Observando las casi 850 empresas y los centenares de ciudades participantes en el Smart City Expo WorldCongress , se evidencia que estamos inmersos, un más que otros, en un nuevo ecosistema que se mueve impulsado por el desarrollo de la industria 4.0 caracterizada por la omnipresente tecnología. Ahora bien, esta irrupción tecnológica no esconde que en el seno de las industrias sigan existiendo problemas que en la etapa precedente no se han afrontado, como son el coste de la energía, la insuficiente inversión en tecnología, el pequeño volumen de las organizaciones, los desajustos con la formación profesional y la no continuidad entre las universidades y el tejido productivo.
Unos problemas que se evidencian con más bastante cuando las industrias asumen, como no puede ser de otra manera, su compromiso en el seno de la economía globalizada, la sostenibilidad y los desafíos propios de la liberalización, en unos mercados frágiles y muy sensibles a los cambios y las incertidumbres. Unos problemas suficientes conocidos que exigen un claro compromiso de las Administraciones garantizando que el resultado del trabajo técnico y científico acontezca progreso social.
Apoyar a la cultura emprendedora, que aporta innovación disruptiva, preservar la calidad de vida y el medio ambiente, y disponer de óptimas infraestructuras en cuanto a movilidad de datos, productos y personas con criterios de no malversación ni de tiempo ni de energía, acontecen requeridos. Los desafíos a afrontar son suficientes conocidos y definidos, pero hay que recordarlos dado que las soluciones están teñidas de retrasos, de sombras e incertidumbres, sin olvidar que hay que actuar con rapidez dado que algunas zonas industriales se ven amenazadas por otras que parecían, hace unos años, ya superadas.
"Los desafíos a afrontar son suficientes conocidos y definidos, pero hay que recordarlos dado que las soluciones están teñidas de retrasos, de sombras e incertidumbres"
En esta línea, hay que considerar que en Cataluña adicionalmente hay algunos problemas como son, entre otros, los precios de las telecomunicaciones, la carencia de conectividad de alta velocidad en áreas industriales, el bajo nivel de inversión en I+D+y, asincronía entre la formación y las necesidades de futuro de las empresas en cuanto a titulaciones universitarias y de FP, dos aspectos capitales, que desgraciadamente no se afrontan de forma contundente para solucionar las carencias de hoy y las demandas crecientes del futuro. Toda una serie de aspectos que afectan negativamente a la productividad.
De hecho, según los últimos informes de la OCDE España es el tercer país avanzado donde menos ha crecido la productividad en 20 años. Esta es un dato que se arraiga en que el Estado está a la cola en inversión en I+D+y, las empresas españolas son de las que menos invierten en TIC (casi un 38% por debajo de la media de la UE), y España ocupa el lugar 15è en el índice de Economía y Sociedad digital que elabora la UE.
Siendo cierto que las oportunidades son muchas, al igual que los retos a afrontar, también es cierto que algunos aspectos están muy condicionados por las políticas y actuaciones, por exceso o por defecto, de las Administraciones, pero no se puede olvidar que otros muchos dependen únicamente de cada organización y, entre estos, el más importante es efectuar el paso de la industria 3.0 a la 4.0. Hacerlo requiere determinación, constancia y una clara hoja de ruta. Entomar la transformación y la hoja de ruta específica de cada empresa comporta, en primer lugar, asumir que es imprescindible que los sistemas de producción estén totalmente interconectados, tanto los internos como los externos, y todos ellos sincronizados en tiempo real con el finde que la producción se encuadre en un triple condicionante: adaptación a los cambios del mercado, maximizar la productividad y valorar los adelantos técnicos y científicos con rapidez.
"Entomar la transformación y la hoja de ruta específica de cada empresa comporta asumir que es imprescindible que los sistemas de producción estén interconectados"
Estos hechos comportan efectuar grandes cambios en toda organización y que esta interiorice los paradigmas asociados a esta nueva revolución industrial y, como tal, prepare y ejecute las actuaciones requeridas. Entre estas, acontece necesario completar la transformación digital; ajustar los procesos de producción dotándolos de capacidad de interacción máquina-máquina-producto en curso; dar respuesta a las problemáticas de los productos con ciclo de vida circular considerando la posible segunda vida útil de estos; ajustar los productos con criterios smart; implementar herramientas de inteligencia artificial y establecer los procedimientos por la interrelación y cooperación entre esta y la inteligencia humana.
Pocos dudas existen que el paso de la Industria 3.0 a la Industria 4.0 requiere política industrial focalizada en la competitividad global y no básicamente centrada en la productividad, pero ahora la política industrial no es suficiente, puesto que esta de poco sirve si las empresas no aceleran a resolver sus problemáticas y a la vegada entomen los retos que únicamente dependiente de ellas. Es hora, pues, de no esperar que lo hagan los otros primero, de tener todo el viento de cara, ahora es hora de asumir compromiso y hacer, dado que si no haces tú, lo hace otro, puesto que las personas y las organizaciones eficientes son como los gases nobles que ocupan todo el espacio disponible.