No és extraño escuchar o leer que la actividad empresarial tiene que ser más sostenible, que las personas tenemos que actuar velando por el futuro del planeta o que las administraciones tienen que tener cuidado que los recursos no se derrochen. El discurso de la sostenibilidad forma parte del "relato" de instituciones, políticos y líderes de opinión.
Desde este espacio limitado, no podemos abordar aquello que significa "sostenibilidad" en los tres aambitos citados: personas, empresas y administración pública. Abordaremos una parte, la actuación de las ciudades como actor público y del liderazgo que tienen que ejercer en la cuestión de la sostenibilidad. La primera cosa que haremos será etiquetar la ciudad sostenible llamándola Smart City. La segunda, establecer qué quiere decir que una ciudad és Smart y eso ya nos dará más trabajo.
Cuando hablamos de una Smart City estamos hablando de una ciudad que aplica las nuevas tecnologías en la gestión del transporte público y la movilidad; que hace un uso eficiente de los recursos energéticos e hídricos; que manteiene unos servicios de protección de las personas eficientes y efectivos; que hace una gestión de los espacios públicos eficaz, que tiene cura del tejido comercial e industrial del municipio y que fomenta una comunicación transparente entre la administración y los habitantes. Resumiendo, un sistema complejo e interconectado, que llega de forma efectiva y eficiente a los administrados (ciudadanos, empresas y comerçhueso) y que pivota sobre las nuevas tecnologías.
"Ser una ciudad sostenible requiere una actuació que va més enllà de diseñar rutas urbanas por la circulació de bicicletas o utilizar luces led en la il·luminació de la ciudad... que també"
Una Smart City detecta las necesidades de sus ciudadanos, en todos los ámbitos de relación administración-ciudadano, y reacciona a estas demandas transformando las interacciones de los ciudadanos con los sistemas y elementos de servicio público en conocimiento. Una administración local de una Smart City basará sus acciones y su gestión en este conocimiento.
Ser una ciudad sostenible, pues, requiere una actuació que va más allá de diseñar rutas urbanas para la circulación de bicicletas o utilizar luces led en la iluminación de la ciudad... que también.
El departamento de estrategia de IESE elabora anualmente IESE Cities in Motion, uno índice que da un panorama y un ránquing mundial de Smart Cities y la evolución y los resultados de las ciudades que ponen en marcha polítiques de sostenibilidad. Este estudio establece que una ciudad para ser sostenible tiene que trabajar para conseguir la excelencia en nuevos ámbitos diferentes: governanza, planificación urbana, tecnología, medio ambiente, proyección internacional, cohesión social, movilidad y transporte, capital humano y economía.
Siguen el criterio de este estudio anual, el poódium mundial lo ocupan Nueva York, Londres y París, por este orden. Un poco sorprendente, no? Vamos a ver por què son las ciudades smart líderes.
"Madrid y Barcelona ocupan los puestos 25 y 26, respectivamente, del índice 'smart' de IESE. Ambas ciudades obtienen buena puntuación en movilidad y transporte público, y en cohesión social"
Las tres ciudades que ocupan los lugares de honor lo hacen obteniendo notas discretas en medio ambiente y gobernanza. Son líderes en planificación urbana, movilidad y transporte público, proyección internacional, en el uso de la tecnología y la cohesión social. Es decir, que son ciudades que tienen un modelo de crecimiento propio y pensado, que han resuelto los problemas de movilidad de una gran urbe -las tres superan los 8 millones de habitantes-, que atraen talento para sus empresas, que utilizan la tecnología como herramienta de gestió principal y que trabajan con éxito en la resolución de las desigualdades entre los ciudadanos que administran.
En el índice de IESE también podemos encontrar algunas ciudades del Estado. Fijémonos en las dos que aparecen en lugares de relevancia en el ránquing: Madrid, en el puesto 25, y Barcelona, en el puesto 26. Ambas ciudades obtienen buena puntuación en movilidad y transporte público, y en cohesión social. Madrid obtiene, también, la máxima nota en gobernanza (Barcelona, suspende). En el resto de ámbitos, las notas son discretas.
"El plan para convertir una ciudad en 'Smart City' no es ninguna frivolidad. La frivolidad és coger como moda aquello que es una necesidad"
Finalmente, la globalización no sólo ha cambiado el marco de actuación de las empresas, abriendo mercados y aumentando competeencia; también ha cambiado el marco de actuación de la administración, incluímos la local. Hoy ayudar a empresas - atrayendo talento- y a los ciudadanos -atrayendo empresas- obliga a las ciudades a ser més transparentes, eficientes, ecológicas... Más Smart. El plan para convertir una ciudad en Smart City no és ninguna frivolidad. La frivolidad és coger como moda aquello que és una necesidad.