Si cogiéramos un mapa del mundo y nos dedicáramos a dibujar con líneas todos los Acuerdos de Libre Comercio (ALC) existentes entre países acabaríamos con un papel muy tachado y un dibujo que muchos comparan con el de un plato de espaguetis. Además de haber muchos, el número de ALC en vigor en el mundo crece año tras año. La imposibilidad de llegar a acuerdos multilaterales entre los 160 países miembros de la Organización Mundial del Comercio ha provocado que muchos países vean en los ALC la alternativa para mejorar el acceso a los mercados extranjeros y favorecer la competitividad.
Por eso, casi todas las economías del mundo están negociando acuerdos de estos tipos – a menudo con motivaciones geopolíticas que van mucho más allá de las económicas. En casa nuestra, la política comercial internacional es competencia de la Unión Europea y estos acuerdos se negocian en el ámbito europeo.
La UE tiene una agenda de ALC muy activa, siendo una de las economías que más acuerdos con otros países tiene en vigor y que másestá negociando. Por ejemplo, el Acuerdo de Libre Comercio entre la UE y el Canadá está en proceso de ratificación y las negociaciones por un acuerdo con los EE.UU. (conocido como TTIP por las siglas en inglés) o el Japón se iniciaron el 2013.
Efectos de los ALC
Un operador que quiera exportar en el Japón cava hecho en Cataluña tendrá que pagar de arancel unos 1,34 euros por litro importado. Pero si este mismo producto se exporta a la vecina Corea del Sur, se puede evitar el pago de arancel. Y si un importador quiere introducir al mercado catalán una chaqueta hecha en Argentina, tendrá que asumir un arancel del 12% al entrar a la UE, pero si el producto es chileno, el arancel es del 0%.
Esto es así porque tanto Corea del Sur como Chile tienen ALC vigentes con la Unión Europea. Tradicionalmente, estos acuerdos han comportado una bajada o desaparición de aranceles a la importación entre los dos o más países firmantes. Incluso cuando estos no son elevados (la UE tiene de media un 3%, cifra relativamente baja en el ámbito mundial), ahorrarse el coste que puede representar el arancel puede suponer una ventaja significativa ante otros competidores.
Cómo que estos acuerdos son entre dos o más países, la ventaja competitiva por la reducción de aranceles existe para un exportador y para un importador en un mismo país. Por eso cuando un ALC entra en vigor representa un cambio en el statu quo con diferentes efectos. Por ejemplo, suponemos que un acuerdo entre el país A y el país B entra en vigor.
Los efectos en el país A son, por un lado, la reducción de costes para los productores de A cuando exportan a B y la posible bajada de precios que favorece a consumidores e importadores de A que adquieren productos hechos a B. Pero de la otra, la ALC también puede comportar la pérdida de competitividad y cuota de mercado para los productores de A o de terceros países ante productos venidos de B que ya no tienen que asumir el coste del arancel.
En este artículo nos centramos en el primer grupo de efectos. Además de disminuir aranceles, la tendencia global en estos acuerdos de libre comercio es que sean cada vez más ambiciosos. Con la intención de crear mercados comunes entre dos o más países diversa legislación que repercuta el acceso a los mercados puede ser impactada. Temas como los estándares, la cooperación administrativa o la inversión extranjera pueden ser, entre otras muchas, materias dentro del ámbito de un ALC.
Espaguetis: oportunidades vs. normas a seguir
Cómo hemos dicho, que cada país negocie acuerdos con otros estados y que estos lo hagan a la vez con terceros genera a escala global el que algunos denominan el plato de espaguetis. Esto es una telaraña de acuerdos que dificultan su seguimiento y generan una complejidad añadida a los operadores.
Porque un importador o exportador se pueda beneficiar de una eliminación o reducción de aranceles hace falta que se cumplan ciertos requerimientos legales. Por ejemplo, el producto tiene que ser considerado "originario" de los territorios donde el ALC es aplicable y la producción tiene que cumplir ciertos requerimientos como por ejemplo tener un porcentaje mínimo de componentes locales.
Además, para evitar pagar aranceles a la aduana hace falta también cumplir los preceptos de certificación como tener que presentar un certificado o declaración de origen. Estas condiciones varían en cada acuerdo y en nuestro plato cada espagueti puede ser una oportunidad pero también un conjunto de normas a seguir.
Así pues, los ALC pueden ser una puerta para la internacionalización, puesto que dan ventajas significativas a la hora de importar y exportar con algunos países. Pero para sacar las ganancias hay que tener la preparación y herramientas adecuadas para cumplir con la legislación. Que aprovechen los espaguetis!