Catalunya es un país de una fuerte tradición industrial y exportadora. La industria catalana sufrió una fuerte bajada (-11,3%) el 2009, pero el 2015 el valor de su PIB ya superaba en siete décimas lo del 2008. El anuncio de la marcha de Nissan es un golpe muy fuerte por nuestra industria que, a pesar de que su resiliencia está sufriendo las consecuencias de la reestructuración global de un sector (el del automóvil), que se encuentra inmerso en un rapidísimo proceso disruptivo y de transición hacia un nuevo modelo de vehículo eléctrico, compartido y (quizás) autoconducido. No sabemos cómo será el automóvil del futuro, pero el mercado se está híper segmentando en nuevas categorías con diferentes grados de electrificación; las generaciones más jóvenes no contemplan adquirir un vehículo de propiedad (como era habitual hace unos años), la irrupción de la inteligencia artificial traerá nuevas capas de softwarització y asistencia al conductor. Y los grandes mercados se desplazan hacia Asia.
Seria muy largo hacer una diagnosis correcta del futuro del sector. Pero a la convulsión en esta industria en particular tenemos que superponer las tendencias de fondos de la globalización, aceleradas después de la crisis del Covid; y tenemos que considerar también las respuestas de los diferentes territorios a estos cambios.
La crisis del Covid ha puesto de manifiesto la importancia de disponer de industria local sofisticada, en sectores como textiles avanzados, dispositivos médicos, biotecnología o nuevos materiales. La importancia de mantener una sociedad próspera hace extensiva esta necesidad a cualquier industria de media o alta tecnología. Este era una corriente de fondo que ya se había puesto de manifiesto antes del Covid: Asia nos ha mostrado la potencia de la política industrial. Los diferentes países asiáticos (democracias como Japón, Corea del Sur o Taiwán), y ahora China, han puesto en marcha mecanismos de desarrollo económico basados en política industrial y tecnológica, que han permitido grados de desarrollo inusuales por su velocidad y potencia. Según McKinsey, Asia es una fábrica de outperformers, economías híper-productivas que han pasado de la precariedad a la prosperidad a una velocidad sin precedentes.
"La crisis de la Covid ha puesto de manifiesto la importancia de disponer de industria local sofisticada, en sectores como textiles avanzados, dispositivos médicos, biotecnología o nuevos materiales"
Asia ha hecho política industrial y tecnológica decidida. También lo han hecho los EE.UU., aunque decía que no la hacía: la industria tecnológica americana se explica de acuerdo con los desbordamientos de conocimiento que generan grandes proyectes tractores como las misiones espaciales. El Norte de Europa empezó a despuntar en tecnología con las políticas finesas y suecas, que dieron lugar a Nokia y a Ericsson a finales del pasado siglo. Alemania se suma al impulso a sus clústeres de pequeñas y medianas empresas con la extensión del modelo Industria 4.0, como respuesta a la crisis de 2008, y su estrategia de alta tecnología. Merkel no renuncia al "capitalismo de estado" para impulsar nuevos "campeones nacionales".
La tendencia en el Sur de Europa ha sido la inversa. Salimos de la crisis del 2008 con una fuerte descapitalización tecnológica. No me canso de repetir, alarmado, como España continúa anclada en el 1,24% de inversión en I+D/PIB; y como Catalunya sigue en el 1,5%. Los países europeos, a la famosa Cumbre de Lisboa del 2000 se conjuraron para "convertir Europa en la Economía más competitiva del mundo basada en conocimiento". La Agenda Europa 2020 contemplaba una inversión del 3% en I+D/PIB el 2020. Estamos a la mitad. Empiezo a escuchar voces que fijan un objetivo del 2% por el 2030. ¡2% era para el 2010! Quién acepte estos objetivos, acepta veinte años de retraso en política tecnológica. El 2030, Asia se encaminará hacia el 5%.
"No me canso de repetir, alarmado, como España continúa anclada en el 1,24% de inversión en I+D/PIB; y como Catalunya sigue en el 1,5%"
Estamos sufriendo un auténtico y doloroso "brain drain". Generamos talento, y conocimiento, que no explotamos localmente porque nuestro tejido empresarial no lo puede absorber. ¿Cuántos de nosotros conocemos jóvenes muy preparados que tienen que migrar al extranjero? Seguimos paralizados en dos axiomas que se han mostrado incorrectos: a) la mejor política industrial es la que no existe (o, en otras palabras, lo mejor que puede hacer la Administración es no hacer nada), y b) la I+D se hace en universidades y centros de investigación y (si se puede) se transfiere. Axiomas obsoletos e inciertos. Hemos visto cómo, en otros países, las políticas de atracción, desarrollo y concentración de actividades industriales de valor han dado frutos; y como los países más avanzados fomentan de manera explícita los proyectos de I+D industriales en cooperación con universidades y centros de investigación.
Propongo lo siguiente: dediquemos el 1% del presupuesto de la Generalitat al impulso de proyectos de alta tecnología y elevado impacto en entornos industriales. Sólo el 1%. Unos 250 millones anuales. Para activar 200 núcleos industriales de alta tecnología en todo el territorio, cada uno de ellos orientado a generar ventajas competitivas industriales y ocupación de calidad. Proyectos de elevado reto científico-técnico y elevado impacto sectorial, que pueden ser orientados en retos temáticos: cambio climático, inteligencia artificial, biotecnología, vehículo eléctrico... Proyectos desarrollados por empresas, que atraigan inversión privada en proporción de 1 a 3, movilizando por año una inversión en I+D de unos 750 M€. Y con este 1%, fijarnos un objetivo de impulsar 50 startups deep tech por año, surgidas de entornos científico-técnicos.
"Propongo que dediquemos el 1% del presupuesto de la Generalitat al impulso a proyectos de alta tecnología y elevado impacto en entornos industriales"
Deep Tech Catalonia. Sólo el 1%. Si lo hacemos de forma sostenida, la generación de tejido tecnológico, la aparición de clústeres tecnológicos y el acercamiento hacia los estándares europeos será rápida. No estamos inventando la rueda: es lo que han hecho los países líderes. Si fuéramos consultores, esto es el que le diríamos a una empresa que nos contratara: destine una parte pequeña de su presupuesto a proyectos disruptivos, a proyectos que puedan transformar su realidad, a proyectos que aseguren su supervivencia y éxito en el medio plazo. Sólo un 1%. Pongamos hilo a la aguja.
*[1] . Solà and X. Sáez, La industria catalana: evolución reciente, estructura sectorial y estructura empresarial, in: 3r Congreso de Economía y Empresa de Cataluña - Hoja papeles. URL https://www.scipedia.com/public/sola_2018a