Estoy siguiendo con interés y admiración los trabajos de la Comisión de la Verdad en Colombia, un cuerpo colegiado liderado por el increíble Francisco de Roux y formado por once personas, escogidas al margen del Gobierno y los partidos, que ha tenido el apoyo de cientos de investigadores. Desde 2018 se ha dedicado a tiempo completo a aclarar los patrones y las causas del conflicto armado del país con vocación de satisfacer el derecho a la verdad de las víctimas y de la sociedad, promover el reconocimiento de todo lo que ha pasado y poner las bases para que no vuelva a pasar.
El horrible conflicto armado de Colombia va desde los años sesenta hasta hace muy poco, si es que se ha acabado, y una de las cosas más terribles es el negacionismo que lo ha envuelto. Muchos sectores de la sociedad se negaban a reconocer lo que pasaba, desde las FARC hasta el propio Gobierno, y buena muestra de ello es que este pasado 28 de junio el presidente saliente del país, Iván Duque, no asistió al acto solemne en el que la Comisión presentaba su informe después de tres años de trabajos.
El Informe se ha construido a partir de casi 30.000 testimonios, tanto de víctimas como de agricultores, militares, políticos, empresarios, miembros de grupos armados ilegales o pueblos indígenas. También ha recibido más de 1.000 informes de diferentes organizaciones y ha tenido la actividad de 28 Casas de la Verdad en municipios especialmente afectados por el conflicto… un esfuerzo que ha permitido poner nombres y apellidos a las víctimas, personas concretas que quizás con este reconocimiento podrán empezar a recuperar la dignidad. Pero lo primero es el reconocimiento. 450.664 homicidios, 121.768 desapariciones forzadas, 50.770 secuestros, 16.238 reclutamientos entre las víctimas, 7.752.964 desplazamientos forzados. 8.775.884 personas concretas.
Diferentes formatos para mirar a la cara a un drama que no estaba siendo atendido
El Informe Final se estructura en distintos volúmenes y está disponible en la web de la Comisión. Merece una visita atenta, como también merece atención la mucha documentación adicional que la Comisión ha ido generando durante estos años de trabajo, abrazando diferentes perspectivas desde el género hasta la etnia o las franjas de edad, enfoques como el territorial, el artístico o el psicosocial, e incluso guías para periodistas que quieran tratar el tema o consideraciones para actores empresariales, todo disponible en la web.
Una delicada metodología para afrontar un problema que aún causa dolor, con recursos como los Encuentros por la Verdad, los Espacios de escucha, las Contribuciones a la verdad, los Diálogos para la no continuidad y la no repetición, diferentes formatos para mirar a la cara a un drama que no estaba siendo atendido, una tarea que recoge y documenta y que estará a disposición de todo el mundo en el Museo de Memoria de Colombia. Un esfuerzo que no pretende impartir justicia, sino reconocer y explicar, entender y combatir.