Desde hace ocho años dedico una buena parte de mi jornada laboral a la docencia universitaria en Cataluña. Antes, durante tres años, y como parte de mi formación, también estuve expuesto a la docencia en el ámbito de los grados en los EE.UU.. Como odontólogo, la docencia es sin duda la parte más enriquecedora de mi profesión, junto con el tratamiento de pacientes y la investigación clínica.
La Odontología, como la mayoría de las profesiones, es una disciplina médica cambiante y dinámica que requiere actualización constante y revisión de los conocimientos en técnicas y materiales. Esto es el que hacemos los profesores para ofrecer a los estudiantes de grado y máster una formación en excelencia de atención asistencial basada en la última evidencia científica.
Ante nuestro tenemos un grupo de jóvenes, ya no tan jóvenes, con comportamientos y actitudes muy diferenciadas. Aquellos quién son conscientes de las dificultades del mercado laboral, y otros que no lo ven, no lo quieren ver o son inconscientes. Estos dos grupos de estudiantes presentan un talante completamente opuesto.
Los primeros asisten en clase puntualmente con una actitud proactiva, ilusionada e ilusionante, pidiendo formación de calidad y con hambre para aprender. En la mayoría de casos, además, aprecian el esfuerzo del profesor y son agradecidos.
El otro grupo de estudiantes, opuestamente, es muy decepcionante. El único objetivo universitario parece ser aprobar y no aprender, no muestran motivación ni inquietudes y son indiferentes a los adelantos o modernidad en la formación. Este colectivo minoritario, especialmente a los últimos cursos del grado, representa la dejadez y la mediocridad.
Hoy en día a ninguno de los estudiantes, independientemente al grupo descrito que pertenezca, se le escapa que su próxima situación laboral será difícil o muy difícil. Tanto es así que de los graduados en odontología de los últimos años, entre un 40-50% tienen que marchar al norte d´Europa y Reino Unido para ejercer con un sueldo digno.
El que vemos a nuestra profesión, entiendo, es comparable a otras muchas. Nuestro mercado laboral actual no tiene lugar para mediocres con una formación aceptable, sólo tienen espacio los que, además de estar muy muy formados, presentan una muy buena actitud hacia la vida, las dificultades y el aprendizaje.
Sólo destacarán los proactivos, los inquietos, los que quieren más y mejor, los entregados y los que no escatiman esfuerzo. Estoy convencido que pertenecer al primer grupo de los estudiantes es un factor predictivo de éxito. El efecto actitud puede con casi todo. Por qué no se los contagiamos?