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De la ficción al documental por la cara

16 de Mayo de 2019
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

En MinorityReport, Tom Cruise entra en un centro comercial y los anuncios que ve en las pantallas le recomiendan contenidos personalizados para él. Incluso le dan la bienvenida llamándole por su nombre. El relato de Philip K. Dick llevado al cine por Steven Spielberg es a menudo citado como ejemplo de la sociedad distópica a la que la tecnología nos puede conducir. En la prolífica literatura de futuros indeseados podemos añadir tranquilamente cualquier episodio de BlackMirror.

"Alguien de Google debía  pensar que llevar a los miembros del Parlamento Europeo a un tour por Minority Report era una buena idea"

El año 2017 la Unión Europea impuso una multa a Google por valor de 2.400 millones de euros. El hecho que la UE consideró punible era que en los resultados de búsquedas de productos, el buscador primaba los productos que se podían comprar en Google Shopping antes de que los de la competencia y esto va en contra de las directivas europeas de libre competencia y se enmarca en el abuso de posición dominante. Fijaos que cuando hacemos búsquedas en Google —y en general cuando navegamos por la red— nos pasa lo mismo que al protagonista de Minority Report pero en el entorno digital; recibimos publicidad personalizada.

Quién llevo el caso ante la UE y negoció las condiciones con Google fué el economista y todavía MEP Ramon Tremosa, que tuvo que ir al campus de Google en Silicon Valley a hablar personalmente con los abogados de la compañía. Yo he ido un par de veces y la experiencia de la visita es memorable, pero me imagino que si eres un MEP y de la visita depende la multa, todavía más. Me explicó que los recibieron con mucha amabilidad y que mientras iban a la sala de reuniones unos cuadros en las paredes, que resultaron ser pantallas LED, mostraban fotos de los invitados extraídas de Google Images con textos nominales dándoles la bienvenida. Alguien de la empresa debió pensar que llevar los miembros del Parlamento Europeo a un tour por Minority Report era una buena idea.

Esta semana hemos sabido que el Ayuntamiento de San Francisco ha aprobado por 8 votos a 1 la prohibición de las tecnologías de reconocimiento facial; los cuerpos policiales y agencias de seguridad privada no podrán usar la información facial de ciudadanos para combatir el crimen. Aaron Peskin, el ponente de la moción manifestó: "La percepción de que San Francisco es el centro de todo aquello tecnológico también comporta la responsabilidad de sus legisladores locales (…) Tenemos una responsabilidad extra en la regulación de los excesos de las tecnologías precisamente porque salen de aquí".

Peskin: "La percepción de que San Francisco es el centro de todo aquello tecnológico también comporta la responsabilidad de sus legisladores locales"

Es la versión de Silicon Valley de aquello que decía el tío moribundo de Spiderman, que "una gran responsabilidad comporta un gran poder", una gran responsabilidad que reguladores y administraciones tienen que acordar de vez en cuando con las grandes tecnológicas, porque si no Minority Report y Black Mirror pasarán de ficción a documental, por la cara y sin darnos cuenta.