En el año 2008, tres cooperativas de atención a las personas, EAS, Escaler y CTF, se fusionaron para crear Suara Cooperativa. Un proyecto que actualmente reúne a casi 5.000 profesionales y factura 100 millones de euros. Una historia de éxito sin precedente que, desde mi punto de vista, se produce por dos factores clave. En primer lugar, mediante una reflexión estratégica que pone el foco principalmente en el entorno. Efectivamente, el despliegue de la Ley de la dependencia hace aflorar un mercado público relevante de servicios de atención a las personas (una gran oportunidad), pero a la vez aparecen grandes operadores que ven el potencial emergente de este sector (una gran amenaza). La respuesta es inmediata, hay que fusionarse para generar un operador y tener un papel relevante en el sector de atención a las personas desde el modelo cooperativo. Y aquí viene el segundo factor, el papel de las personas que lideran las cooperativas que tienen la visión y a la vez ponen el proyecto colectivo por delante de los intereses personales.
La historia se repite, a pesar de que han tenido que pasar 13 años para que haya una nueva fusión con mayúsculas en el cooperativismo. La campanada sonó el 30 de junio pasado cuando las cooperativas Som y Abacus avalaron en sus respectivas asambleas fusionarse para dar una respuesta conjunta a los retos de la digitalización del sector educativo y cultural de nuestro país. Y, de nuevo, saber leer lo que pasa y prever lo que pasará en nuestro entorno es lo que desencadena el proyecto de integración. ¿Cuáles son los retos? La digitalización, que provoca cambios radicales en los modelo de consumo, y unos megacompetidores con los que nos tenemos que enfrentar. La respuesta es, nuevamente, la creación de un gran operador cooperativo especializado en la creación y distribución de contenidos culturales y educativos. Abacus nació en 1968 (no es casualidad) y desde entonces ha sido un referente en este ámbito, como Som, que desde hace 25 años se ha hecho un espacio importante en la generación de contenidos culturales con un fuerte componente innovador. El entorno ha cambiado (radicalmente) y los éxitos pasados no garantizan los futuros. Así es que si el entorno cambia, tenemos que cambiar; renovarse o morir.
Nos guste o no, disponer de masa crítica suficiente (nunca lo es lo suficiente) es indispensable para poder competir y sobre todo tener impacto. No tenemos que crecer como una maldición y a regañadientes, más bien al contrario, lo tenemos que hacer convencidos de que si SomAbacus tiene ahora mismo un millón de personas socias será mucho mejor cuando tenga dos. Será un proyecto más fuerte, más sólido, más sostenible, con más capacidad de innovar y generar impacto, y el modelo cooperativo estará mucho más presente en el conjunto de nuestra sociedad.
No debe ser casualidad que un grupo de economía social, en este caso, Clade, genere el clima y caldo de cultivo suficientes como para que las alianzas y las fusiones se produzcan de forma más natural
Un par de apuntes más; tanto las cooperativas fusionadas ahora como las que lo hicieron hace 13 años, citadas al inicio del artículo, forman parte del Grupo Clade. No debe ser casualidad que un grupo de economía social genere el clima y caldo de cultivo suficientes como para que las alianzas y las fusiones se produzcan de forma más natural. Por otro lado, en ambos casos se mantiene el empleo (en el caso de Suara, además, con un crecimiento espectacular desde la fusión). A diferencia de otros modelos, en el cooperativismo se prioriza preservar los puestos de trabajo, dado que las personas están, de verdad, en el centro de las organizaciones.
A pesar de podernos felicitar por estos dos magníficos ejemplos de fusión, no podemos estar, ni mucho menos, satisfechos. Trece años son demasiados entre una operación y la otra. Nos hacen falta muchas más; el mundo no se para y el cooperativismo, si tiene la mirada larga y actúa en consecuencia, puede aportar mucho en el nuevo paradigma empresarial del siglo XXI para una sociedad con menos desigualdad y con más equidad.