La mayoría de las disputas a las empresas familiares no llegan a la prensa. Sólo lo hacen cuando se trata de empresas de renombre (Freixenet, Eulen, Lladró) o cuando hay morbo. El asesinato de Maria de Carme Martínez en Alicante a finales de 2016 parece que es la punta del iceberg de una disputa de empresa familiar. A Dios gracias no todas las disputas llegan a estos extremos, pero más vale no bajar la guardia.
La reciente entrada en vigor del artículo 348 bis de la Ley de Sociedades de Capital pondrá fin a las disputas por la política de no reparto de dividendos que ha sido norma a muchas empresas familiares, en perjuicio de accionistas minoritarios. Pero abrirá en muchos casos un nuevo frente: el de la separación de socios y consecuente valoración de su participación accionarial.
A muchas familias la petición de separación se considera una ignominia, y da lugar a discusiones, malas caras y malestares por el simple hecho de plantearla. No se trata de alegrarse por la voluntad de separación (a veces sí), pero la discusión en todo caso tendrá que ser por el valor y forma de pago de la participación. El derecho al dividendo y el derecho de salida son dos de las bases del sistema capitalista.
La inmensa mayoría de nuestras empresas son familiares, y no por eso son pequeñas. Las más grandes también lo son: Mango, Codorniu, Buen Precio, Almirante, Gallina Blanca, Zara... incluso el Banco de Santander se utiliza como ejemplo de empresa familiar puesto que es un grupo familiar el que tiene en definitiva el poder para determinar la estrategia de la entidad.
Por bien y por mal a la empresa familiar se ven reflejadas todas las relaciones que hay a la familia, y pueden traer historia de lejos. Si es por bien, mejor; si es por mal, peor. Las disputas se vuelven más virulentas, y es más difícil votar con los pies que en una sociedad cotizada. Es por eso que la presencia de externos a los órganos de gobierno ayuda a objetivar las situaciones.
Hay un refrán que dice: "el padre la crea, el hijo la mantiene y el nieto la valla". Algunas personas creen que la vida de las empresas familiares es más corta que la del resto. Nada más alejado de la verdad. El que pasa es que la mayoría de empresas son familiares y, por lo tanto, mueren más que de no familiares; pero su vida mediana es más larga.
Las causas de mortalidad son además de no adaptación a los cambios del mercado, la no previsión de las especificidades de la empresa familiar. Bien, en realidad, no son muy específicas, en buen grado son aplicables a todas las empresas.
Los principales elementos para garantizar la máxima supervivencia de una empresa familiar, fuera de que sea rentable, son:
- Tener un motivo compartido para no cerrar o vender.
- Profesionalización. El que no quiere decir necesariamente no familiares a la empresa.
- Prever con tiempo la sucesión a la dirección y a la propiedad.
- Crear las estructuras de gobierno de la empresa y de la familia, adecuadas a sus dimensiones.
- Prever las normas que tienen que regir las relaciones de la familia y de la empresa, tanto económicas como no.
- Igual que con las plantas: cuidar con amor, regar y podar cuando hace falta.
Hay un dicho que dice: "cuando más primos más adentro"; no es el mismo la empresa familiar del fundador que la de primos. También se llama que "familia es el que queda después de la herencia".
La reciente entrada en vigor del artículo 348 bis de la Ley de Sociedades de Capital pondrá fin a las disputas por la política de no reparto de dividendos que ha sido norma a muchas empresas familiares, en perjuicio de accionistas minoritarios. Pero abrirá en muchos casos un nuevo frente: el de la separación de socios y consecuente valoración de su participación accionarial.
A muchas familias la petición de separación se considera una ignominia, y da lugar a discusiones, malas caras y malestares por el simple hecho de plantearla. No se trata de alegrarse por la voluntad de separación (a veces sí), pero la discusión en todo caso tendrá que ser por el valor y forma de pago de la participación. El derecho al dividendo y el derecho de salida son dos de las bases del sistema capitalista.
La inmensa mayoría de nuestras empresas son familiares, y no por eso son pequeñas. Las más grandes también lo son: Mango, Codorniu, Buen Precio, Almirante, Gallina Blanca, Zara... incluso el Banco de Santander se utiliza como ejemplo de empresa familiar puesto que es un grupo familiar el que tiene en definitiva el poder para determinar la estrategia de la entidad.
Por bien y por mal a la empresa familiar se ven reflejadas todas las relaciones que hay a la familia, y pueden traer historia de lejos. Si es por bien, mejor; si es por mal, peor. Las disputas se vuelven más virulentas, y es más difícil votar con los pies que en una sociedad cotizada. Es por eso que la presencia de externos a los órganos de gobierno ayuda a objetivar las situaciones.
Hay un refrán que dice: "el padre la crea, el hijo la mantiene y el nieto la valla". Algunas personas creen que la vida de las empresas familiares es más corta que la del resto. Nada más alejado de la verdad. El que pasa es que la mayoría de empresas son familiares y, por lo tanto, mueren más que de no familiares; pero su vida mediana es más larga.
Las causas de mortalidad son además de no adaptación a los cambios del mercado, la no previsión de las especificidades de la empresa familiar. Bien, en realidad, no son muy específicas, en buen grado son aplicables a todas las empresas.
Los principales elementos para garantizar la máxima supervivencia de una empresa familiar, fuera de que sea rentable, son:
- Tener un motivo compartido para no cerrar o vender.
- Profesionalización. El que no quiere decir necesariamente no familiares a la empresa.
- Prever con tiempo la sucesión a la dirección y a la propiedad.
- Crear las estructuras de gobierno de la empresa y de la familia, adecuadas a sus dimensiones.
- Prever las normas que tienen que regir las relaciones de la familia y de la empresa, tanto económicas como no.
- Igual que con las plantas: cuidar con amor, regar y podar cuando hace falta.
Hay un dicho que dice: "cuando más primos más adentro"; no es el mismo la empresa familiar del fundador que la de primos. También se llama que "familia es el que queda después de la herencia".
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