Tácito, que sabía de lo que hablaba, acuñó una sentencia que, como la mayoría de las sentencias romanas, está de perfecta actualidad: Corruptissima re publica plurimae leges. Algunos dicen que el significado es que cuanto más corrupto es un sistema, más leyes hace. Otros aseguran que publicar muchas leyes convierte un sistema en corrupto. Yo más bien pienso que la sentencia de Tácito no busca determinar la causa y el efecto. Más bien pienso que quiere decir que la promulgación de muchas leyes y la corrupción son hechos indisociables. Y como en Catalunya se promulgan leyes y normas como quien reparte caramelos, ya pueden ustedes imaginarse en qué entorno habitamos.
El caso es que se promulgan leyes y normativas que, después, son de difícil, si no imposible, aplicación. Pero en otros casos simplemente estamos ante la dejadez, la incompetencia o la corrupción. Y este es el caso de los mercados y tiendas de alimentación. A menudo surgen críticas sobre determinadas empresas de distribución denunciando, por ejemplo: "Esta empresa dice que los productos son de proximidad y tienen piñas de Centroamérica". Ya se ve que esta es la afirmación de un insensato, ya que no puede esperar que las piñas se produzcan en la Cerdanya. Y además, este insensato critica a alguien que informa cuando el problema en Catalunya es que los comercios no informan.
"En general, nos movemos entre la desidia y la corrupción. Después nos llenamos la boca con discursos sobre la calidad de nuestros productos, practicamos el patriotismo agrogastronómico"
Si hablo de incompetencia y corrupción es porque los delitos son flagrantes y se practican en territorio público, como por ejemplo, en los mercados municipales. Si pasara alguna inspección multarían cada día, o cerrarían el comercio. Y esto no sucede. ¿Cuántos mercados municipales informan del precio por kilogramo de un producto y de su origen? ¿Alguien sabe de dónde provienen los pescados que se venden en los mercados municipales? Tenemos suerte de las grandes superficies de distribución. Estas suelen cumplir con la ley. ¿Y si les dijera que el fraude y el engaño son moneda corriente en el sector de las pescaderías? ¿Saben que la mitad de los pescados son de piscifactoría y no informan de ello? ¿No han notado que, a menudo, los lenguados están blandos y desinflados? No hace falta hablar de los congelados que se descongelan. Nadie nos informa. Lo mismo sucede con verduras, frutas y carne.
Una conocida me contaba que para su restaurante a veces pasaban inspectores que miraban la instalación, le hacían comentarios, ... alguna multa. "Hace años que no pasan..." dice ahora. Pura dejadez. Otros dicen: "No hay que preocuparse, cuando tienen que pasar llaman el día antes". En general, nos movemos entre la desidia y la corrupción. Después nos llenamos la boca con discursos sobre la calidad de nuestros productos, practicamos el patriotismo agrogastronómico, etc. Nos gusta mucho hablar.
"El país no funciona porque las pequeñas cosas de cada día no se controlan. La palabrería parlamentaria no se traduce en hechos que la gente palpe"
En la mayoría de ocasiones, el país no funciona porque las pequeñas cosas de cada día no se controlan. La palabrería parlamentaria no se traduce en hechos que la gente palpe. Es por eso que la subsidiariedad que se practica en la Unión Europea no es útil en España. Lo que ustedes podrán observar en cualquier mercado ambulante francés, alemán, italiano, etc, no es aplicable a los mercados gestionados por ayuntamientos. Insisto en que el hecho solo tiene dos explicaciones posibles: desidia o corrupción. Y Tácito nos da alguna pista valiosa.