Llevar la voz de los jóvenes empresarios y empresarias al Parlamento. Este es el titular de lo que he vivido esta semana. La relación entre representantes políticos y tejido empresarial no siempre es fácil. Demasiadas suposiciones y demasiados estereotipos marcados por unas supuestasideologías, de unos y otros. Por eso, agradecemos cuando se nos presentan oportunidades de hablar, de tú a tú, de las necesidades de la empresa en nuestro país. Todo ello, creo, tendría que ser más fácil. Desnudarnos de viejas creencias, hablar, empatizar y escucharnos, para encontrar aquello que cada cual puede hacer desde su posición.
Unos días antes de la cita, me enfrento a la hoja en blanco. Explicar, en un tiempo tan limitado, los centenares de problemas a los que nos enfrentamos cada día los que hagamos empresa es misión imposible, pienso. Mejor dejar reproches de banda y centrarme en compartir nuestra realidad y aportar soluciones; que quizás, pienso, desde dentro se ven más claras. A pesar de que parezca básico, empiezo enumerando la solución más sencilla de todas: fuera trabas extra y fuera burocracia innecesaria. Y esto, que todos lo tenemos tan claro, implica hacer políticas claras, favorables y de acompañamiento a los empresarios. Para tomar decisiones que nos ayuden en el actual momento de incertidumbre (un momento que, no hace falta recordar, viene precedido por una crisis mundial sin precedente generada por la Covid). Unas decisiones que, pienso, ya llegan tarde para muchas empresas.
El momento más paradójico llega cuando pido a nuestra clase política que nos vea como parte de la solución
Parece incomprensible que en esta situación, en medio de la incertidumbre en que nos encontramos, todavía tengan tiempo de lanzar globos sonda sobre un posible aumento de las cuotas de autónomos. Un aumento que, si se acabara llevando a la práctica, acabaría ahogando y destruyendo una gran parte de nuestro colectivo a ocho años vista. Todo esto lo pienso mientras, durante mi comparecencia ante la Comissió de Polítiques de Joventut, les recuerdo que el mundo de la empresa necesita seguridad jurídica y un marco de confianza estable para poder tomar decisiones empresariales.
Creo que el momento más paradójico llega cuando pido a nuestra clase política que nos vea como parte de la solución. Parece mentira que, a estas alturas de la película, todavía se tenga que recordar que los empresarios y empresarias no somos los malos de nada; que podemos ayudar, y mucho, a combatir problemas cómo el paro. Es momento de cambiar el discurso. Es momento de apostar por generar emprendedores y emprendedoras, jóvenes empresarios y empresarias, que además de autoocuparse, también generarán puestos de trabajo de calidad. Aprovecho y pido, también, desplegar una buena política industrial; que se fomente, pero de verdad, el uso de materias prima alternativas, más I+D y más economía circular. Y de paso, reclamo ayudas para todas aquellas industrias que se están dejando la vida para hacer frente a la subida de los costes energéticos.
En realidad, todo mi discurso gira en torno a la necesidad de más sensibilidad hacia los que cada día levantamos la persiana y luchamos por hacer crecer un proyecto empresarial. Porque sí, hacen falta ayudas que nos permitan crear empresas, pero lo más importante es que estas empresas se puedan consolidar y crecer. Porque el triunfo de un emprendedor o emprendedora, es el triunfo de toda la sociedad que nos rodea.
No podemos olvidarnos de las empresas de casa. Hacen falta las herramientas necesarias para que el talento emprendedor no se vaya
Estoy en la sala del Parlament y el tiempo se agota. Repaso los puntos principales de mi discurso y pienso que ha quedado claro que las instituciones deben fomentar y dinamizar cualquier actividad económica que genere puestos de trabajo de valor. Que necesitamos apoyo en el ámbito fiscal, que podemos tener muchas ideas, pero tenemos pocos recursos, y que solo con políticas fiscales que rebajen la presión sobre las nuevas pymes, podremos crear empresas jóvenes, digitales y sostenibles.
En este momento suelto la máxima preocupación que ronda por mi cabeza estos días: sí, tenemos que continuar trabajando para continuar siendo polo de atracción de la economía mundial, pero no solo atraer talento internacional tiene que seguir siendo una prioridad. No podemos olvidarnos de las empresas de casa. Hacen falta las herramientas necesarias para que el talento emprendedor no se vaya. Se está convirtiendo en una tendencia peligrosa. Empresas de aquí, con talento, y mucho futuro, que se marchan buscando las ayudas, el marco y el apoyo que no encuentran aquí.