Una gestión responsable de personas en tiempos de pandemia

31 de Julio de 2020

Un momento de crisis en el que muchas empresas son el centro de atención comunicativa puede resultar de lo más oportuno para explicar quiénes somos como líderes y como organizaciones. De hecho, las circunstancias actuales pueden hacer llegar nuestros mensajes de manera mucho más efectiva que cien reuniones o discursos en una época de bonanza.

Cualquier crisis, especialmente si es tan imprevista y devastadora como la pandemia global de la Covid-19 puede hacer temblar los fundamentos de las empresas. Aun así, dentro de cada gran problema reside –a la vez- una oportunidad para dar forma a aquello en lo que se convertirán y, sobre todo, a cómo serán percibidas las organizaciones, a medida que empezamos a salir de un escenario tan complicado.

Una vez pasada la tormenta, el foco sobre los responsables de Recursos Humanos se irá atenuando y el centro de atención de la gente cambiará. Pero lo que muchas personas (de dentro y de fuera) recordarán es como respondimos en los peores momentos y esto configurará nuestra reputación en el futuro. Por este motivo, en el momento de determinar como se reacciona es importante tener en cuenta que las soluciones más "fáciles" y a corto plazo pueden resultar tentadoras, pero pueden acabar provocando más problemas a la larga.

"Un 39% de las personas afectadas por ERTE se replantea su futuro profesional"

Para valorar cuestiones como estas, nace la encuesta Trabajo y Covid, donde se analiza la experiencia de más de 1.000 personas asalariadas en el Estado español durante la pandemia y que la Fundació Factor Humà ha publicado recientemente en colaboración con otras entidades de referencia del sector de los Recursos Humanos: Future For Work institute, e-motiva y Both People & Comms.

Según este estudio, sólo un 31% de trabajadoras y trabajadores españoles opina que la capacidad de adaptación de las empresas ante la crisis ha sido "buena". Por otro lado, sólo el 52% cree que la empresa ha gestionado la crisis "correctamente".

Entre los muchos datos interesantes y desglosadas por colectivos que refleja este estudio, me gustaría destacar dos. En primer lugar, en lo referente a las personas afectadas por ERTE: hasta un 39% se replantea su futuro profesional. Sea hablando de expedientes totales o parciales, la incertidumbre y la angustia de los millones de personas que están pasando por esta situación pueden acabar teniendo graves consecuencias, por ejemplo, en términos de pérdida de talento. Las personas en situación de ERTE se pueden sentir marginadas de los acontecimientos de su organización y, en definitiva, pueden acabar resultando una nueva "categoría" de profesionales que en su esperado retorno a la normalidad habrá que gestionar de manera específica.

En segundo lugar, y en relación a las personas que han seguido trabajando en sectores esenciales, tenemos que tener en cuenta que sólo el 32% de quienes han trabajado presencialmente en estas tareas confía en que su empresa ha actuado de la mejor manera posible. Es el caso de las personas que trabajan en equipos sanitarios, en supermercados, en transportes... A pesar de que son trabajos a menudo con salarios bajos y que no han sido suficientemente valoradas hasta ahora, la pandemia ha demostrado que son esenciales para cubrir las necesidades vitales básicas del conjunto de la ciudadanía. Necesitan también un reconocimiento concreto, más allá de los aplausos que recibieron en el peor momento de la pandemia.

Desde la Fundació Factor Humà trabajamos para mejorar la gestión de personas en las organizaciones. Una tarea que de entrada se podría pensar que sólo recae en los Departamentos de Recursos Humanos, pero que se tiene que desarrollar en tándem con la alta dirección y con los mánagers, es decir, con los jefes de equipo de las diferentes funciones organizativas. Los tres actores juntos siempre tendrán más fuerza transformadora, si actúan de manera coordinada y coherente.

"La gestión de las personas en las organizaciones se tiene que desarrollar desde Recursos Humanos en tándem con la alta dirección y con los mánagers"

De todos modos y volviendo a mi ámbito de especialidad, en que puede focalizar sus esfuerzos el área de Gestión de Personas ante todo este panorama? Para una gestión responsable, y además de todos los problemas crematísticos que genera un día a día tan imprevisible, desde Recursos Humanos hay que poner todo el esfuerzo al ser los garantes de la cultura corporativa, entendido como el pegamento que mantiene unidas las organizaciones. Más allá de las conocidas misión, visión y valores, y cómo diría Xavier Marcet: "la cultura no es algo fácil de coger y vive más en aquello implícito que en aquello explícito; es lo que hace la gente cuando nadie está mirando". Y precisamente en un momento de tanta distancia física es muy conveniente seguir teniendo cura de las personas, adaptando la cultura de la organización a una "nueva realidad" muchas veces virtual.

Así mismo, tenemos que facilitar herramientas para ayudar los jefes de equipo a tener cuidado de sus personas colaboradoras. Es el momento para aprender y ser capaces de difundir metodologías para tener y mostrar interés hacia los otros: coaching, employee centricity, trato personalizado, etc.

Nadie nunca dijo que gestionar organizaciones y personas fuera una tarea fácil, pero tampoco lo era cuando todos nos veíamos las caras casi cada día en la oficina (hace apenas cuatro meses!). Seguramente, es más sencillo tomar decisiones cuando los tiempos son mejores pero, como decía al inicio de este escrito, ante un desafío como el actual las personas que forman parte de nuestras organizaciones y el público general pararán más atención a nuestras acciones y las recordarán durante más tiempo.

"Poner las personas en el centro puede ser un primer paso en la buena dirección"

En definitiva, esto significa que las directivas y los directivos que se enfrentan a una crisis tienen que estar preparados para tomar decisiones que les definirán a ellos y a sus organizaciones a largo plazo. Y poner las personas en el centro puede ser un primer paso en la buena dirección.