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Fórmula 1, un fracaso ganado con esfuerzo

30 de Enero de 2024
Xavier Roig VIA Empresa

Una de las características de los gobiernos de los últimos años en Catalunya consiste en decirle al ciudadano que las cosas cambiarán sin tener la mínima intención de hacer nada al respecto. Y de la misma manera que las acciones tienen consecuencias, la inmovilidad también las tiene. En el mundo empresarial, el cambio constante es normal porque la vida es cambio. En las empresas, este principio está asumido porque va en su supervivencia. No es así en la administración pública. La gente del ámbito privado trabaja hacia objetivos, cada uno a su nivel. La empresa establece presupuestos para alcanzar objetivos previamente fijados. Cada individuo, a su nivel, tiene asignadas tareas para lograr objetivos. Esta es la gran diferencia con el mundo funcionarial. Para ser funcionario, en general, no es necesario trabajar con objetivos. Simplemente, el tiempo pasa y el año avanza. Hablo en general, por supuesto. Es una rutina que horroriza a muchos de nosotros. Pero hay personas que no quieren compromisos. Todos ellos son los que han trabajado para que la Fórmula 1 se vaya de Barcelona. Todos juntos han hecho un gran esfuerzo de resistencia para que nada cambie.

Hace años, no tantos, mantuve una reunión con los gestores del Circuit de Catalunya, bautizado como Catalunya-Barcelona por aquellos que piensan que la imagen de marca de Barcelona no lleva a ninguna parte por sí sola. Una reunión que me resultó un tanto surrealista. Lo primero es que el director general no asistió, estaba en la oficina de al lado, hasta el final porque, según él, había decidido que el tema era menor. No lo era, ni mucho menos, ya que se trataba de proporcionar al circuito unos ingresos adicionales que lo hicieran menos dependiente del erario público. Supongo que era precisamente esta idea la que no le gustaba. El vodevil no duró mucho. Me sacó de quicio.

 

"Porque las negociaciones con los propietarios de la marca de F1 siempre terminaban a golpe de talonario. Un talonario con cheques de la Generalitat, claro está"

El director del circuito mostraba una especie de arrogancia, la que poseen aquellos que quieren demostrar que están de vuelta. Según él, había visitado otros circuitos y su actitud era la de alguien que lo sabe todo, y nosotros no teníamos nada que explicarle, aunque otro circuito, quizás el más importante de Europa, ya fuera nuestro cliente. Era extraño, ya que lo que estábamos proponiendo, precisamente, es lo que hacen otros circuitos en el mundo. También me sorprendí cuando algunos de los asistentes, cargos de nivel medio-alto dentro del circuito, frente a algunas afirmaciones, se mostraron preocupados porque nuestra propuesta podía implicar el cambio de algunos de los proveedores que ya tenían. Cuando alguien se preocupa por eso... Bueno, aquí lo dejo. También visité las instalaciones, que encontré realmente lamentables debido al pobre mantenimiento. En resumen: un circuito en plena decadencia, como supongo que puede ser cualquier circuito de un país tercermundista. Nada de los glamurosos a los que la F1 nos tiene acostumbrados.

El caso es que quedé lo suficientemente preocupado como para investigar quién era quién. Entre otras, digamos, curiosidades organizativas y comportamientos internos, descubrí que el director tenía como objetivo estar en el circuito para, después, lanzar su figura como candidato a alcalde de un pueblo. Un pueblo de, aproximadamente, 6.000 habitantes. ¡Vaya nivel! Esto son puertas giratorias. El resto son nimiedades. En cualquier caso, ya ven en manos de quién estaba el circuito y cuáles eran los objetivos.

Dado que me enfadé como contribuyente y catalanista consumado, fui a ver al responsable del departamento, lo que nosotros llamamos consejero y que, en tierras de Alemania, por ejemplo, llaman ministro, para expresarle mi preocupación sin explicarle mi negocio. Le dije claramente que ese circuito estaba destinado a fracasar en cualquier cosa que persiguiera, ya que su equipo directivo apenas sería capaz de gestionar una pescadería. Él me explicó que había cambios que realizar. Y así fue. Los iba llevando a cabo. La intención era acercar el circuito a una empresa que pudiera sobrevivir sin financiamiento público. Desafortunadamente, el responsable de la consejería fue reemplazado por otro que hacía más juego con ciertas filas partidistas.

"El inmovilismo del papá Estado es perjudicial cuando invade el sector privado. Se dice que España puede tener dos competiciones de F1. Bueno, la opinión es libre"

Después ha habido sustituciones en el circuito. Pero siempre en línea de estimular la dependencia que crea el presupuesto público. Porque las negociaciones con los propietarios de la marca de F1 siempre terminaban a golpe de talonario. Un talonario con cheques de la Generalitat, claro está.

No intentaré aquí vender los valores de la empresa privada sobre el sector público, en general. El tema ya está lo suficientemente manoseado y la opinión pública muy intoxicada. Pero querer mantener un circuito con funcionariado y pretender ganar la apuesta periódica solo a golpe de talonario demuestra la incompetencia y la ignorancia de quienes mandan. Todavía no saben que, en una subasta de este tipo, siempre hay alguien dispuesto a pagar más. De la misma manera que, si nos empeñamos en producir barato, siempre habrá alguien que nos gane.

Se acostumbra a decir que el éxito tiene muchos padres, mientras que el fracaso es huérfano. No es el caso de este posible traslado de la F1. Se han empleado muchos esfuerzos de mucha gente para que nada se moviera en el Circuit de Catalunya. El inmovilismo del papá Estado es perjudicial cuando invade el sector privado. Se dice que España puede tener dos competiciones de F1. Bueno, la opinión es libre. En cualquier caso, propongo instalar una pasarela por donde desfilen todos aquellos que han luchado para que la F1 pueda abandonar Cataluña. Y si se queda, será a costa de mi bolsillo. Y del de ustedes también. Trabajar para que esto sea así ha sido mérito de muchos. Hay de todo tipo, altos, bajos, delgados, gordos, otros que hablan con la boca llena, etc. Que pasen, que pasen todos, los iremos aplaudiendo.