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Porque la Justicia tiene nombre de mujer: liderazgo femenino e igualdad

04 de Febrero de 2020
Maria Eugèanida Gay Rosell

El derecho a la igualdad y el feminismo tienen que ser la bandera con que las mujeres nos levantemos, tanto de forma individual como colectiva, para cambiar la sociedad. El art. 14 de la Constitución Española de 1978 proclama la igualdad de todos los españoles ante la ley, sin que pueda prevalecer ninguna discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social; y estarían los poderes públicos obligados, según se recoge en el art. 9.2, también de la Constitución, el establecimiento de las condiciones necesarias para garantizar su realidad y efectividad, removiendo los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitando la participación de toda la ciudadanía en la vida política, económica, cultural y social.

"El derecho a la igualdad y el feminismo tienen que ser la bandera con que las mujeres nos levantemos, tanto de forma individual como colectiva, para cambiar la sociedad"

Partiendo del referido mandato constitucional, se promulgó la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, y en el preámbulo se habla de la dimensión transversal del principio de igualdad, reconocido en nuestro ordenamiento jurídico y recogido en numerosos instrumentos internacionales, como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el diciembre de 1979, o el Convenio de Estambul de 2011. La mencionada ley orgánica supuso una novedad en este sentido, porque pone el foco tanto en la prevención de las conductas discriminatorias, como en el desarrollo de políticas activas que materializan de forma efectiva el principio de igualdad en diferentes ámbitos: administrativo, educativo, artístico e intelectual, sanitario, telecomunicaciones, urbanismo o atención en el mundo rural. La referida norma supone la modificación de numerosas leyes de diferentes sectores, teniendo en cuenta el carácter multidisciplinario e irrigador que el derecho a la igualdad, como principio inspirador del Derecho, tiene en nuestro ordenamiento jurídico.

Ha pasado más de una década desde que esta ley entró en vigor, y si bien desde entonces se han conseguido importantes adelantos, tenemos que seguir luchando para que la igualdad se materialice a todos los niveles. En efecto, a pesar del desarrollo legislativo que supuso la LO 3/2007, de 22 de marzo, sigue existiendo el llamado "techo de cristal" y una brecha salarial, por una cuestión de género, que en pleno siglo XXI, es inaceptable. Por eso, resulta imprescindible ir un paso más allá e implantar planes de igualdad en las empresas, en las administraciones y en las corporaciones de forma valiente, recorriendo incluso a mecanismos que, aunque de manera temporal, garanticen la paridad en todos los niveles organizativos de la estructura de las diferentes entidades. Esto no quiere decir que se dude de la excelencia y del alto nivel de preparación que han asumido las mujeres a lo largo de los últimos años, elementos que siempre tienen que estar presentes para poder hablar de un verdadero liderazgo integral. Sin embargo, el hecho de que los puestos de máxima responsabilidad sigan estando ocupados mayoritariamente por hombres es una realidad que se da en diferentes sectores y que está en nuestras manos revertir. En la judicatura, a pesar de que el 65% de las nuevas incorporaciones en la carrera judicial son mujeres, este porcentaje no se refleja del mismo modo en el reparto de los puestos de más responsabilidad dentro del mundo judicial. En la Abogacía, los datos son todavía más desconcertantes: a pesar de que el 53% del censo colegial corresponde a mujeres, sólo un 16% de abogadas llegan a formar parte como socias de los despachos en los que ejercen su profesión.

Por eso, aunque se van implementando despacio planes de igualdad en los despachos, cosa que desde el Colegio profesional que tengo el honor de presidir se está trabajando de forma decidida, tenemos que insistir en el desarrollo de medidas determinantes que apuesten por la igualdad. Una de ellas, podría ser la aplicación de refuerzos positivos que ofrezcan un incentivo adicional a la reputación de la organización, con la publicación incluso de indicadores que reflejen el grado de cumplimiento de los planes de igualdad, como una forma de medir el compromiso que asume la entidad en cuestión con el derecho a la igualdad. La representación paritaria de la sociedad con el acceso de más mujeres en los puestos de responsabilidad y de representación tanto de entidades públicas como privadas será el mejor reflejo del cumplimiento de estos objetivos.

"A pesar de que el 65% de las nuevas incorporaciones en la carrera judicial son mujeres, este porcentaje no se refleja en el reparto de los puestos judiciales de más responsabilidad"

El Colegio de la Abogacía de Barcelona ha sido pionero en materias de igualdad, habiendo desplegado un ambicioso catálogo de medidas para la aplicación material y efectiva de este principio, como por ejemplo: la adecuación del nombre de la institución a un lenguaje inclusivo; el impulso del primer turno de atención a las víctimas de violencia de género en 2000; la adopción de un lenguaje inclusivo en la comunicación colegial; el uso de imágenes igualitarias en las campañas de comunicación del colegio; la suscripción de convenios con instituciones relevantes de la ciudad para fomentar la paridad, consiguiendo el primer protocolo con el TSJC, para posibilitar la suspensión de señalamientos judiciales a causa de la maternidad en 2007 y que ha sido actualmente revisado; o el diseño de programas de formación paritarios, entre otros.

Así mismo, tenemos que destacar la organización y celebración por parte del ICAB del Women Business & Justice European Forum, que cuenta ya con varias ediciones, donde se aprovecha para dar impulso y visibilidad a modelos de éxito femenino en los ámbitos de justicia, empresa, economía o deportes, para citar sólo algunos ejemplos; es un claro reflejo de que las mujeres están decididamente preparadas para liderar una sociedad paritaria en sus respectivos sectores, algunos de los cuales siguen todavía reservados para los hombres. Porque cada día es 8 de marzo, y en nuestra corporación lo tenemos muy claro, llevamos a cabo diferentes acciones cada mes para hacer visible de una forma efectiva nuestro Plan de Igualdad.

"Sin igualdad no hay democracia y el apoderamiento de la mujer es un proceso individual y colectivo, un objetivo que nos compite a todos y todas lograr"

También a nivel formativo en el ICAB incidimos mucho en estos aspectos, habiéndose presentado recientemente el Curso de desarrollo para directivas. Mujeres en Consejo de Administración, dirigido a profesionales que quieran formar parte de un consejo de administración con éxito. El apoderamiento de la sociedad en general y de las mujeres en particular, sólo es posible a través de la igualdad de oportunidades, que sea real y efectiva en todos los niveles. La emancipación de la mujer a lo largo de las últimas décadas, a nivel laboral, político y familiar, ha posibilitado el desarrollo de la sociedad tal como la conocemos actualmente. Pero todavía queda mucho camino por recorrer y no quiero dejar pasar esta oportunidad para reivindicar la necesidad de incorporar la perspectiva de género a la hora de elaborar y aplicar las leyes, puesto que sin igualdad no hay democracia y el apoderamiento de la mujer es un proceso individual y colectivo, un objetivo que nos compite a todos y todas lograr.