Estamos a punto de conocer las notas de selectividad y, por lo tanto, de decidir la orden de preferencia en la elección del grado. Ante esta decisión la vocación nos decanta hacia qué grado estudiar, pero la elección de la universidad es tanto o más importando tanto en cuanto a la experiencia que se vivirá durante los estudios como en el impacto posterior para la carrera profesional.
El reconocimiento de las universidades viene dado por su resultado académico y por su prestigio. El prestigio, si las cosas se han hecho bien, se desarrolla con el años. Aquellas que tienen más recorrido son más conocidas, han podido tener premios Nobel entre sus alumni y, en definitiva, suenan más. Pero hay muchas universidades que, a pesar de su juventud, han logrado en poco años resultados espectaculares. Esto es el que trata de reflejar el ranking del Times Higher Education de las universidades jóvenes, es decir, las de menos de 50 años, en que, por ejemplo, la UPFaparece este año en el número 11 a nivel mundial. Por lo tanto, a la hora de escoger universidad hay que incluir el conjunto de universidades que, a pesar de ser jóvenes y por lo tanto no haber tenido una vida larga, se sitúan en los mejores niveles académicos.
Una buena universidad tiene que tener buen profesorado y buen alumnado. El nivel del alumnado se mide a través de las notas de corte, que evidentemente tiene correlación con el número de solicitudes por plaza. Los grados con notas de corte más altas aseguran un en torno a talento y, por lo tanto, de aprendizaje. El nivel del profesorado se contrasta a través de los resultados de docencia, de la capacidad de atracción de proyectos de investigación y el impacto de esta, del reconocimiento internacional y también de la acreditación y la evaluación de los méritos que hacen las agencias de acreditación.
Tener un buen profesorado genera un círculo virtuoso, porque el talento académico atrae otro talento académico, nacional e internacional, y a la vez hace más atractiva la universidad para los buenos estudiantes, y estos a su vez generan orgullo de pertenencia y atraen nuevo talento. En este círculo virtuoso, la internacionalización se produce naturalmente, porque la universidad acontece atractiva a escala global y esta internacionalización asegura una educación con mirada global (más socios internacionales para hacer estancias, más diversidad en el aula, etc.). También se produce naturalmente la adaptación continúa a las necesidades de los estudiantes, a través de modelos docentes en constante transformación, el uso de las nuevas tecnologías, la creación y espaldarazo de proyectos interdisciplinarios, de emprendeduría, de innovación. Porque en un contexto de talento, los buenos profesores son inconformistas, y buscan continuamente la excelencia. Y los estudiantes brillantes empujan el sistema porque este siempre esté a la altura de sus expectativas y capacidades.
"En un contexto de talento, los buenos profesores son inconformistas y buscan continuamente la excelencia"
El marketing ha irrumpido con fuerza en el sector de la educación universitaria. Grandes campañas. Grandes estands a las ferias. Grandes jornadas de puertas abiertas. Pero hay que gestionar la decisión basándonos en datos y no sólo en emociones.