Júntate si quieres ganar

20 de Mayo de 2020
Act. 22 de Julio de 2020
Genís Roca

Las autoridades han empezado a ejecutar el desconfinamiento progresivo del país, y a la práctica esto equivale al intento de volver a la actividad, volver a abrir tiendas, restaurantes, fábricas y teatros, volver a la calle para visitar a familiares y amigos, volver a hacer deporte y a pasear mirando el cielo. Pero volver a hacer cosas no quiere decir volver a la normalidad, ya que la enfermedad no ha desaparecido y continúa el riesgo de infectarse y que haya nuevos rebrotes. Así que el desconfinamiento equivale a un retorno a la actividad, pero bajo condiciones. Los restaurantes deben garantizar una distancia entre mesa y mesa, las tiendas han de tomar medidas de prevención y tratar de evitar que toquemos el género, los teatros han de reducir su aforo, debemos utilizar mascarillas y hay que evitar darnos la mano o abrazarnos. Esta anomalía, esta manera de hacer sometida a nuevas normas preventivas, se alargará durante tanto tiempo como sea necesario hasta que hallemos un tratamiento o una vacuna que nos permita vivir sin el miedo que ahora nos ha invadido. Según con quien hables te dibuja un horizonte más largo o más corto, pero parece que todo el mundo coincide en decir que la solución médica no llegará a todo el mundo hasta bien entrado el 2021, y puede que incluso el 2022.

"El periplo que va de ahora hasta la vacuna se hará largo para muchos negocios, y la diferencia la marcará su capacidad de reinventarse, o su fortaleza financiera"

Estamos en mayo del 2020 y parece que deberemos trabajar bajo condiciones más o menos alteradas los próximos doce o dieciocho meses, puede que incluso más. No está nada claro que un teatro pueda sobrevivir si ha de trabajar durante quince meses con la mitad de su aforo. No está claro que un restaurante de veinte mesas pueda sobrevivir si durante un año y medio sólo puede utilizar siete u ocho. No está claro que una tienda pueda sobrevivir si durante más de un año la gente no puede escoger y toquetear sin alguien a su lado vigilando. Estas condiciones de trabajo afectarán al resultado. Hay sectores que claramente deberán adaptarse a trabajar con menos actividad (menos mesas, menos clientes) y eso querrá decir subir precios, o reducir puestos de trabajo, o las dos cosas. Será difícil continuar trabajando dentro de la categoría Low Cost, y reconvertirse a Premium no está al alcance de todos ya que es una propuesta muy diferente tanto en servicio como en producto.

El periplo que va desde ahora hasta la vacuna se hará largo para muchos negocios, y la diferencia la marcará la capacidad de reinventarse, o su fortaleza financiera. Hay negocios que dan o pueden dar un buen rendimiento, pero que aún están atrapados en la amortización de las inversiones hechas o la devolución de la deuda. Quien tenga liquidez, efectivo o capacidad de endeudarse, estará en mejores condiciones que aquellos que ya estén muy apalancados y con dificultades para acceder al efectivo necesario para superar esta situación. La nueva clasificación será entre aquellos que tienen cash y aquellos otros que lo necesitan. Es el territorio más propicio para la proliferación de fusiones y adquisiciones. Gente que no se había planteado vender deberá hacerlo como mal menor, dada la falta de liquidez que les empuja al precipicio de la suspensión de pagos. Veremos compra-ventas inesperadas, y algunas a precios sorprendentes. Este escenario puede tener dos caras, la mala si los movimientos son abusivos y prepotentes, pero también podría ser ilusionante si dan paso a procesos de concentración que configuren nuevos grupos con el tamaño suficiente para competir en el mundo.

"Si vienen procesos de concentración, podríamos hacer apuestas estratégicas para dar pie a la creación de una nueva hornada de empresas más grandes y más adaptadas a los mercados globales"

Nuestro tejido industrial y empresarial no se caracteriza precisamente por tener grandes grupos que compitan en las grandes ligas. Tenemos un contexto muy fragmentado con un tamaño de empresa más pequeña que mediana, y a menudo dominada por una cultura que da más valor al control de la propiedad que a una mayor cuota de mercado. Preferimos ser amos antes que socios, y eso nos ha llevado a ser más locales que globales. Si es cierto que vienen procesos de concentración, como país podríamos hacer apuestas estratégicas para dar pie a la creación de una nueva hornada de empresas más grandes y más adaptadas a los mercados globales en los que nos toca competir. Antes se decía “divide y vencerás” y ahora los tiempos han cambiado: “júntate si quieres ganar”.