Recientemente hemos tenido varias buenas noticias para el sistema de innovación de Catalunya. La primera es la futura llegada del supercomputador nuevo Madre Nostrum 5, fruto de una inversión de 223 millones de euros que se repartirá entre la Unión Europea, el Gobierno del Estado, y la Generalitat de Catalunya. Una nueva máquina de computación de altas prestaciones (HPC, High Performance Computing), con una importancia que se tiene que enmarcar en el contexto geoestratégico en el cual estamos inmersos. Las razones para estar especialmente satisfechos son las siguientes:
"Una nueva Guerra Fría con campo de batalla digital, liberada por el control de tecnologías estratégicas como 5G, se inició con la detención de la vicepresidenta de Huawei"
En primer lugar, el impulso a la supercomputación puede ser la evidencia de una incipiente respuesta europea a la presión estratégica a la que el viejo continente está sometida desde la explosión de la crisis de Huawei, el pasado diciembre. Anticipé que este hecho marcaría el inicio de una nueva era. Si el siglo XXI había empezado, según algunos historiadores, con la caída del Muro de Berlín en 1989, el siglo XXII (o una nueva Guerra Fría) se inició con la detención de la vicepresidenta de Huawei el pasado diciembre. Una Guerra Fría con campo de batalla digital, liberada por el control de tecnologías estratégicas como 5G. Hace pocos días, José Maria Lassalle, exsecretari de Estado de Sociedad de la Información defendía exactamente esta hipótesis en La Vanguardia, hablando del estallido de una 4a Guerra Mundial, una guerra cibernética entre Estados Unidos y China donde Europa es en estos momentos tierra de nadie. La supercomputación es una de estas tecnologías estratégicas, y la aprobación de nuevas inversiones en supercomputación europea es la primera señal de reposicionamiento europeo en este campo.
En segundo lugar, no todas las tecnologías son iguales. La supercomputación se encuentra en la bisagra entre ciencia de frontera y aplicación práctica. Permite realizar descubrimientos fundamentales en ámbitos como la química, la genética, la tecnología de materiales, o el cambio climático, pero a la hora de ser utilizada por proyectos de I+D empresariales que confieran conocimiento estratégico y ventajas competitivas al tejido económico. Europa, España y Catalunya tendrían que haber trazado una hoja de ruta específica, hace años, sobre este tipo de tecnologías que, sin duda, serán la base de la competitividad industrial y nacional en los próximos años (supercomputación, microelectrónica, inteligencia artificial, biotecnología, nuevos materiales...), y acumular inversiones y masa crítica para competir con las superpotencias indiscutibles del nuevo orden global: Estados Unidos y China.
En tercer lugar, el nuevo supercomputador puede y tiene que ser el embrión de un futuro clúster de supercomputación y semiconductores en Catalunya. No podemos permitir que sea una instalación aislada. Se tiene que clusterizar con el entorno, generando un entramado de relaciones estratégicas con agentes del entorno (especialmente, empresas) que lo utilicen de forma recurrente en un momento en qué el Big Data y la inteligencia artificial están al orden del día de las sensibilidades y necesidades empresariales. Las noticias iniciales son positivas: el Mare Nostrum 5 incorporará una plataforma experimental para desarrollar las tecnologías de las futuras generaciones de supercomputadores, con lo que se convertirá en lead user y punta de flecha de investigación para que Europa tenga soberanía tecnológica en las próximas generaciones de Mare Nostrum. La oportunidad estratégica de Barcelona es inmensa. Pocas veces los astros se alinearán como lo están haciendo ahora: las futuras versiones de supercomputadores necesitarán microprocesadores (chips) ultrarápidos que tienen que ser diseñados y fabricados en Europa. Barcelona, con el Supercomputing Centre, el liderazgo y la autoridad indiscutible de su fundador (el profesor Mateo Valero), la investigación en semiconductores desarrollada en las universidades, otros agentes como el Centro Nacional de Microelectrónica de Bellaterra y una base industrial y emprendedora de referencia en el continente tiene la posibilidad de hacer crecer un potente clúster en tecnologías de computación y semiconductores, una de las industrias más competitivas y rentables del mundo. Las inversiones públicas necesarias para desarrollar el clúster (incentivos en I+D consorciada) son sólo incrementales respecto a las ya realizadas. No lo podemos dejar escapar!
"Europa, España y Catalunya tendrían que haber trazado una hoja de ruta específica, hace años, sobre la supercomputación, microelectrónica, IA o biotecnología que serán la base de la competitividad industrial y nacional en los próximos años"
Por último, y en otro orden de cosas, hace pocos días se inauguró el nuevo centro de impresión 3D industrial de HP en Sant Cugat, el más grande del mundo. Otra de las tecnologías exponenciales, que reconfiguraran las reglas del juego del manufacturing mundial, y que optan por Catalunya como centro de desarrollo. Dos grandes noticias que nos marcan el camino a seguir: cooperación institucional, estrategia tecnológica, liderazgo científico y empresarial, competitividad y prosperidad compartida.