La incertidumbre es lo más remarcable. Para orientarnos nos hay que saber cuánto durará la situación actual, cuánto de tiempo hará falta después para conseguir vacunar a toda la población, bien sea por infección generalizada, bien para disponer de una vacuna producida en laboratorio y, por lo tanto, cuánto de tiempo tendremos que mantener el confinamiento actual y cuánto tardaremos a liberarlo progresivamente y selectivamente, y después habrá que ver los efectos de todas las medidas de orden económico implementadas provisionalmente y cómo habrá quedado el tejido productivo.
Tanto la oferta como la demanda se han alterado notablemente. Los comportamientos de los agentes económicos los podemos suponer cambiados. Pero, no es seguro como tantos dan por hecho que no haya un regreso a los comportamientos de antes, excepto en aquello que los cambios geopolíticos impondrán y que corresponden más a la "desmundialització" (ya anunciada por economistas como el francés Jacques Sapir, de quien el libro comenté en SYN@PSIS, número 60 de septiembre y octubre de 2012), con la pérdida de poder de los Estados Unidos y el ascenso de China, con más pes de los estados y pérdida de relevancia política de la Unión Europea.
Hay que esperar cambios en el que decimos "ordenación del sistema económico". Parece que el sector público tendrá que crecer y con él la centralización de las decisiones, con los Estados como proveedores de servicios públicos y coordinadores más intensos, y una pérdida de peso real de la Unión Europea, a pesar de que su aparato burocrático intentará hacer ver que no y luchará para no perder las prebendas que tiene. Incluso puede afectar al euro, ya cuestionado. Uno devuelve algo pareciendo al que fue la Comunidad Económica Europea y la moneda cesta ECU podría ser una resultante a la práctica. Parece bastante claro que la UE no es un marco adecuado para resolver problemas de los ciudadanos, con idiosincrasias diferentes de cada estado, con culturas diferentes y con aparatos productivos que se han querido especializar en beneficio de unos países y en detrimento otros.
"Parece que el sector público tendrá que crecer y con él la centralización de las decisiones"
En términos de renta y riqueza, pinta mal. Nos habremos endeudado considerablemente por encima del que ya lo estábamos, se habrá reducido el PIB y se habrán depreciado los activos que nos sirven para tener la sensación que tenemos un ahorro para gastar al consumir por encima de la renta generada, y para arriesgar. La intensidad de esto depende fundamentalmente del que dure la situación actual y de cuánto tendremos que destinar para salir de esta situación, con el miedo añadido que, igual que ha aparecido el coronavirus, puede aparecer cualquiera otro desastre antes de rehacernos.
La sacudida es fuerte, los cambios se tienen que ver y, por encima de la economía actúan las decisiones geopolíticas, que se están manifestando desde hace unos años suavemente y ahora de manera muy firme. Preferiría que no se cumpliera el que leí los primeros años de dedicarme a estudiar la geopolítica: cuando esta gana terreno en el escenario mundial, se acerca una guerra.