La semana pasada leí el informe de PIMEC La evolución de la pyme industrial catalana el 2018 y perspectivas para el 2019 donde se explica que el 53% de las empresas han aumentado sus exportaciones, un 28% las han mantenido y, sólo, un 18% no han logrado la cifra del 2017. El informe de PIMEC coincidió con la noticia que las exportaciones catalanas habían bajado un 1.9% respeto el noviembre del 2018, por el freno del sector el automovilístico, si bien estos en octubre ya había superado las exportaciones del 2017. Un dato que confirma que las exportaciones catalanas se van retardando. Un retardo que con mucha probabilidad no impedirá que en 2018 se cierre con un nuevo récord histórico, pero que ciertamente divisó un 2019 mucho más complejo del que se dibujaba hace unos meses.
"Las exportaciones catalanas se van retardando pero esto no impedirá que en 2018 se cierre con un nuevo récord histórico"
Las causas a buen seguro son múltiples y no sólo se arraigan en los efectos asociados a las amenazas que se proyectan sobre el libre comercio internacional, por las decisiones tomadas por el gobierno de Donald Trump, o las incertidumbres abiertas a la Unión por el no acuerdo del Brexit. Adicionalmente al que podrían considerar problemáticas foranies, si bien acaban siendo propias en una economía globalizada, sin olvidar la carencia de inversiones del Estado en Cataluña, hay también aspectos que afectan negativamente al crecimiento y son estrictamente de la esfera de decisiones propias. Hace falta también recordar que para las pymes y micropimes industriales catalanas, la persistencia de las incertidumbres en cuanto a la resolución del denominado conflicto catalán, que enrarece las relaciones con el resto del Estado, las afecta o puede afectar de forma significativa dado que, si bien un 56% de sus ventas se materializan fuera de Cataluña, un 25% se dirige al resto del Estado, un 19% a la Eurozona y un 12% al resto del mundo.
En cuanto a aquellos aspectos de la esfera de decisión propia, y que haría falta entomar para posibilitar el fortalecimiento de las exportaciones y la competitividad de las empresas hay que recordar tres aspectos que son capitales. El primero es la medida de las empresas, el segundo es la financiación o capacidad de inversión y el tercero, la carencia de capacidad innovadora.
En cuanto a la medida de las empresas, hay que aceptar que es preciso que incrementen su volumen. Se requieren incentivos para ganar medida, dado que incrementar su dimensión permitiría mejorar la productividad, potenciaría la capacidad de innovación y aumentaría su resistencia ante los ciclos recesivos. En referencia al segundo aspecto, la financiación, se constata que la mayoría de empresas sufren de insuficiencia de fondos propios, un hecho que dificulta las relaciones a largo plazo con el sistema financiero y comporta financiación a corto plazo. Hay un peso exagerado del sistema bancario comercial en la financiación de las empresas, haría falta pues, identificar y vertebrar sistemas alternativos para aportar financiación de forma continuada y competitiva a las PYMES dado que configuran la columna vertebral de la economía del país. Finalmente, en el marco de la Industria 4.0 acontece imprescindible estimular las empresas a potenciar la innovación y, a la vegada, incrementar los recursos públicos destinados a I+D+y. Ciertamente la Generalitat intenta mejorar todas las políticas encaminadas a potenciar la innovación, pero el gap entre el mundo de la investigación y las empresas sigue siendo muy grande. Articular centros específicamente dirigidos a ayudar a las pymes, como se ha hecho en el País Vasco, tendría que acontecer un objetivo a corto plazo y, a la vegada, potenciar la cultura de cooperar, establecer complicidades, entre universidades y empresas porque la I+D se pueda retroalimentar.
"Para las pymes y micropimes industriales catalanas, la persistencia de las incertidumbres en cuanto a la resolución del denominado conflicto catalán, que enrarece las relaciones con el resto del Estado, las afecta o puede afectar de forma significativa"
El 2019 se inicia con perspectivas positivas, pero hay que asumir que será un año complejo, con incertidumbres crecientes y, con probabilidad, con una cierta pérdida de dinamismo económico a escala global. Como consecuencia, habría que emprender, sin demora, políticas e iniciativas encaminadas a solucionar los tres problemas que casi han acontecido crónicos en nuestro modelo productivo, y hacerlo antes de que las nieblas del horizonte acontezcan tormenta.