dicen, pero que se observan; una cosa es heredar una empresa y otra tener pasión por ella". El crecimiento es inevitable para no desaparecer y requiere inversión. Las nuevas generaciones se tienen que enamorar de la empresa y hacerla rentable. "La familia tiene que ser generosa para hacer lo mejor para la empresa, sin olvidar a la familia, para que cada uno tenga su espacio". Recomienda a las familias empresarias mantener el espíritu emprendedor, "cada año se tiene que hacer algo más, para no retroceder". Lo más importante son las personas, las empresas se pueden diferenciar con la calidad humana. Se tiene que vigilar la cuenta de resultados, crear cada vez más equipo y "confiar en nosotros mismos".
Josep Maria Lloreda, segunda generación de KH Lloreda. La pandemia ha servido para unir a la familia y la empresa. Ha permitido poner en valor a las personas. Se tiene que transmitir ilusión, formación y valores a las siguientes generaciones. Recomienda a las familias empresarias prestar atención a la integración de los familiares no de sangre.
Julio Pinto (Bodegas Matarromera): "Los directivos no familiares tienen que tener telepatía con la familia; la filosofía de la familia se tiene que contagiar"
Judith Viader, segunda generación de Frit Ravich. Entró en la empresa de forma temporal y se ha ido alargando hasta hoy. "Los procesos de transición no siempre son fáciles, uno de los retos es hacerse con el equipo del predecesor y saberlo compaginar con la creación de un equipo de directivos propio que dé cabida y sume todas las visiones". "La generosidad de la que disfruté de la generación anterior es clave". "Ser parte de una familia empresaria hace ser afortunado, en el sentido de dar la posibilidad de dedicarse a la empresa familiar o a otras actividades profesionales". A lo largo de la pandemia "se han puesto sobre la mesa los valores al 400%". "Ante la incertidumbre, era necesario transmitir serenidad, mirando al largo plazo. Se ha visto el retorno de los valores vividos durante años". Recomienda a las familias empresarias transmitir energía, ilusión y confianza a los equipos y poner en valor el papel de las mujeres.
Julio Pinto, director general no familiar de Bodegas Matarromera. Dice que los directivos no familiares tienen que "tener telepatía con la familia; la filosofía de la familia se tiene que contagiar". Durante la pandemia, entre sus guías había la comunicación, la proximidad y la templanza. La covid-19 ha servido para aumentar la cohesión familiar, el interés de la segunda generación por el negocio desde el gobierno. "Ha sido como el viaje de descubrimiento de América de Cristóbal Colón". La comunicación honesta y clara ha sido fundamental, así como la prudencia financiera. "La misión, visión y valores son intocables, no se pueden ver afectados por circunstancias a corto plazo". Para el futuro se tiene que transmitir el proyecto del fundador, garantizando "que la empresa puede pervivir con independencia".
La energía del fundador, la comunicación y el orgullo de pertenencia son claves en la empresa familiar
Pedro López, cuarta generación de Valor. Cree que la empresa siempre tiene que ser profesional, sea familiar o no. Destaca la importancia de los "sueños" y del trabajo para hacerlos realidad. "Sigo hablando del negocio con mi padre, y hace cinco años que no está". Durante la pandemia, se ha comprobado el compromiso de las personas y la importancia del prestigio de la marca. La relación entre la empresa y la familia se ha reforzado. Utilizar los valores facilita las respuestas, los suyos son aprecio y respecto a las personas, pasión por el producto, prudencia financiera, crecimiento estable en ventas y rentabilidad y ser atractivos para los clientes, colaboradores y accionistas. De cara al futuro, entre los objetivos hay seguir creciendo de forma armónica, sin olvidar al accionista. Recomienda a las familias empresarias pensar siempre en la empresa por encima de los individuos; ser conscientes de la suerte y la responsabilidad que supone tener una empresa familiar.
Todos coinciden en la importancia de:
- La energía del fundador: un emprendedor que hace con atrevimiento cosas que no sustentan los estudios de mercado.
- Querer de verdad la empresa, no mirando el bolsillo.
- La comunicación en la familia y con la empresa: "conocerse es quererse", "que no se enteren por otros".
- El orgullo de pertenencia.
- No tirar la toalla.
- Pensar en los que estaban y en los que vendrán, "somos el relleno del sandwich".