El enésimo reto del aeropuerto del Prat

29 de Enero de 2021
Òscar Oliver | VIA Empresa

Hace pocos días conocíamos los resultados del aeropuerto del Prat del año 2020. Cómo nos temíamos, las cifras han sido malas: en total, casi 13 millones de pasajeros y una caída superior al 75% respecto al ejercicio anterior. La pandemia que golpea fuertemente el país ha impactado en el funcionamiento del aeropuerto, transformando el 2020 en un año excepcionalmente negativo para la infraestructura catalana. No ha sido el único, pues el resto de aeropuertos de nuestro entorno han registrado resultados igualmente negativos.

La palabra clave, pero, es "excepcionalidad". La situación que vivimos hoy es fruto de unas circunstancias excepcionales, con la movilidad de las personas fuertemente condicionada por duras restricciones, pero al fin y al cabo con fecha de caducidad. En la medida que vencemos la batalla contra la Covid-19, y en este sentido la vaccinación es esencial, las restricciones a la movilidad podrán relajarse y la recuperación del aeropuerto resultará poco a poco un hecho. Se trata, en definitiva, de una cuestión de tiempo. Pero un tiempo que tenemos que saber aprovechar para hacer los deberes. Y de deberes tenemos.

Recuperar la oferta de rutas de largo radio es, con diferencia, el reto más importante que tenemos por adelantado. Apenas antes de la pandemia, El Prat crecía ininterrumpidamente en la creación de nuevas rutas intercontinentales. Por encima de la cuadragésima de destinos, el aeródromo barcelonés consolidaba su posición en el mundo y empezaba a construir con éxito una estrategia ganadora: transformarse en el aeropuerto de conexión entre los continentes asiático y americano, ser un puente entre las economías tecnológicas del Extremo Oriente y las naciones emergentes del nuevo mundo. Hoy en día, en lo más duro de la tercera oleada de la pandemia, esta vocación tiene que ser más vigente que nunca y hay que trabajar intensamente para convertirla en realidad. Pero las cosas no serán fáciles.

La reciente supresión de la base intercontinental de la compañía noruega Norwegian de Barcelona, con la eliminación de todos sus vuelos en el continente americano, ha sido un golpe muy duro para la vocación intercontinental del Prat. Por si esta circunstancia, por ella misma, no fuera suficiente, en fechas más recientes hemos conocido la finalización del proceso de compra de Air Europa por parte de la compañía española Iberia, siendo la compañía resultante la más importante del Estado. Y con una vocación que nos resulta familiar: transformar el aeropuerto de Madrid-Barajas en el principal aeropuerto español y hub de referencia hacia los mercados americano y asiático, es decir, oficializar la competencia directa con el aeropuerto barcelonés. De ahora en adelante, pues, habrá que ser conscientes de esta nueva circunstancia y será más importante que nunca redoblar los esfuerzos para recuperar rutas aéreas perdidas, captar nuevas compañías aéreas y asegurar, en último término, aquellas que ya operan en el aeropuerto.

Hay que hacer posible un esfuerzo sin precedentes de todas las instituciones catalanas para emprender una estrategia de recuperación del aeropuerto. El objetivo está claro: recuperar las rutas intercontinentales perdidas y crear algunas nuevas. Es el momento de atraer nuevas compañías aéreas internacionales y favorecer su implantación en Barcelona, pero también se abre ante nosotros una nueva oportunidad: transformar el binomio Vueling-LEVEL en una apuesta ganadora. Las dos compañías del grupo IAG, injustamente satanizadas durante mucho tiempo, resultan perfectamente complementarias y pueden otorgar al aeródromo catalán la posibilidad de seguir creciendo a escala intercontinental, aportando nuevas rutas especialmente hacia los continentes asiático y americano. Tenemos que ser capaces de seducir ambas compañías y establecer las bases para una colaboración de presente, pero sobre todo de futuro, con la vista puesta en el objetivo de construir un aeropuerto global.