La etimología de las palabras es una buena forma de darnos sentido. Economía, en su sentido original, quiere decir “la ley de la casa”. La palabra tiene su origen en la Grecia clásica, y de ahí la tomamos prestada, para hacer referencia a las actividades relacionadas con la organización de lo doméstico: oikos y nomos, la ley de la casa. Y a partir de ahí, hemos hecho uso de esta palabra para hablar del conjunto de bienes y servicios necesarios para hacer frente a las necesidades de la sociedad, o para nombrar la ciencia social que investiga las relaciones que se derivan de cada particular forma de organización.
La economía tiene que ver con la casa, es decir, con cada una de nosotras y nosotros. Nos dice cómo nos organizamos, como individuos y como colectivo. Y también nos dice para qué nos organizamos de esa forma en concreto, y no de otra. La economía implica un cierto sentido de futuro, porque más allá de lo necesario para el día a día, aporta o proyecta lo que necesitaremos más adelante. Una amiga economista me decía el otro día que “ahorro”, o “reservas” son promesas de futuro, y me pareció muy sugerente y poético.
La economía tiene que ver con la casa, es decir, con cada una de nosotras y nosotros. Nos dice cómo nos organizamos, como individuos y como colectivo
La economía nos dice dónde y cuál es nuestra posición en el complejo engranaje que soporta el movimiento social: qué consideramos prioritario o superior, privilegiado en cada modelo social. Y de la misma forma, la economía nos dice qué estamos dejando apartado en el borde del camino, qué consideramos inferior. La economía traza el camino del desarrollo, y a a la vez, crea discriminaciones y vulnerabilidades, y las alimenta.
La realidad se ha ido alejando del sentido etimológico de la palabra, o tal vez hemos sido nosotros, todos y todas, quienes hemos aceptado y promovido este extrañamiento. Hoy en día, cuesta habla de economía como los saberes de los que nos valemos para ordenar nuestras vidas y, más bien al contrario, tendemos a verla como una fuerza ajena a nuestro control, a la que nosotros mismos nos debemos. En la mayoría de los casos no nos sirve: somos siervos de la economía
EnpresaBIDEA es un humilde empeño por volver a casa, por recoger la actualidad, el análisis y la opinión sobre economía y empresa desde aquí. En este caso, el territorio del euskara es nuestra casa, desde donde queremos abrir las puertas y ventanas.
Desde casa, pero sin localismos, (“txokokeriarik gabe”). Un medio con raíces, y con alas, porque hoy en día el mundo es nuestro barrio global.
EnpresaBIDEA es un humilde empeño por volver a casa, por recoger la actualidad, el análisis y la opinión sobre economía y empresa desde aquí. En este caso, el territorio del euskara es nuestra casa
La casa tiene un sentido geográfico y cultural. Nos importa la economía que tiene que ver con cada uno de nosotros, de nosotras. No sé si acertaremos, pero si ves que nos alejamos demasiado del sentido etimológico que buscamos, por favor, ven y avísanos.
Y, por último, pero no en último lugar, por supuesto, EnpresaBIDEA habla en euskara. Sobra decirlo, tal vez, pero queremos subrayarlo. El euskara no es la única lengua que tenemos, pero sí somos la única “casa” que tiene el euskara
Las palabras importan. Somos lo que hacemos.
Bienvenidos, bienvenidas a casa.
Ongi etorri etxera