El Estado Emprendedor es un libro publicado por primera vez en 2015 de la economista Mariana Mazzucato de obligada lectura y a su vez, un estado mental. El ensayo desmitifica la creencia de que la innovación es patrimonio exclusivo de la iniciativa privada. Con datos, ejemplos y casos de estudio rebate la tesis keynesiana de que el Estado sólo tiene que intervenir en la economía para corregir las ineficiencias y defiende su papel como líder en I+D e innovación. Repasando la historia de las telecomunicaciones, la farmacia, la nanotecnología, la biotecnología o la más reciente revolución verde, demuestra el papel fundamental del Estado en la innovación y en la creación de riqueza. Contrario a la creencia liberal establecida, el Estado tiene que ser emprendedor, asumir riesgos y tiene que crear mercados.
El libro demuestra también que la amenaza más grande para la innovación es la socialización de que las iniciativas privadas hacen del riesgo y la privatización de los beneficios, una situación que conocemos bastante bien.
"Contrario a la creencia liberal establecida, el Estado tiene que ser emprendedor, asumir riesgos y tiene que crear mercados"
Los dos mitos que caen (y de más arriba) son el de que la administración norteamericana es el Estado menos intervencionista de todos y que el iPhone, referente de la innovación y del liberalismo económico, se debe única y exclusivamente a la innovación de Apple. Tendríamos internet sin la apuesta decidida del gobierno de los EE.UU., el Departamento de Defensa, las universidades y los planes de innovación dirigidos a pequeñas empresas (SIBR) y las exenciones fiscales? La respuesta es un no rotundo.
Cualquier que se haya preocupado mínimamente por saber cómo funciona esto que ha cambiado el mundo y que se llama Internet sabrá que todas las innovaciones necesarias para que exista han salido de fondos públicos, de planes de inversión nacionales y de incentivos en innovación. En general, las empresas que tenemos por innovadoras (disruptives en entrepreneur) tienen unos ciclos de innovación que no van más allá de cinco años mientras que estos proyectos de propósito general tienen ciclos de decenas de años. Ningún proyecto empresarial privado o ninguna fuerza de los mercados habría generado una infraestructura como Internet por sí sola.
El caso del iPhone es todavía más paradigmático. Icono de la innovación, de la tecnología y del capitalismo de Silicon Valley, habría sido poco más que un teléfono móvil bien diseñado si no fuera porque innovó en la manera de integrar diferentes tecnologías ya existentes, todas desarrolladas con participación de capital público. Detrás de la pantalla multi táctil, la conexión en Internet, los satélites de GPS, los sensores de luz y de proximidad, en el giroscopio hay tecnologías o bien financiadas por los programas públicos de innovación o directamente desarrolladas para uso militar. No es para sacarle ningún mérito a Steve Jobs, pero su "stay foolish" hace de más buen ver si eres ciudadano de un estado emprendedor. En el iPhone y en su posterior impacto en la economía y la sociedad se encuentran las políticas de inversión pública de Keynes y los efectos de la destrucción creativa de Shumpeter.
Al analizar de manera crítica el caso de Apple y el de Google —el algoritmo inicial de Google sale de una tesis becada por la National Sciende Foundation (NSF)— nos damos cuenta que en mayor o menor manera hay una socialización del riesgo que en caso de éxito desemboca en una privatización de los beneficios. Un patrón recurrente.
Enseguida nos vienen a la cabeza una serie de preguntas. Qué retorno tiene esta inversión en riesgo público? Es bastante la contribución vía impuestos una vez estas empresas resultan casos de éxito? Compensa los miles de fracasos donde el Estado ha invertido? Spoiler: no.
"Al iPhone y a su posterior impacto en la economía y la sociedad se encuentran las políticas de inversión pública de Keynes y los efectos de la destrucción creativa de Shumpeter"
La ingeniería financiera que hacen las grandes tecnológicas —legal por otro lado— hace que sus cuentas de resultados no reflejen las ganancias reales haciendo imposible un cálculo esmerado del regreso de la inversión. Según Mazzucato "incluso si los impuestos derivados de innovaciones impulsadas por el Estado se recogieran de manera correcta, tampoco sería seguro que se recuperaran las inversiones públicas en innovación hechas en Silicon Valley". La demostración más palmaria es el retorno cero obtenido por la NSF por la financiación de la beca a dos estudiantes de Stanford que hizo el desarrollo del algoritmo PageRank, el algoritmo de Google.
De la experiencia, Mazzucato extrae tres aprendizajes: la necesidad de incrementar los recursos públicos de I+D; la necesidad de compromiso de las administraciones con las tecnologías verdes y la necesidad de actualizar las políticas keynesianas para adaptarlas a las crisis económicas modernas. El libro está escrito con la perspectiva de la crisis económica y financiera del 2008, pero leído con la de la Covid actual sus postulados son más vigentes que nunca.
De las investigaciones que hay sobre la vacuna contra el SARS-Cov-2 una de las dos que tienen más posibilidades de éxito es la del Jenner Institute y el Oxford Vaccine Group de la Universidad de Cambridge. Los datos de los últimos ensayos son prometedores. La investigación está cofinanciada por el Gobierno británico y por la "Biomedical Advanced Research and Development Authority", una la agencia federal norteamericana. Los primeros centenares de millones de dosis ya han sido comprados por la Unión Europea. QED.
Mariana Mazzucato es profesora de la University College London en Economía de la Innovación y el Valor Público donde fundó y dirige el Instituto de Innovación y Finalidad Pública (IIPP). También es miembro del Consejo de Asesores Económicos del Gobierno escocés y del Consejo Asesor económico de Suráfrica. En 2019, se incorporó al Comité de Política de Desarrollo de las Naciones Unidas y a través de la IIPP forma parte del comité de expertos del gobierno italiano para la estrategia industrial y la recuperación económica post COVID-19.