Empieza un nuevo curso académico, esta semana los alumnos vuelven a la escuela y en pocos días los estudiantes universitarios y de Formación Profesional a sus centros. Es un buen momento para recordar que el talento de las personas y su formación es uno de los elementos capitales de todo colectivo humano para afrontar los desafíos propios de la economía y la sociedad del conocimiento.
"El talento de las personas y su formación es capital en todo colectivo humano para afrontar los desafíos de la economía y la sociedad del conocimiento"
La formación hay que tratarla como un desafío estratégico en todo colectivo, país, líder, a raíz de los desafíos arraigados en los grandes cambios que se han ido concretando en los últimos años. Unos cambios que han variado sustancialmente la forma de relacionarnos, trabajar, producir, decidir y consumir. Cambios impulsados por el progreso tecnológico y científico, en un marco de deterioro del medio ambiente que obliga a asumir, con convicción, los objetivos de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible. Así pues la formación hace falta cogerla no sólo en los aspectos instrumentales, sino lo que es más importante encaminada a potenciar la capacidad de abstracción, aprender a aprender y aprender a desaprendre, y a la vez saber aplicar los conocimientos.
Para lograr los nuevos retos que afronta la formación, hay que tratar simbióticamente las necesidades del modelo productivo, propio de la sociedad del conocimiento, para asegurar la aportación de valor y la ocupabilidad de las personas a lo largo de su vida. En consecuencia, la formación tiene que focalizarse en desarrollar la capacidad de observar, analizar, razonar, proponer y saber aplicar. Comprender y aplicar los potenciales de las tecnologías digitales y los cambios sociales a los cuales estamos sometidos, lo que hace imprescindible, saber actuar utilizando simbióticamente las ciencias sociales y el método científico. Una formación que a la vez enseñe a afrontar los retos que presentará el desarrollo vital personal y colectivo, asumiendo los deberes éticos universales, aportando una visión global, transcultural, cosmopolita, y posibilitando la comprensión del trasfondo de los conflictos y retos humanos.
La formación, pero, no se tiene que focalizar sólo en aquella que permitirá en su día acceder al mercado laboral, en épocas de cambios acelerados acontece indispensable potenciar la formación continuada con una oferta de calidad, ajustada a las necesidades de las empresas y a los cambios de los modelos productivos. Una formación que se tendría que desarrollar sincrónicamente con la formación ocupacional, prestando especial atención a los parados de larga duración, para incrementar sus habilidades y conocimientos.
"Se tiene que facilitar que los profesionales de las empresas participen en el desarrollo de los planes de estudio para configurar las mejores comunidades educativas"
En este nuevo inicio de curso, deseando éxito a toda la comunidad educativa, también hay que reclamar en el mundo productivo, que recuerde que la interacción y la cooperación, de manera continuada, entre los centros formativos y las empresas acontece un requisito indispensable para lograr la mejor formación. Una colaboración que tiene que aplicarse en el diseño y la implantación, facilitando, a la vez, que los profesionales de las empresas participen en el desarrollo de los planes de estudio para configurar las mejores comunidades educativas, aquellas que busquen la excelencia, desde la heterogeneidad, con la mirada puesta en lo que está por venir.