profesora colaboradora de ADE de la UVIC-UCC

Invertir en RSC desde Noruega

01 de Abril de 2017

El fondo soberano más grande del mundo es el noruego. Noruega es el país que ocupa la primera posición en el Índice de Desarrollo Humano del planeta, a pesar de que a principios del siglo XX era una de las naciones más pobres de Europa, incluso por debajo de países subsaharianos.

El descubrimiento de petróleo y de gas al mar norteño, la estabilidad institucional y unos valores éticos cimentados en el protestantismo cambiaron esta monarquía escandinava. El fondo tiene unos activos de 859.000 millones de euros al cambio y, como dice la memoria de su gestora, Norges Bank Investment Management, son dinero que pertenecen a los ciudadanos de aquel país. Esto hace posible que sea el estado del bienestar más desarrollado del mundo. El fondo invierte un 62,5% de sus activos en 9.000 empresas cotizadas a las bolsas mundiales. Un 34,3% se invierte en renta fija y un 3,2% en inmuebles. Noruega es uno de los principales accionistas de compañías como Apple, Nestle, Royal Dutch Shell, Google y Roche. En España tiene invertidos 12.000 millones de euros. En su página web se puede encontrar toda la información.

Estos son los números, pero el importante es el cambio en su misión a la hora de invertir. Hace dos años, el consejo de la gestora decidió que sería mucho más éticamente proactiva a la hora de tomar decisiones. El fondo noruego no invierte en compañías que hacen tabaco o que producen armas nucleares. No tiene ninguna participación tampoco a Boeing, fabricando de aviones comerciales y militares, como tampoco a EADS, la matriz de Airbus. Tampoco en empresas mineras como Río Tinto o, el que es más sorpresivo, en el grupo de hipermercados de Estados Unidos Wal-Marte, que da trabajo a 2,5 millones de personas. La decisión final de donde se invierte o no depende del ministerio de finanzas noruego.

El fondo deja claro en su memoria que tiene tres tópicos claros a la hora de decidir donde poner el dinero de los ciudadanos: los derechos de los niños, la gestión del agua y el cambio climático. Tres factores que analizará de pura cepa en cualquier empresa. Ellos dicen que su trabajo es realizar una gestión activa como inversores, aprovechando su influencia como accionistas para intentar cambiar los métodos de trabajo de las compañías donde invierte en toda su cadena de valor. Ponen como ejemplo su trabajo a la petrolífera Royal Dutch Shell para mejorar el sistema de extracción de petróleo de esta empresa en el Níger. En el caso de Nestlé, Noruega también ha influido para comprobar el sistema de trabajo en los proveedores de cacao en Costa de Marfil y otros países.

No se conoce qué ha sido su influencia a Apple, la compañía más capitalizada del mundo, que da trabajo a 200.000 personas en China para montar sus gadgets. De hecho, el ex presidente Barack Obama ya pidió a Apple que parte de estos puestos de trabajo volvieran a Estados Unidos. Desde Apple se respondió que muy bien, si le aseguraban mantener los mismos costes. Una utopía ahora mismo. Dudo que Donald Trump lo consiga.

Noruega apuesta para promover la ética a la empresa, un terreno donde es fácil caer en la demagogia. En Estados Unidos, los fondos éticos existen desde hace tiempos. Las gestoras de las órdenes religiosas, por ejemplo, nunca han invertido en empresas que hacen armas, tabaco o anticonceptivos. Era una decisión basada en unas creencias. Pero, por ejemplo, respecto de las armas, como caso extremo, hasta qué punto se puede considerar poco ético no invertir en empresas que fabrican armamento para defenderse del terrorismo, el estado islámico o los talibanes? Es ético invertir en compañías de alimentación y bebidas que fabrican productos que favorecen la obesidad infantil? No es nada extraño que estos problemas de salud estén obligando a grandes grupos como Coca Cuela, Pepsico, Unilever o Heinz a mejorar sus productos, eliminando la presencia de edulcorantes. También saben que cada vez está mejor ver que los pongan más impuestos, como pasó con el tabaco en el pasado.

Y que tenemos que decir de los fabricantes de móviles o de las baterías por el coche eléctrico? El que parece éticamente indiscutible, también tiene su historia si se profundiza hasta el final. Las baterías de las nuevas energías proceden de materiales como el litio y el cobalto, que se producen en países como Bolivia y el Congo. Quién asegura que Apple, Samsung, Nokia y Hyundai, para citar fabricantes de móviles, controlan cien por ciento que la extracción de estos minerales sea correcta? Me parece que ni el fondo noruego.

Y que se tiene que decir del negocio bancario? Sobre todo después de la derrota hipotecaria de comienzos de siglo o de la venta sin escrúpulos de acciones preferentes y otros productos financieros a clientes que nosabían nada. Invertir en bancos es ético? Que le pregunten al señor Rodrigo Rato, ex presidente de Bankia, y antes ex ministro de Economía y director gerente del FMI.

Si invertir es complicado, imagínese pensar en si el cliente y el proveedor de una empresa, sobre todo si es pequeña o mediana, hace bien su trabajo. Dónde son los límites? Hasta donde se puede ser activo o preguntar? Por qué Mercadona, una compañía que no cotiza, está constantemente haciendo conocer su acción social, subiendo los sueldos a sus empleados, dándolos dividendos y haciendo gala de que trabaja siempre en el lado de sus proveedores para controlar sus buenas prácticas?

El importante, en cualquier caso, es hacerse las preguntas y entender que no todo es blanco o negro. Hay muchos matices. Pero la coherencia es fundamental. Los noruegos tampoco son capaces de conocer qué hacen las 9.000 empresas en que participan, pero seguro que pueden influir en las más decisivas y hacer pública su decisión si deciden marchar.

Nos tenemos que felicitar que el debate sobre RSC quizás no ha llegado todavía a los fondos soberanos de los países árabes o de China, pero, al menos, ya es un activo decisivo al mundo occidental. Y el primero que se requiere para auditar la RSC de una empresa cotizada es la transparencia y la información que dan. El ideal sería que todo potencial accionista lo tuviera en cuenta. No hay peor castigo por una empresa y sus gestores que un día, debido a una crisis de RSC, sus acciones se hundan. El resto tomará nota y el mundo seguirá mejorando,a paso. Y no sólo en Noruega, donde dinero no lesfaltan.