2020 ha sido un año que ninguno de nosotros preveía. La covid-19 ha provocado una crisis repentina, sin precedentes y con incidencia global, que nos ha impactado fuertemente en el ámbito sanitario, social y económico. Un año después del inicio de la pandemia, casi nos hemos acostumbrado al contador diario de muertos y contagiados debido al virus. A menudo, los números son frívolos, pero detrás de estos hay personas y familias que están viviendo situaciones muy trágicas.
Otro contador que, desgraciadamente, no se para es el de la pérdida de tejido empresarial y puestos de trabajo. Los cierres y las restricciones que se han ido decretando para hacer frente a la pandemia han hecho que muchas empresas hayan bajado la persiana para no volverla a levantar nunca más. Esto también es dramático para todas las familias que hay detrás de estos negocios, y para los empresarios y trabajadores de sectores duramente castigados como el comercio, la restauración, el turismo, la cultura o el deporte.
La gestión de esta crisis no es nada fácil, sin duda. La fórmula para garantizar al máximo la salud de las personas, impactando lo mínimo en la economía, todavía no lo hemos sabido encontrar. Desde Pimec hemos defendido este equilibrio desde el primer momento de la pandemia. Podemos entender, con muchos interrogantes, que ciertos sectores económicos se tengan que ver afectados por las restricciones para contener el virus, pero no podemos entender que esto no se acompañe de ayudas directas, inmediatas, sostenidas y coordinadas. Tampoco entendemos la arbitrariedad con la cual se decretan algunas medidas, ni que sectores minoritarios, como el ocio, el ocio nocturno, el ocio infantil o las industrias auxiliares de los sectores afectados hayan sido del todo olvidados por la Administración.
"Hace falta, por parte del Gobierno central, un plan de rescate urgente y potente para los sectores más afectados por las restricciones"
Con la esperanza de que todo haz un giro de 180 grados, hemos llegado a 2021, pero las primeras semanas del año nos han dado un nuevo golpe de realidad. Los retrasos en la vacunación y el fuerte impacto de la tercera ola nos hacen ser algo menos optimistas. Además, por si no tuviéramos suficiente, se suma la irresponsabilidad política y judicial, que contribuye a generar más incertidumbre con la fecha de una convocatoria electoral en la cual está en juego la gobernabilidad del país y las políticas urgentes y prioritarias para la recuperación económica.
Solo estamos en el segundo mes del año y, por lo tanto, todavía estamos a tiempo de trabajar para conseguir esta esperada remontada. Eso sí, hará falta que todos pongamos mucho nuestra parte. Necesitamos de manera urgente que los comicios del próximo día 14 salga un Govern estable, que gobierne y que salga adelante unos presupuestos ajustados a las necesidades actuales. También habrá que acelerar el ritmo de vacunación; sólo así podremos salvar la temporada de verano.
En el ámbito empresarial hace falta, por parte del Gobierno central, un plan de rescate urgente y potente para los sectores más afectados por las restricciones, así como un plan a 10 años ver para favorecer que las pymes crezcan en dimensión, teniendo en cuenta que esta tiene una relación directa con su capacidad de resistir crisis y con su rentabilidad. Además, continuamos reclamando una política fiscal pensada para pymes, adaptar la oferta formativa a la demanda empresarial, facilitar el acceso de las pymes a la contratación pública, un mejor precio de la energía, un régimen sancionador contra la morosidad, mejorar las infraestructuras y telecomunicaciones y potenciar las zonas rurales.
"Sólo podremos superar esta etapa si este 2021 sabemos aprovechar las oportunidades que todas las crisis hacen aflorar, con diálogo y voluntad"
Soy optimista con la capacidad de nuestras empresas para mejorar este año su situación. Eso sí, tendrán que continuar luchando para hacer frente a los retos que ha generado la pandemia, pero también a los que ya tenían encima de la mesa como la innovación, la digitalización o la sostenibilidad. Estos elementos acontecen ahora más importantes que nunca para conseguir la resiliencia que marcará la diferencia a la hora de mejorar la competitividad y de sobrevivir a los efectos de esta crisis.
2020 ha sido un año de pérdidas e incertidumbre y sólo podremos superar esta etapa si este 2021 sabemos aprovechar las oportunidades que todas las crisis hacen aflorar, con diálogo y voluntad.
Este 2021 supone también una nueva etapa para mí, después de decidir recientemente que no terminaré mi mandato como presidente de Pimec. Orgulloso y satisfecho por el trabajo realizado a lo largo de todos estos años, me voy con el convencimiento de que Pimec seguirá estando al lado de las pymes y de los autónomos del país para representarlos y defender sus intereses.