Un simple tuit, una declaración de intenciones, una apuesta personal, una opinión y se desata el odio. A Twitter , obviamente.
- Hola zorrita.
- Eres una malfollada.
- Espero que sea verdad y no tengan que quitar nunca a una rata como tú.
- Qué ordinaria, además se te viene gorda…
- Sólo busca promocionarse, lo mejor se IGNORARLA.
- Libro asqueroso.
- Tú libro en vez de que lo compran en una librería que se lo bajen miedo internet de alguna página pirata.
- ¿Y esta quién se?
- Otra pijipobre buscando esclavo y mayordomo a 5 euros… Después llorará cuando le cobran lo que las de la hambre…Pero bueno, se cool.
- ¡Adios Susana, pero para siempre, eeeeh!
- Alguna tiene tan vacía la vida que tiene que llamar la atención de cualquier forma.
- Se una oveja negra, dentro de su sector.
- Hola muerte, adiós vida.
- ¿Púas para trabajar en una universidad no se te viene muy concienciada cono lo público?
- ¿Troco te ventas, cuponcito?
Creo que no es necesario que continúo.
Y es que días después de subir un tuit con una foto dando mi bienvenida a Uber en Valencia con el texto Hola Uber Valencia, adiós taxy, las muestras de odio siguen llegando a mi perfil de Twitter. Desde mi aspecto físico, mis ingresos, mis trabajos, mi libro… Sin aturador.
"Días después de subir un tuit con una foto dando mi bienvenida a Uber en Valencia, las muestras de odio siguen llegando a mi perfil de Twitter"
Jueves, 7 de febrero. Tengo formación en Barcelona a las 15 horas. Salgo de un cliente en Valencia y, como soñó el mismo fundador de Uber bajo la lluvia de París, Garret M. Camp, llamo un coche porque esté al lugar adecuado en el momento adecuado. Un skoda negro, conducido por un conductor también negro me recoge en la calle Colón.
El coche llega en 3 minutos. Servicio impecable, como siempre que he cogido un Uber en Madrid, Barcelona o Lisboa. Y ahora, por fin, en Valencia. Antes de subir al coche ya sé el precio de la carrera y antes de bajar ya tengo el recibo a mi correo. Un detalle importante para mí que soy autónoma y necesito deducirme todos los gastos que pueda.
Mientras transitamos por la calle Xàtiva, hago una foto desde dentro del coche. Es mi manera de darle la bienvenida a Uber en Valencia. Algunos colegas que conozco se hacen eco a Twitter de mi foto. Sonrío. Somos de la misma opinión. Uber España me da las gracias por el apoyo en la misma red social. Y continúo con mi día.
Llego a Barcelona con Renfe, con diez minutos de retraso, como es habitual con el Euromed (tendríamos que hacer una cruzada a Twitter para reclamar un Corredor Mediterráneo… oh wait, #CorredorMediterrani) y la combinación para llegar a tiempo a mi clase es mala. Opciones: taxi o nada porque Uber en Barcelona ha perdido la batalla.
Voy justa de tiempo. Un taxista amable, rápido y educado me trae hasta la Vía Augusta. Se despide cordialmente. Todo correcto. He pensado durante el trayecto al taxi: se habrán puesto las pilas los taxistas de Barcelona con todo el que ha pasado o es que he tenido suerte hoy? Porque sí, la experiencia que he tenido durante muchos años con los taxistas no ha sido increíble, sino deficiente y mucho muy mejorable.
Y ese es precisamente el quid de todo este asunto para mí: la experiencia de usuario, mi experiencia como usuaria de este medio de transporte.
Que si el 25% del que pago por una carrera se va hacia Países Bajos, que si se quedarán con los datos de mi tarjeta de crédito, que si me estafarán, que soy cómplice de estafa por publicitar una empresa disruptiva que esclaviza a los chóferes con los que trabaja… Una lluvia de argumentos a Twitter, además de las amenazas y los insultos.
Todos los que me increpan parecen muy preocupados para salvaguardar el monopolio del taxi pero el gran problema del sector del taxi es que nunca han mirado para adentro. No se han hecho preguntas del tipo: qué estamos haciendo mal porque tanta gente coincida en sus protestas contra nuestro servicio? Cómo podemos mejorar? Y la cuestión más importante de todas, que necesitan los clientes?
"Si hay un sector que no ha entendido aquello de poner al cliente en el centro ese es, sin lugar a dudas, el del taxi"
Si hay un sector que no ha entendido aquello de poner al cliente en el centro ese es, sin lugar a dudas, el del taxi. Los usuarios queremos un buen servicio, buen trato, atención y transparencia. Queremos poder pedir un coche a golpe de clic. Porque los coches son todos similares, pero aquello que pasa adentro, marca la diferencia. Uber lo tiene claro desde el principio: el más importante es el cliente. Otra cosa es que no esté de acuerdo con la tributación y cómo pagan sus empleados, o dedo de otro modo, estoy muy de acuerdo con su servicio pero no con su modelo.
Los taxistas no se han hecho tan sólo las preguntas más básicas, más allá del cliente. No se han preguntado cuestiones tan obvias cómo: si tengo unos ingresos de 4.000 euros sucios al mes y el 50% son gastos, como puedo mejorar mi negocio para reducir estos gastos? Es rentable que el 50% de mi tiempo esté pegando vueltas sin ningún cliente al taxi? Cómo son mis clientes? Qué horas son más productivas? Cómo puedo utilizar la tecnología a favor mío?
En vez de hacerse las preguntas correctas, cortan carreteras, revientan ferias, presionan los gobiernos e increpan, amenazan e insultan usuarios que celebramos la llegada de los VTC en nuestra ciudad.
Me pregunto qué harán cuando sigan los coches autónomos los que los barren de las calles, a ellos y a los VTC. Porque es muy posible que todos, unos y otros sigan sustituidos. Y no en falta mucho... Mientras este momento llega, que continúan girándole la espalda a los usuarios e ignorando que su monopolio tiene los días contados.