"La verdad es señal, la falsedad es ruido": quien dice esto no es un padre de la Iglesia ni un filósofo de la Sorbona, sino Elon Musk, en la conversación abierta que mantuvo el pasado miércoles acompañado de Robin Wheeler y Yoel Roth y que ya han escuchado 2,5 millones de usuarios. Y ciertamente son días de dar muchas explicaciones para el nuevo propietario de la red social. Elon Musk empezó su reinado afirmando que sacaba el pajarito de la jaula, pero el bicho se ha metido en la caja de los truenos.
¿Qué es señal y qué ruido? ¿Qué está pasando?
Si cito los nombres de Wheeler y Roth se debe a que ambos fueron noticia esta semana como parte del grupo de directivos que habrían dejado la compañía: así lo explicaron muchos medios como La Vanguardia, Marca o Expansión. En realidad, Wheeler no se ha ido pero Roth sí. Esto lo sabemos porque la primera, Wheeler, hizo un tuit el día 11 diciendo "todavía estoy aquí", desmintiendo la agencia Bloomberg que aseguraba lo contrario horas antes. En cambio, de Roth sabemos por TechCrunch que sí ha dimitido, y él mismo lo da a entender en su biografía de Twitter, donde la palabra Former precede su cargo directivo en la red social. Un directivo, por otra parte, cuestionado por algunos entornos pro-Trump desde que en un tuit de 2017 calificara a su administración de nazis, aparte de tener la peculiaridad de ser el community manager de su propio perro, @pastrami.
Señal y ruido. La rectificación de la información sobre la falsa dimisión de Wheeler no nos ha llegado por los medios generalistas, como seguramente no llegarán tampoco muchas de las cosas que se están sucediendo, en tiempo real, en la vida de la red social especializada en el tiempo real. Existe, por ejemplo, todo el revuelo de las cuentas verificadas que no son reales, sino que se hacen pasar por empresas o personalidades. La farmacéutica Eli-Lilly perdió un 4% de su valor en bolsa por los tuits de una cuenta fake, y un senador demócrata pactó con un periodista del Washington Post que le creara una cuenta verificada de pago bajo su nombre y no va tener problemas, como explica Miguel Jiménez en El País, por poner dos ejemplos. Este servicio de Twitter se ha suspendido hasta que no se pueda asegurar algo de orden. Y lo más paradójico es que esta medida buscaba precisamente eliminar la falsedad en la conversación social, una de las obsesiones de su nuevo propietario. La situación está -desde el punto de vista informativo- enloqueciendo hasta el punto de que mientras los medios generalistas decían que Twitter pierde usuarios, Elon Musk se chuleaba en un tuit que la red social alcanzaba (el pasado viernes) el máximo histórico de usuarios activos.
Se abre un período apasionante en una red social que ha tenido una influencia decisiva en la política de un buen puñado de países, y de cómo esto evolucione depende, en parte, la salud de nuestro ecosistema informativo. Es una batalla entre señal y ruido, y tener buen oído será, en buena parte, de fuentes de información. Aquí, los medios convencionales son, quieran o no, arte y parte en este debate: las redes están robándole el espacio de organizadores de la plaza pública. Algunos medios especializados cuentan con profesionales que incorporan la perspectiva del oficio de informar de los mismos temas desde hace años y tienen buenas fuentes. Pero tanto unos como otros -generalistas y especializados- tienen como recurso decisivo una fuente de información a la que podemos acceder directamente los ciudadanos: la misma conversación en Twitter, que es gracias a la que hemos sabido, al fin y al cabo, si Wheeler y Roth habían o no dimitido.
Que hay una batalla por ser la plaza pública lo dice el propio Musk en un hilo publicado también esta semana: "Mientras Twitter persigue el objetivo de elevar el periodismo ciudadano, la élite de los medios intentará todo para impedir que esto suceda. Los medios de comunicación tradicionales seguirán prosperando, pero el aumento de la competencia de los ciudadanos hará que sean más precisos, ya que su oligopolio sobre la información se verá alterado". Si será o no capaz de "elevar el periodismo ciudadano", no lo sabemos y es parte de la inquietud: a veces, el remedio es peor que la enfermedad.
Señal y ruido. Es interesante leer la transcripción del encuentro que tuvo Musk con los trabajadores, donde expuso de forma bastante clara su visión del futuro de la compañía. Allí descubrimos que el nuevo CEO quiere llegar a los 1.000 millones de seres humanos reales conversando para ser efectivamente la "plaza pública" y que la quiere convertir en sitio para intercambiar dinero, además de contenidos. En cuanto a la experiencia de conversación, veremos más facilidades para los creadores de contenido audiovisual. Y para los anunciantes, continuará inexorablemente la evolución que ya estamos viendo en Tik Tok: la gente no quiere los anuncios de televisión adaptados a formato digital sino que se quedará mirándolos por el mismo motivo que consume un contenido orgánico: que es un buen contenido sobre temática que le interesa.
En un momento de la charla, Musk suelta una información que es más señal que ruido, y que no invita a esperar mucha tranquilidad. Es cuando reflexiona sobre la recesión que contempla para los próximos uno o dos años. ¿La receta para superarla? "seremos paranoicos, y sobreviviremos".