Las vacaciones de verano son –también- momento de descubrimiento. Es de vacaciones cuando –si tenemos la oportunidad y el llamamiento– podemos liberar nuestro espíritu explorador. Aprendemos, descubrimos y disfrutamos viajando. Viajar es una de mis grandes pasiones. Casi una necesidad vital. Y la sostenibilidad es una responsabilidad constante en mi vida. Una manera de vivir. Siempre que viajo tengo un conflicto interior; tengo sentimiento de culpa. ¿Es egoísta viajar?
Sé que la movilidad –y cambiar de continente durante unas semanas es moverse mucho– es una de las principales fuentes de contaminación, especialmente la aviación. Si la aviación mundial hoy fuese un país, se ubicaría entre los 10 más contaminantes del mundo según la Unión Europea. El transporte aéreo representa un 2,4% de las emisiones de CO2. Hay un movimiento, nacido en Suecia, denominado Flygskam, que se basa en la vergüenza de volar por motivos ambientales y que ha creado la plataforma Stay grounded.
El transporte aéreo representa un 2,4% de las emisiones de CO2
¿Es posible viajar a destinos lejanos de manera sostenible? Yo creo que sí. Que se puede viajar de manera consciente. Conscientes de nuestro impacto ambiental, cultural, económico y social. De la huella que dejamos. No hay actividad humana neutra. Si lo hacemos con cuidado, quiero pensar que hay más pros que contras de rodar el mundo y volver al borne.
Hay que continuar rogando a la ciencia –y, por lo tanto, hace falta mucha más inversión en investigación– que encuentre combustibles avanzados sostenibles que no generen efecto invernadero para la aviación y la movilidad en general (si ya hay coches eléctricos, ¿por qué no aviones?). Y hay que exigir en los gobiernos una fiscalidad que promueva la descarbonización. Mientras tanto, a título personal, hay mucho por hacer para probar de ejercer un turismo lo más sostenible posible y compensar nuestra huella de carbono con responsabilidad.
Comparto con vosotros 10 prácticas que tengo siempre en cuenta:
- Respeta las tradiciones y las costumbres de las comunidades locales. Como bien dicen, donde fueres haz lo que vieres. O, dicho de otra manera, no hagas el turista.
- Compra localmente: comprueba que los establecimientos donde vas sean de propiedad local. No compres en tiendas de souvenirs de plástico. Es como quien viene a Barcelona y se lleva un sombrero mexicano.
- Come de temporada, local y kilómetro 0. Descubre los sabores de la autenticidad. No comas espaguetis en Asia, los noodles son más interesantes.
- Escoge alojamientos, restaurantes y espacios sostenibles: escoge con tiempo siempre aquellas instalaciones que tienen una política de sostenibilidad más clara.
- Lucha contra los plásticos: lleva siempre botellas y fiambreras reutilizables, así como bolsas de tela que, además, son monísimas y se pueden lavar.
- Recicla y recoge todo lo que uses y deja el espacio natural como lo has encontrado (o mejor, aprovecha para hacer acciones de limpieza con entidades locales).
- Ahorra agua y energía, respeta la naturaleza. No pidas que te cambien la toalla cada día ni pongas el aire acondicionado como si fueras al polo norte. ¿Por qué vas al trópico si quieres pasar frío?
- Busca entidades locales que promuevan trabajo de calidad y estable (por ejemplo en Camboya hicimos todas las actividades con una comunidad que promueve la inserción laboral de las mujeres: SREI Angkor).
- Respeta la flora y fauna y busca destinos vinculados en la sostenibilidad. Participa en acciones en la naturaleza y culturales, de manera activa.
- Una vez llegados, utiliza medios de transporte comunitarios como el tren y sostenibles como la bicicleta
Solo en Borneo se produce casi el 90% del óleo de palma del mundo
Viaja ligero de equipaje y lleno de ganas de aprender. Aprovecha para conocer y después, si hace falta, para explicar. Haz de altavoz de las necesidades de las comunidades locales y de la flora y fauna. Uno de los destinos de este verano –en el que hemos viajado en Asia– es Borneo en Indonesia, la tierra de los orangutanes... los más damnificados de la deforestación por el cultivo de plantaciones de óleo de palma. Solo en esta región se produce casi el 90% del óleo de palma del mundo. Las casi 20 millones de hectáreas de plantaciones en Borneo han destruido más de la mitad de los bosques tropicales de la isla que son su hábitat. Si les queréis hacer un favor, no comáis ningún alimento que contenga esta sustancia. Quiero pensar que visitarles contribuye a la conciencia de la importancia de preservarlos.
¿Qué pensáis, puede ser viajar una actividad de impacto positivo?