Lo digo cada año en esta columna: del Mobile World Congress me interesa más aquello que no se ve que no aquello que se ve. En general tengo tendencia a fijarme en aquello que es menos evidente que en no aquello que es a la vista. Acostumbra a pasar que cuando una tecnología queda superada y deja de interesar a los tecnólogos, empieza a ser interesante desde un punto de vista social y despliega toda su capacidad transformadora.
Las pantallas más grandes, los procesadores más potentes o las cámaras con más megapíxels serían la parte visible de la revolución social impulsada por la tecnología, pero no suficiente. El que cambia las reglas del juego es cuando a un teléfono móvil se le saca el teclado, cuando las redes tienen suficiente velocidad porque Internet se haga móvil y cuando sale una aplicación como Instagram que convierte todo el mundo en un fotógrafo: una interfaz, una velocidad y el cambio de foco de hacer la foto a compartirla son los verdaderos revolucionarios. Todo esto es invisible y sin todo esto no se explica donde somos.
Siguiendo, pues, la busca por las cosas invisibles, el que más me interesaba este año es la Inteligencia Artificial y las redes 5G. No he caído en la trampa de marketing del relanzamiento del Nokia 3310 (de hecho es un móvil chino que no es el original 3310), a pesar de que a la base de su éxito publicitario hay otro invisible: la duración de la batería que es de 20 días.
El 5G ha sido la estrella del congreso. Todo el mundo en habla —ZTE ha presentado un móvil con 5G—, pero el despliegue de las redes se espera por el 2020 según predicciones de los reguladores europeos y de los EE.UU.. Las grandes prometidas del 5G son velocidades de hasta 10 Gbps, un tiempo de latencia de 1 ms y la convergencia con los servicios de telefonía fija. Las consecuencias de tener una red global de estas características son imprevisibles. Para ponerlo en perspectiva, una película en HD tardará 3 segundos al descargarse; podremos hacer vídeo en 360° y en HD desde el móvil, y en directo y en tiempo de latencia tan bajos podemos experimentar la telepresència.
Un experimento interesante por fisicalitzar el 5G es el que propone Telefónica. En un montaje que recuerda la habitación de un gamer empedernido —pantalla frontal y laterales, sentando de conducción, volando y pedales— propone hacer una partida a un videojuego de conducción de un coche. Hasta aquí, como cualquier truco para atraer clientela al estand. La particularidad es que la imagen no es un render hecho por la PlayStation, sino la imagen real de una cámara montada en un coche que estaba corriendo en un circuito de pruebas a Vendrell, a 70 kilómetros del MWC.
Gracias a los tiempos de respuesta del 5G, el coche de Vendrell respondía cómo si estuviera en el Hospitalet y cada sacudida del circuito —y cada cono que tumbaba un cono— hacía vibrar el asiento y el volante. He hecho una vuelta a un circuito de cursas a Vendrell sin salir del MWC y al acabar me he quedado unos momentos sin saber muy bien donde era o donde había sido. Ahora entiendo los problemas de adaptación social de los pilotos de drons que desde Nevada se pasan el día volante por Afganistán.
La otra gran experiencia invisible lo he tenido al estand de IBM es que toda su estrategia comercial y de comunicación se basa en Watson, su sistema de Inteligencia Artificial. Un sistema de este tipo son básicamente líneas de código, mostrarlo y montar un discurso comercial al suyo cercando no es fácil. IBM lo ha resuelto bien con la ayuda de la misma Inteligencia Artificial de Watson. Sólo hay que mirar el techo del estand.
El techo es un tipo de estructura orgánica basada en formas geométricas que reflejaban la luz y que recuerda vagamente a un tejado gaudiniana invertida con agujeros que emulaban los patios de luz de la Pedrera. De estos agujeros salen unos cables que imitan los cordeles que Gaudí usaba para hacer los cálculos de resistencia de los arcos de sus construcciones. Para acabarlo de adobar, los cables se mueven arriba y abajo y la luz cambiaba de color y de intensidad de acuerdo con el tono de los tuits de temas relacionados con la Inteligencia Artificial, cambiando físicamente la forma del techo. Los datos masivos y la Inteligencia Artificial del espacio digital se hacen corpóreas en el espacio físico.
Pero quien diseñó el techo Gaudinià? Pues el mismo Gaudí, si hacemos caso de las palabras del filósofo y periodista especialista en Gaudí Daniel Giralt Miracle en un vídeo de IBM. Ingenieros de la compañía dieron a Watson fotos y planos de edificios de Gaudí, libros sobre el arquitecto y toda la información relevante sobre su obra para aprender como trabajaba Gaudí. A partir de aquí diseñó la cúpula invertida que hemos podido ver al MWC. En palabras de Daniel Giralt Miracle, "a Watson es la perllongació natural del pensamiento de Gaudí".
El resto del MWC, coches, móviles y apps. Nada que nos interese de cara al futuro.