Facebook lanzará su propia moneda, Libra, el próximo año. La red social se convertirá así en un sistema monetario con capacidad de gestionar transacciones internacionales. Los intercambios se podrán hacer también a través de Whatsapp o Messenger. No parece una mala idea: al fin y al cabo, si a través de Whatsapp podemos enviar fotos, vídeos, o documentos, por qué no poder enviar dinero? Sin embargo, esta idea tiene profundísimas implicaciones que posiblemente ahora no somos todavía capaces de medir.
"Una moneda digital podría amenazar la estabilidad de las monedas físicas? Quizás. Y si Google y Amazon (y otras plataformas digitales americanas y chinas) siguen el camino de Libra?"
A golpe de clic, instantáneamente, se podrán hacer transacciones monetarias en una nueva moneda ideada por Facebook. Libra competirá con el dólar, el euro, el yen o el yuan? No lo sabemos... este es el inicio de un camino inexplorado que, como muchos de los caminos abiertos en la era de la disrupción digital, iremos conociendo a medida que avanzamos. Una moneda digital podría amenazar la estabilidad de las monedas físicas? Quizás. Y si Google y Amazon (y después, otras plataformas digitales americanas y chinas) siguen el camino de Libra? Nos encaminamos hacia un mundo gestionado por un mosaico de monedas oficiales, reguladas por estados y bancos centrales y otros emitidas por consejos de administración de plataformas digitales? Esto es estable? Aun así, forma parte de la dinámica que están siguiendo los gigantes digitales: el valor financiero de Google, Amazon, Apple, Microsoft y Facebook se acerca ya al PIB de Alemania. Y, si siguen el camino de crecimiento, quizás en 10 años el valor de estas empresas se acerque al PIB de la Unión Europea. Plataformas digitales acontecen estados paralelos, con atribuciones hasta ahora propias de los estados. Su influencia, de hecho, supera la de la mayor parte de naciones del planeta.
Libra se sustentaría en tecnología blockchain (de cadenas de bloques). Su funcionamiento parece más razonable que el del famoso bitcoin (que también se sustenta en blockchain), dudosa moneda virtual. A pesar de su fama, y la revalorización reciente, no está claro quién o que hay al detrás de bitcoin. Su componente ideológico (carencia de control central) tiene debilidades operativas (cómo y quienes regula el número de bitcoins en circulación, o la carencia de control fiscal, que lo abona por transacciones poco claras), y efectivamente, a la práctica, todavía surgen más sombras (extrañas "granjas" de fabricación de bitcoins en la China y exceso de consumo energético del sistema por sus exigencias de computación). Todo ello, quizás óptimo por rápidas ganancias especulativas pero muy dudoso en su conjunto.
Libra, la moneda de Facebook, parece más sólida que bitcoin. La idea de Facebook es estabilizar Libra con una indexación en una cesta de activos financieros, evitando así las burbujas especulativas. La nueva moneda sería creada a partir de moneda real. Las operaciones en cada país tendrían que cumplir con las leyes de blanqueo de capitales, y un organismo central, establecido en Suiza, y formato por una serie de organizaciones como Visa, Mastercard, PayPal o Uber tomaría las decisiones sobre la evolución de la nueva moneda. Sorprendentemente (o no), en este consorcio, de momento, no hay ningún banco.
Con este movimiento, Facebook se convertiría en una especie de sistema económico propio, abierto a 2.400 millones de personas (sus usuarios). Libra permitiría una rápida hiperfinanciación de Facebook. Si cada usuario comprendido, por ejemplo, 1.000 dólares en Libras, el volumen de circulación sería de 2.4 billones (casi dos veces la economía española), y convertiría a Facebook en una de las entidades financieras transnacionales más grandes del mundo, con una potestad reservada hasta ahora a las autoridades monetarias de los países: poner más o menos moneda en circulación. No está claro el efecto en la estabilidad financiera global que este tipo de movimientos podrían tener. Y esto es sólo el comienzo: qué pasaría si se empezaran a hacer transacciones comerciales a gran escala a través de la red de Facebook? O, para verlo más claro, que pasaría si a continuación Amazon creara su propia moneda (y forzara a fabricantes y a consumidores -los primeros atrapados por el poder de negociación de Amazon y los segundos fidelizados y adictos a la empresa- a operar en su moneda virtual)? El asalto digital al sistema financiero global no ha hecho más que empezar: qué pasaría si Google consiguiera permisos para gestionar depósitos bancarios, y pudiéramos ingresar nuestra nómina en Google Bank, que nos ofrecería un nivel de regreso/ riesgo perfectamente calibrado, con algoritmos de inteligencia artificial que invertirían a la velocidad de la luz nuestros ahorros, de forma dinámica, en cualquier lugar del planeta? Qué banco clásico se habría transformado digitalmente para batir a Google?
"Es Facebook una empresa fiable para constituirse en banco, o en subsistema monetario? Qué efectos puede tener todo esto para la democracia?"
El efecto de todo esto puede ser una disrupción masiva del sistema financiero. Sin embargo, es Facebook una empresa fiable para constituirse en banco, o en subsistema monetario? Recordemos que acaba de ser multada con 5.000 millones de dólares por ceder datos personales de 80 millones de usuarios a una empresa como Cambridge Analytica, que aparentemente las utilizaba para alterar procesos electorales. Qué efectos puede tener todo esto en la misma democracia? La influencia de las plataformas digitales, ampliadas al control de subsistemas financieros, sería incalculable.
La expansión de estos depredadores digitales se asemeja a un Big Bang: se extienden por todas partes. Cuanto más grandes son, más datos tienen, mejor pueden entrenar sus algoritmos, más inteligencia de mercado, más usuarios, más ingresos, más capacidad de hacer I+D, mejores algoritmos y más fuerza para invadir otros sectores y obtener nuevos datos para iniciar el ciclo. No sólo su dimensión empieza a ridiculizar muchos países. También empiezan a asumir funciones reservadas hasta ahora a los estados (y, específicamente, a los estados líderes), como la exploración espacial (el fundador de Amazon lidera misiones que pretenden aterrizar a la luna en 2024), o la investigación fundamental (especialmente, la relacionada con inteligencia artificial). Ahora pueden capturar parte de la política monetaria. Y acabarán, en sí mismas, convertiéndose en sistemas económicos propios. No conquistando los mercados, sino siendo los mercados.