Si a alguien le había ido bien la crisis de la covid-19 es a Mark Zuckerberg. Por un tema puramente cuantitativo: más gente cerrada en casa quiere decir más consumo de medios sociales, y por un tema cualitativo: Facebook ha tenido un destacado papel en la lucha contra la pandemia y Zuckerberg ha hecho donaciones millonarias por la investigación. Durante tres meses ha sido el filántropo que aspira ser y ha dejado de ser visto como el responsable del hackeo más grande en democracia. No me lo invento yo, él mismo ha reconocido públicamente que su red social fue instrumental en la supresión del voto, en el escándalo Cambridge Analytica y en el asunto de las redes de bots rusos.
Pero este idilio entre servicio público, democracia y redes sociales se rompió con el homicidio de GeorgeFloyd, con las reacciones posteriores en las calles y en las redes, y con la gestión incendiaria que ha hecho el Presidente Trump. Y muy especialmente sus publicaciones en las redes sociales, que abrieron la Caja de Pandora.
Hace un par de años, Twitter ya se planteó si cerrar o no la cuenta de @realDonaldTrump puesto que violaba constantemente sus normas de uso, con acosos a colectivos e individuos o con contenidos —fake news y mentiras aparte— que incitan directamente al odio. La decisión entonces fue de no cerrarlo con el argumento de que la figura del POTUS es de relevancia mediática y la gente tiene derecho a saber qué piensa.
"Si a alguien le había ido bien la crisis de la covid-19 es a Mark Zuckerberg"
Pero esta vez ha sido diferente. La gota que ha hecho derramar el vaso y ha provocado una reacción en cadena, fue un tuit de Trump reproducido también en Facebook, que contenía la frase "When the looting starts, the shooting starts" (cuando empiece el pillaje, empiezan los disparos), en referencia a los disturbios en la calle de protesta por el homicidio de Floyd.
Resulta que esta frase la popularizó el jefe de policía de Miami Walter E. Headley en 1967 en una situación similar, en el marco de las protestas por los derechos civiles de los negros. Headley había manifestado en la prensa que "no le importaba ser acusado de brutalidad policial". La frase parece tener el origen en el jefe de policía de Birmingham, Alabama en 1963. Desde entonces ha sido utilizada por gobernadores, jefes de policía, alcaldes y autoridades diversas. La frase fue investigada por el Congreso de los EE.UU. con motivo de los disturbios en Washington de 1968.
Hasta el 29 de mayo de 2020, que la utilizó un presidente. Jefes de policía, gobernadores, alcaldes y políticos de todos los colores le criticaron y Twitter actuó como había dicho: lo escondió inmediatamente detrás de una advertencia de "fomenta la violencia" y impidió los retuits y los 'me gusta' para evitar la difusión. Trump contraatacó al cabo de dos días con una orden ejecutiva que exime las redes sociales de cualquier responsabilidad sobre contenido publicado por sus usuarios, una orden hecha a medida para qué él pueda publicar lo que quiera. Zuckerberg reaccionó de manera tibia a las peticiones que le pedían que marcara el mensaje a Facebook como había hecho Twitter. Manifestó que a pesar de que personalmente no le gustaba lo que había publicado Trump, "las plataformas de internet no tienen que hacer de árbitros de la verdad". De facto una declaración de guerra contra Twitter con segundas y terceras lecturas.
Zuckerberg: "Las plataformas de internet no tienen que hacer de árbitros de la verdad"
A partir de aquí, las reacciones se sucedieron en cadena. Numerosos trabajadores de Facebook incluidos algún directivo mostraron públicamente su desacuerdo con la no-reacción de Zuckerberg, organizaciones por los derechos civiles montaron la campaña de boicot #StopHateForProfit ("Basta odio a cambio de beneficios") y los grandes anunciantes decidieron dejar de anunciarse en Facebook para presionar Zuckerberg. Los anunciantes no quieren salir junto a mensajes de odio. Estamos hablando de Coca-cola, Levi Strauss, Ford, Verizon, North Face, Starbucks, Diageo y Unilever, con Pepsico y Procter & Gamble valorándolo ahora.
Este es un corte muy gordo del pastel publicitario y de la facturación de Facebook; la publicidad representa el 99% de los 70.000 millones de sus ingresos anuales. Las acciones de Facebook y Twitter cayeron siete puntos cuando este viernes se conocieron los anunciantes que dejaban de anunciarse. Con los últimos anuncios de ayer la capitalización de la red social ha caído un 8% y ha perdido en dos días 60.000 millones de dólares.
El anuncio de Mark Zuckerberg, viernes por la tarde, en que comunicaba que la plataforma empezará a suprimir contenido que incite al odio o busque desanimar el voto, y a etiquetarlo en caso de que sea de interés público (como los mensajes de políticos) llegaba demasiado tarde pero es bastante significante si lo hace la red más grande del mundo.
A Facebook le ha seguido la plataforma de vídeo en directo Twitch que ha cancelado la cuenta de Trump por incitación al odio, la red social Reddit que ha cerrado el grupo The_Donald, un foro de apoyo a Trump de donde salen muchos de los mems y los vídeos difamatorios que a menudo el presidente retuita y Youtube con el cierre de los canales de reputados supremacistas blancos.
En octubre del 2019 hubo una discreta cena en la Casa Blanca donde asistieron Mark Zuckerberg y su esposa Priscilla Chan, Donald Trump y su esposa Melania, su hija Ivanka con su marido Jared Kushner, el multimillonario y miembro del consejo de Facebook Peter Thiel y una donante de la campaña Trump y su marido. La cena no fue pública y no trascendió hasta un mes después. Jared Kushner lo había organizado deprisa aprovechando que el matrimonio Zuckerberg estaba en Washington para una audiencia en el Congreso sobre criptomonedes.
"Un pacto faustiano que en octubre podía parecer win-win y que ahora en un escenario post-covid, post-Floyd y pre-electoral parece un lose-lose"
Visto con perspectiva todo encaja. Parece que en el encuentro hubo un acuerdo tácito para que Trump pudiera utilizar la potencia de Facebook sin demasiadas restricciones de cara a las elecciones de este año, sin contenidos marcados ni cuentas canceladas. A Trump le da muy igual lo que diga Mark Zuckerberg en público sobre sus mensajes, pero no que limiten la difusión. Por otro lado, la Comisión Federal de Comercio hace tiempo que investiga Facebook por si sus adquisiciones pasadas violan las leyes de la competencia. Siempre ha planado la sombra de la Comisión que podría obligar Facebook a partirse tal y como le pasó a Microsoft en su momento. A Zuckerberg le da igual que Trump critique en público las grandes tecnológicas de Silicon Valley y las acuse de demasiado izquierdosas, pero no que le apliquen las leyes anti-trust.
Un pacto faustiano que en octubre podía parecer win-win y que ahora en un escenario post-covid, post-Floyd y pre-electoral parece un lose-lose. Zuckerberg se acercó demasiado a Trump y ha salido escaldado. El mercado ha puesto Zuckerberg en su lugar y ahora le toca a él poner a Trump. La mano invisible de los mercados a veces tiene ética.