Las mujeres no tenemos una buena relación con el poder. No lo sentimos un espacio propio donde nos podamos mover con naturalidad.
El poder nos resulta ajeno porque durante milenios hemos sido excluidas de los ámbitos de decisión. La historia, hasta ahora, no nos ha reservado una posición de liderazgo y autoridad.
"Las mujeres no tenemos una buena relación con el poder. No lo sentimos un espacio propio donde nos poguem mover con naturalidad porque durante milenios hemos sido excluidas de los ámbitos de decisión"
Ya que en las últimas décadas muchas mujeres hemos accedido a una buena formación académica y nos hemos incorporado masivamente al mercado laboral, damos por hecho que, profesionalmente, podemos llegar tan lejos como nos lo permita nuestro talento y nuestra determinación. Pero si damos un vistazo a las esferas de poder económico y empresarial, observamos que las mujeres estamos muy poco presentes. Tristemente, este patrón se replica en los ámbitos académicos, culturales, tecnológicos, en los servicios profesionales, a las ciencias de la salud... Se constata que la hegemonía masculina es absolutamente abrumadora.
A pesar de todo, las mujeres hemos empezado a conquistar las esferas donde se toman las decisiones, con la dificultad que estamos adoptando roles de poder sin tener prácticamente modelos femeninos en los que poder inspirarnos y aprender.
La ausencia de referentes hace que nos resulte muy complicado exteriorizar nuestra verdadera manera de ser y que actuamos de manera adaptativa, replicando los roles imperantes. Esta sobreadaptación mengua enormemente nuestra capacidad de impactar positivamente en nuestro entorno, puesto que el liderazgo se basa en la autenticidad y sin mostrarnos cómo somos realmente, es prácticamente imposible que incidimos en el bienestar de los otros.
Las mujeres tenemos que superar los esquemas de poder actuales y configurar otros, porque los actuales no están definidos de acuerdo con nuestro marco mental, y nos hacen perder eficacia, además de derrochar absurdamente nuestra energía.
"La determinación con que algunas mujeres estamos ocupando los ámbitos de decisión está obligando a los hombres a redefinir la masculinidad"
A pesar de las dificultades, la determinación con que algunas mujeres estamos ocupando los ámbitos de decisión está obligando a los hombres a redefinir su papel.
Algunos hombres muestran unas resistencias extraordinarias a moverse de un espacio que, secretamente, reconocen privilegiado. Otros, sin duda los más capaces e inteligentes, son conscientes que hay que reformular su masculinidad. Entienden que los cambios que se están produciendo les permite convertir aquello que significa "ser hombre" en algo mucho más interesante, porque los conecta mejor con el mundo de sus afectos.
Sólo cuando haya un mayor equilibrio entre hombres y mujeres en todas las esferas de poder y en todos los ámbitos de decisión, podremos definir, conjuntamente, un liderazgo diferente del que ha regido el mundo hasta ahora. Un liderazgo que será equilibrado e inclusivo y que tendrá efectos beneficiosos para la humanidad porque configurará una sociedad más justa y con más valores.