"Lo tengo. Lo tengo. Por qué no les echamos una bomba nuclear? Se empieza a formar en las costas de África, y mientras viaja por el Atlántico le echamos la bomba al ojo del huracán y así lo perturbamos. Por qué no lo podemos hacer?"
Esta frase la pronunció Donald Trump en la Casa Blanca en uno de los briefings sobre el estado de los huracanes en los EE.UU.. Lo sabemos por una fuente anónima presente en la reunión según informa Axios. No sería la primera vez que el inefable presidente sugiere tal medida. Un memorándum de una reunión del Consejo Nacional de Seguridad (NSC) del 2017 describe una conversación donde Trump se expresa en términos similares. El hecho que el mismo Trump se tome la molestia de responder a la información desde su cuenta de Twitter calificándola de FAKE NEWS (what else?) añade credibilidad.
"El hecho que Trump se tome la molestia de responder a la información desde su cuenta de Twitter calificándola de FAKE NEWS (what else?) añade credibilidad"
Básicamente echar una bomba atómica a un huracán es una mala idea por tres motivos: 1) la cantidad de energía necesaria para alterar un huracán, la NOAA estima que el calor liberado por un huracán es el equivalente a una bomba atómica de 10 megatones cada 20 minutos; 2) los tratados internacionales limitan las explosiones nucleares para usos no militares a 150 quilotones, para evitar casos como este; y 3) el pequeño detalle de la lluvia radiactiva que provocaría la detonación que llegaría a tierra con el viento del que quedara del huracán.
Este mismo presidente, que mantiene la inocencia de un niño de primaria, es el mismo que tendría unos seis minutos para decidir el destino de la humanidad en caso de un ataque nuclear. La tecnología y las telecomunicaciones han comprimido el tiempo; el tiempo informativo, el tiempo político, el tiempo cultural, también el tiempo militar. En 1950 los bombarderos soviéticos tardaban horas en llegar a un objetivo de los EE.UU., en los 60s con los misiles, hasta 30 minutos que se redujeron a 15 con los submarinos nucleares. Con las armas hipersónicas actuales (20 Mach) el tiempo se ha reducido hacia los seis minutos como mucho. Seis minutos que tendría el presidente para decidir qué hacer de acuerdo con unos protocolos (algoritmos) preestablecidos. Incluso podría pasar que un ataque de este tipo llegara a su objetivo antes de que el sistema de defensa norteamericano NC3 pudiera responder.
"La tecnología y las telecomunicaciones han comprimido el tiempo; informativo, político, cultural, también militar"
A War On the Rocks, medio riguroso e imparcial que informa sobre seguridad y defiende, el Dr. Adam Lowther (director de Investigación y Educación del Instituto Tecnológico de Luisiana) y Curtis McGiffin (coronel retirado del Aire y decano de la Escuela de Estudios Estratégicos de Fuerza) proponen como solución dar el control del botón rojo a un sistema de inteligencia artificial. "Quizás hay que desarrollar un sistema basado en inteligencia artificial, con decisiones de respuesta predeterminadas, que detecte, decida y dirija fuerzas estratégicas con tanta velocidad que el reto de compresión en tiempo de ataque no sitúe a los EE.UU. en una posición imposible."
Leer esto me remite ineludiblemente a la reacción de HAL en las dudas de los astronautas en 2001, Una Odisea del Espacio, la imposibilidad de parar el ataque nuclear de Dr. Strangelove, y el ordenador que juega a un juego de guerra real de Juegosde Guerra. Pero no sólo el cine ha explorado estos escenarios, la realidad también lo ha hecho.
El 26 de septiembre del 1983 el Teniente-Coronel Stanislav Petrov era el oficial de guardia a cargo del sistema automático de defensa aérea soviética. A medianoche, el sistema lo alertó de la presencia de seis misiles norteamericanos que viajaban en su dirección. Tenía media hora para decidir si informaba a sus superiores de un ataque nuclear o, si confiando en su conocimiento del mundo —los EE.UU. no tirarían nunca un ataque nuclear con sólo seis misiles—, contradecir el algoritmo y desobedecer el protocolo. Por suerte para la humanidad, Petrov dejó pasar el tiempo y no informó a sus superiores. Al cabo de 23 minutos pudo comprobar que no se equivocaba. El caso del Teniente-Coronel Petrov nos ilustra la importancia de mantener los humanos en el ciclo de decisión, especialmente las de vida o muerte (supervivencia o extinción, en este caso).
"El caso del Teniente-Coronel Petrov nos ilustra la importancia de mantener los humanos en el ciclo de decisión, especialmente las de vida o muerte (supervivencia o extinción)"
Pero el contra-argumento lo podemos encontrar en los mismos sistemas de predicción: los algoritmos de IA actuales, las técnicas de aprendizaje máquina y los muchos más puntos de información para la toma de decisiones no tienen nada que ver con los de los EE.UU. de hace 40 años. Si a esto añadimos que Donald Trump es quien tendría que tomar la decisión, la balanza se decanta claramente a favor de los algoritmos. De momento se empieza a hablar, que pase, sólo es cuestión de tiempo.