Lo peor de la revolución digital es todo lo que no lo es. Si hace un repaso de su día desde que suena el despertador hasta que cierre el móvil verá que la mayor parte del ocio (Netflix), aprendizaje (Moodle, YouTube), trabajo (Google Docs, iCloud, LinkedIn) y vida social (Twitter, Instagram, Tinder, TikTok) pasan un momento u otro por el medio digital. Pero como decía Nicholas Negroponte en Vivir en digital (1998, Moll) “somos seres analógicos atrapados en un mundo digital, y lo peor de todo es que nos lo hemos hecho nosotros”.
El escaparate del mundo digital es un flamante MacBook con una pantalla retina, el modelo más caro de iPhone y la tele de 52” UHD 8K, Smart TV, HDR10+, Dolby Audio™ y DTS-HD. En la trastienda analógica, detrás, un manojo de hilos, cables, transformadores, routers, conmutadores, ladrones, extensiones, adaptadores, regletas y polvo mucho polvo. Es como si fuera un recordatorio de lo que éramos y lo que seremos. ¿Os suena? A mí también.
Si sois como yo, lo que detesto más del mundo digital donde nos hemos “atrapado” es lo que nos esforzamos en esconder y en tapar para que no se vea: los cables. No sé cuántas veces he montado, desmontado, ampliado, mejorado y reorganizado mi estudio de música. Piense que cada aparato tiene por lo general tres o cuatro cables: uno de electricidad, uno de MIDI y uno o dos de audio. Añada una interfaz de audio (tarjeta de sonido externa) con los cables correspondientes de electricidad, MIDI y las correspondientes entradas y salidas de audio. Puede poner tan pocos aparatos como desee que siempre salen infinitas conexiones posibles. El balance total es de más horas pasando cables que haciendo música. Quizá éste sea el objetivo final en realidad.
Si sois como yo, lo que detesto más del mundo digital donde nos hemos “atrapado” es lo que nos esforzamos en esconder y en tapar para que no se vea: los cables
Sin embargo, los cables están de moda y es bueno que así sea. A raíz del anuncio de la construcción de la Barcelona Cable Landing Station en Sant Adrià del Besòs, un puerto abierto de entrada para cables submarinos de fibra óptica, hemos sabido que el 99% del tráfico de datos de internet va por cables submarinos (la cifra varía según la fuente). Ah, ¿pero no iba vía satélite todo esto? Pues no.
Como los cables de detrás de la televisión, los cables submarinos también están escondidos debajo de mares y océanos, enterrados literalmente —lo hace un robotcito que va “arando” mientras entierra el cable que va dejando el barco que lleva la bobina. En total 350 cables que miden un total más de 1,3 millones de km son los que conectan el mundo. Cada cable lleva de 4 a 32 pares de cables de fibra óptica del tamaño de un cabello, capaces de transportar 10 GB por segundo cada uno: un cable submarino puede transportar hasta 224 TB de datos que circulen a la velocidad de la luz. Algunos cables son cortos como el que conecta Irlanda con Reino Unido que con 131 km es el más corto. Otros dan la vuelta a medio planeta, como el que conecta América y Asia que mide 20.000 km.
Pues bien, resulta que el principal puerto de entrada de estos cables en Europa es actualmente Marsella, un puerto saturado, donde las vías de conexión se cruzan unas con otras y que es de difícil ampliación. Un poco como las regletas de mi estudio o las de detrás de su tele. Marsella está conectada con un total de 14 cables, entre ellos el 2Africa, que da la vuelta a África hasta llegar al Reino Unido o Asia Africa Europe-1 que llega hasta el mar de China. Barcelona sólo cuenta por el momento con el Medusa Submarine Cable System que va de Lisboa a Puerto Said a Egipto, pasando también por Marsella.
El 99% del tráfico de datos de internet va por cables submarinos (la cifra varía según la fuente). Ah, ¿pero no iba vía satélite todo esto? Pues no.
Con el nuevo puerto Barcelona se conectará en 2023 con 2Africa, el segundo cable más largo del mundo. Propiedad de un consorcio formado por China Mobile, MTN, Meta, Orange, Saudi Telecom, Telecom Egypt, Vodafone, WIOCC mejorará la conectividad de grandes zonas del continente África un continente clave para la conexión de los próximos mil millones de usuarios.
Si tiene curiosidad por ver los “cables de detrás de la tele”, los cables donde vive internet, echen un vistazo al mapa interactivo Submarine Cable Map. Os aviso de que es altamente adictivo. Se ve la geografía, la economía, la geopolítica y un poco nuestro futuro. Un par de ejemplos: en Rusia sólo llegan 9 cables y sólo tiene conexiones con Georgia, Ucrania y Japón (¡en la península Ibérica solo ya llegan 31!) y entre Australia y Sudamérica no hay ningún cable directo. Recuerda la cita de Henry Thoureau del siglo XIX: “Tenemos mucha prisa por construir un telégrafo magnético desde Maine hasta Texas; pero Maine y Texas, tal vez, no tienen nada importante que comunicarse”.
Por cierto, en Submarine Cable Map el cable 2Africa ya está conectado a Barcelona.