Google nos roba

"Internet es el futuro". Es siempre lo primero que digo cuando alguien me presenta como experto en internet (sic). En la versión experto en redes sociales tengo la de "las redes sociales han venido para quedarse". Esto que ahora es una obviedad no lo era tanto en 1994 cuando íbamos a ver a alguna gran empresa para convencerla que necesitaba una web: "Todo el mundo tendrá una y algún día lo comparamos todo por internet". Recuerdo que ver una URL impresa en un anuncio en un autobús era un gran triunfo de "las nuevas tecnologías"; "todo será digital algún día".

Otro gran éxito del momento era "Tú que sabes, pero Google cómo gana dinero?". Es verdad que nunca lo supe muy bien del cierto más allá de la pasta que les inyectaban los fondos de inversión y los VC de la época. Reconozco que me inventé más de una explicación, que por algo soy un experto. Recuerdo muy bien una conversación en este sentido en 1999 con un empresario de los de la burguesía catalana, que con voluntad de invertir en Google, quería entender el algoritmo para ver si así sacaba el intríngulis del modelo de negocio de la empresa. A lo máximo que llegué fue a enviarle el artículo original de los creadores de Google, Sergei Brin y Larry Page, donde explicaban la anatomía de un buscador.

"El coste de todos los servicios que nos da Google —es descomunal— palidece con el valor de lo que obtiene de los datos de nuestro comportamiento mientras las utilizamos"

Pero todo aquello ya es pasado y hoy incluso la portera de Núñez sabe como se gana la vida Google: con nuestros datos (Google y unos cuántos más). Google no nos regala 15GB de Gmail, el mejor correo; o Android, el sistema operativo móvil más popular; o Google Maps, un sistema de cartografía que fasta hace diez años sólo estaba al alcance de organizaciones estatales; o YouTube, la televisión global para la generación autotune; o Google Translate; o cualquiera de los otros 210 productos que nos ofrece ( son más que los que menciona la página oficial de servicios de Google). El coste de todos los servicios que nos da Google —es descomunal— palidece con el valor de lo que obtiene de los datos de nuestro comportamiento mientras las utilizamos, datos que vende a anunciantes; el curioso negocio de empaquetar los momentos de mucha gente y venderlos a terceros.

"Google, el curioso negocio de empaquetar los momentos de mucha gente y venderlos a terceros"

Esta semana, sin embargo, Google ha sido noticia porque se ve que además de empaquetar los momentos que gentilmente les cedemos, resulta que también empaqueta los momentos de terceros sin su permiso. Si nunca habéis buscado la letra de una canción en Google, habréis visto como el mismo navegador os la muestra en la página de resultados sin que tengáis que hacer clic en ningún enlace para leerla. Aprovecharse de la posición dominante para hacer competencia a los webs de letras de canciones ya es una cosa fea, pero si además las letras que muestras las coges sin permiso de un tercero es todavía peor. Esto es lo que hacía tiempo que denunciaba el popular lugar Genius.com, un web que además de mostrar las letras de las canciones explica el porque de las referencias que salen (va especialmente bien para los temas de hip hop). Google lo había negado siempre hasta esta semana que Genius.com demostró que efectivamente las letras que mostraba Google eran las suyas. Genius.com había colocado de hacía tiempo un tipo de marca de agua en sus letras con apóstrofes verticales e inclinados que leídos en código Morse hacían RED HANDED (Os hemos pillado).

La compañía del buscador ha respondido rápido después de la vergüenza planetaria y ya ha comunicado en su blog que a partir de ahora dará crédito a los webs de los que saque las letras de las canciones. Si esto ha servido para que el mundo conozca Genius.com ya habrá valido la pena.

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