En el marco de la intervención económica ejecutada por el Gobierno del Estado sobre las cuentas públicas catalanes, de cara a impedir el referéndum del 1-O, también han sido bloqueados las cuentas de universidades públicas y de centros de investigación catalanes. Más de 60 entidades se han visto afectadas por esta decisión. Este hecho, extraordinario, insólito y excesivo, pone en riesgo el desarrollo de proyectos de investigación, muchos de ellos internacionales; y afecta el prestigio de instituciones que se han ganado, con paciencia, transparencia y excelencia, un lugar de mérito en la ciencia mundial. Se compromete el normal funcionamiento de los grupos de investigación (cosa que puede afectar socios científicos internacionales en proyectos consorciados con otras instituciones otros países), y se malogra la capacidad de atraer y retener talento en unas entidades que han demostrado su capacidad de competir a primer nivel mundial a pesar de la endémica escasez de recursos.
"Más de 60 entidades de investigación se han visto afectadas por la decisión de bloquear las cuentas públicas catalanes"
El modelo de investigación catalán es singular. El despliegue de una cuadragésima de centros de investigación (BUSCA, Centros de Investigación de Cataluña), con una idiosincrasia propia, ha situado en Cataluña en un lugar privilegiado de la ciencia mundial. Los centros BUSCA son organismos independientes, que actúan con gran autonomía y flexibilidad bajo un liderazgo científico formato por investigadores internacionales, reconocidos como los mejores en su campo y reclutados a través de concursos públicos internacionales. Desde hace casi dos décadas, los BUSCA están desarrollando una política estable de atracción del mejor talento internacional en Cataluña, y de desarrollo de ciencia de frontera. Los centros están supervisados por comités científicos internacionales, y evaluados de acuerdo con las mejores prácticas y estándares globales. Su eficiencia y calidad los ha convertido en nodos clave en los circuitos de la ciencia mundial, y su producción científica es una divisa y carta de presentación indiscutible de Cataluña.
Ya hace años que sabemos que Cataluña genera alrededor del 1% del conocimiento mundial (medido en cantidad y calidad de artículos científicos publicados en revistas de impacto internacional), cuando sólo somos el 0'1 % de la población del mundo. Esto significa que Cataluña tiene una intensidad de conocimiento unas 10 veces superior a la que nos tocaría si el conocimiento estuviera equidistribuït. Los progresos en ciencia han llegado a extremos que hace poco habríamos considerado imposibles: en el periodo 2007-2013, el sistema catalán de investigación ha conseguido 136 ayudas de la European Reseach Council, programas de la máxima exigencia científica. El 51% de las concesiones competitivas que llegan a España son conseguidas por Cataluña; y a pesar de significar sólo el 1,2% de la población del Espacio Europeo de Investigación, Cataluña consigue el 3% de las ayudas, que han reportado más de 400 millones de euros en investigación. En capacidad de atracción de fondo per cápita, en el entorno europeo, sólo nos superan Israel, Holanda y Suiza. La clave de este éxito, sin duda, ha sido la estructuración de los centros BUSCA, y el programa ICREA de atracción de talento investigador, dos instrumentos clave en la configuración del sistema científico catalán ideados, en su momento, por el profesor Mas-Collell cuando era consejero de Universidades; aceptados como válidos y mantenidos por sus sucesores de todos los colores políticos a lo largo de dos décadas.
"Cataluña tiene una intensidad de conocimiento unas 10 veces superior a la que nos tocaría si el conocimiento estuviera equidistribuït"
Cataluña tiene núcleos de excelencia en investigación, en ámbitos como biotecnología (con toda la aportación al progreso mundial en salud que significan, en campos como cáncer, alzheimer o sida), física, computación, materiales, química o nanotecnología. Sin embargo, el sistema científico catalán es todavía un adolescente frágil que necesita estabilidad. La crisis ya afectó sensiblemente las universidades, que sufren de una financiación insuficiente y que no pueden regenerar su cuerpo de profesores. Pero la semilla de la cultura de la excelencia está plantada, y hay un consenso en que el futuro de los países vendrá determinado por su capacidad de hacer investigación y de transferirla rápidamente al tejido socioeconómico. Hace falta, a toda costa, mantener la estabilidad financiera de centros y grupos de investigación, y pedir firmemente que, como centros de referencia en conocimiento científico, guiados por principios de pensamiento crítico y universalidad, queden al margen de cualquier acción política que los pueda perjudicar.