Ha empezado un nuevo año, con él, afloran proyectos, intenciones e iniciativas que tienen por objetivo mejorar los posicionamientos personales y, en algunos casos, los colectivos. Casi un hecho que se repite cada año en un ambiente de consumo exagerados. Pocas son las variaciones interanuales. Ahora bien, estos 2020 se inicia con tendencias preocupantes por el riesgo de pérdida de la privacidad, por el bajo crecimiento y por las perspectivas inciertas y frágiles que dibujan la sombra de posible recesión, tal como apuntó la OCDE que alertaba que "se está consolidando, de forma preocupante, el crecimiento económico".
El nuevo año se inicia pues, con un marco de desarrollo extremadamente complejo, el cual está delimitado por tres componentes: la tecnología que redefine y cuestiona el trabajo de los humanos, por la inteligencia artificial, el 5G que permite la telepresencia, el procesamiento masivo de los datos, y la creciente importancia de la ciberseguridad. La desigualdad y precariedad, originada por una globalización asimétrica, que está generando protestas en varios países no exentas de ciertos niveles de violencia. Y, en tercer lugar, por el cambio climático que afecta, de forma significativa, a la salud de las personas y tiene efectos devastadores en todo el planeta, muy especialmente en comunidades agrícolas de ciertos países por las importantes precipitaciones fuera de la temporada de lluvias y por largos periodos de séquia.
"Un nuevo año, una nueva década, en la que no faltará trabajo, faltarán los perfiles profesionales oportunos"
La omnipresencia de la tecnología, la inaceptable enorme desigualdad que genera exclusión y el cambio climático, son tres componentes que obligan y a grandes cambios en los procesos productivos, relacionales y de prestación de servicios. Unos hechos que requieren un gran número de nuevos perfiles especializados, especialmente técnicos, diseñadores, científico y especialistas en ciencias sociales. Nuevos puestos de trabajo que permitirán afrontar los desafíos asociados a los nuevos retos y a la vez disfrutar de las oportunidades propias de los grandes cambios con la mirada puesta en preservar y mejorar la calidad de vida de los humanos.
Un nuevo año, una nueva década, en la que no faltará trabajo, faltarán los perfiles profesionales oportunos. El conocimiento y el capital humano se dibujan pues como las bases imprescindibles para disponer de un modelo productivo competitivo, innovador, sostenible y capaz de asegurar trabajo estable y bien retribuido preservando el estado de bienestar. Consiguientemente, acontece requerido asumir que el cambio será un un desafío indefugible y que disponer de un buen sistemas formativo es imprescindible. Un sistema que asumiendo la importancia de las humanidades y el método científico, se ajuste a los requerimientos de la sociedad presente de forma simbiótica con las exigencias de futuro, entendiendo, a la vez, que aprender, no sólo se logra leyendo, escuchando, experimentando y observando, también acontece imprescindible estimular la voluntad de superación y la ambición de mejorar, de superar retos y de lograr éxitos con lealtad y respecto a los otros potenciando el mejor de las personas y desplegando todo su potencial. Un sistema formativo desconectado de la sociedad no es un buen presagio de futuro.
En este escenario la adquisición de conocimientos tendría que desarrollarse simbólicamente con adquirir las actitudes asociadas a asumir compromisos y afrontar contratiempos para conseguir la excelencia en las actividades, a dar lo mejor de nosotros mismos y, a la vez, a asumir con naturalidad la incertidumbre propia de una década donde casi todo variará.
Las personas tenemos que adquirir la fortaleza arraigada al saber escuchar y observar, y en la capacidad de sobreponerse a la adversidad, entendiendo que la seguridad llena no existe y que es imposible tenerlo todo. Acontece necesario asumir que superar dificultades nos permite aprender y mejorar, adquirir experiencia por entomar desafíos no predefinidos.
"Tenemos que educar en el esfuerzo, a saber tomar con optimismo y determinación los desafíos asociados a los cambios, a la incertidumbre o a las dificultades"
Esta década que iniciamos obliga a interiorizar con plenitud la necesidad de educar en el esfuerzo, a saber tomar con optimismo y determinación los desafíos asociados a los cambios, a la incertidumbre o a las dificultades. El progreso social quiere personas capaces de innovar teniendo cuidado del planeta y mejorando la calidad de vida y el entorno. Una nueva década en la cual tenemos que trabajar para vertebrar un mundo más justo, más sostenible y menos desigual. Un mundo que requiere menos impulso y más reflexión y aprendizaje.