Humanos, robots y un gallo en la Festibity

El pasado martes se celebró la edición número 17 de la Festibity en el Teatro Nacional de Catalunya. La edición de este año estuvo dedicada a los robots y al impacto que tienen en la sociedad. El acontecimiento se dividió en diferentes actas de los que, parlamentos institucionales de lado, destacaban la actuación inicial, el debate central y la entrega de premios.

Festibity

La bailaría y coreógrafa Sol Picó en la Festibity. | Cedida

La actuación inicial fue a cargo de la bailarina y coreógrafa Sol Picó y de la UR10e, un robot colaborativo de Universal Robots. Con una coreografía creada especialmente para la ocasión, Sol dialogaba con el brazo robótico que reaccionaba a sus movimientos como si fuera su compañero humano de baile. Persona y máquina se fundían en una coreografía perfecta donde cada cual aportaba su calidad más destacada, el humano su creatividad y capacidad de improvisación y la máquina la precisión de sus movimientos y su fuerza. En un momento del baile Sol, en brazos del robot (brazo), se dejaba llevar por el movimiento del robot que la hacía girar.

Inicialmente los robots sólo habían hecho los trabajos de las tres p, trabajos que para los humanos eran pesados, cerdas o bien peligrosas (traducción libre de las tres d inglesas: dull, dirty, dangerous). Los robots de la SEAT hace 40 años que montan coches, la Roomba nos limpia el suelo y los Harris T7 desactivan bombas. Pero los últimos años hemos añadido al trabajo de los robots p de precisión (en inglés una d de delicate); máquinas capaces de operar con la precisión de un cirujano o de coordinar sus movimientos bailando con un humano.

"Los últimos años hemos añadido máquinas capaces de operar con la precisión de un cirujano o de coordinar sus movimientos bailando con un humano"

La actuación fue el prólogo perfecto para el debate entre Carme Torras, doctora en Informática y profesora de investigación en el Instituto de Robótica e Informática Industrial, y un servidor en mi vertiente de ingeniero informático y divulgador, debate moderado por Albert Murillo, director y presentador de Generación Digital de Catalunya Ràdio. La conversación se centró entre la relación que humanos y robots teníamos que tener, del impacto de la robotización en la sociedad, en cómo nos afecta como personas y en la ética que hay en la última. La conversación se hizo corta.

De entrada hablamos del trabajo de la Dra. Torras y su grupo con los robots asistenciales: robots que aprenden de nuestros movimientos cotidianos para ayudar a personas con movilidad reducida a doblar la ropa o a ponerse los zapatos. Con una población cada vez más envejecida y con la esperanza de vida creciente, serán indefectiblement nuestros abuelos los primeros a familiarizarse de manera natural con los robots. En las pruebas piloto que se han hecho en la UE el problema de la aceptación de los robots no ha sido por parte de la gente con necesidad de asistencia sino por parte de los cuidadores. El debate llegó aquí inevitablemente hacia el impacto de la robotización en el mercado de trabajo.

Ganyet Festibity

Josep Maria Ganyet, Carme Torras y Albert Murillo durante la Festibity. | Cedida

Tendemos a pensar que la tecnología sólo afecta a los trabajos poco cualificados y no es cierto. De trabajos hay de cuatro tipos según sí son cognitivos o manuales y si son creativos o repetitivos. Pues resulta que de repetitivos hay de cognitivos y de manuales. El abogado que se pasa el día buscando jurisprudencia o el radiólogo que mira una media de 10.000 imágenes al día tiene un trabajo tan repetitivo como un cajero de supermercado. Las máquinas amenazan al desplazar este tipo de trabajos. En cambio, las personas en posiciones de decisión que hacen trabajos cognitivos no-repetitivos ven aumentadas sus capacidades con la tecnología aconteciendo todavía más imprescindibles. Finalmente hay los jardineros, cerrajeros, peluqueros o recogedores de fruta que hacen trabajos manuales pero que debido a la variabilidad de su entorno requieren un nivel de adaptación difícil para los robots. A este tipo de trabajo no les afecta tanto la disrupción tecnológica como a los del primer grupo pero ven como a pesar de que la tecnología aumenta su productividad sus salarios bajan, puesto que compiten con los trabajadores que antes hacían tareas repetitivas y que han sido desplazados por la tecnología.

Aquí en el final discrepamos con la Dra. Torras. Ella se aferraba a la tesis schumpeteriana de la destrucción creativa —todas las revoluciones nos han llevado más trabajo y más calificado del que han destruido—, y que ahora no tenía que ser diferente. Yo en cambio me permitía dudar, no que no lo creía, sino que el hecho que siempre hubiera sido así no quiere decir que siempre tenga que ser así; preguntadle a un gallo qué le pasará mañana y os dirá que le darán panizo y agua, y esto siempre será cierto excepto el día antes de Navidad.

"Las personas en posiciones de decisión que hacen trabajos cognitivos no-repetitivos ven aumentadas sus capacidades con la tecnología volviéndose todavía más imprescindible"

Llevando el ejemplo del gallo al terreno de la robótica, imaginemos que uno de los increíbles robots de la Dra. Torras aprende a doblar a la perfección la ropa, y no sólo esto sino que aprende todo lo que la persona que tiene alrededor puede hacer. Imaginemos que hay muchos robots conectados entre sí esparcidos por el mundo, que aprenden de las personas de su entorno cercano y que comparten todo lo que aprenden con el resto de robots al instante. Al poco tiempo todos los robots sabrían hacer todo lo que sabemos hacer incluido repararse a sí mismos (un robot lo habría aprendido del mecánico que los repara) y, evidentemente, sabrían construir de nuevos. En aquel momento nuestro capital laboral habría pasado a ser cero, los robots harían todo aquello que sabemos hacer sin necesidad de vacaciones, ni de bajas, ni de sindicatos. Con la tecnología actual y con la del futuro inmediato esto no es más que un ejercicio mental, un ejercicio mental que nos tendría que ayudar a tener el cerebro en forma sin embargo.

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