Algunas empresas muy respetables, consiguen vender sus productos, en base de que el precio sea más bajo que el de la competencia. Esto se puede hacer cuando el producto es simple: si tú vas a comprar harina seguramente no te fijarás demasiado en la etiqueta y cogerás el de mejor precio.
Pero esto obliga a tener costes bajos, y en los países desarrollados cada vez es más difícil. Empresas como las nuestras tienen que encontrar otros elementos para ser competitivas internacionalmente: más calidad, mejor imagen, más innovación... A veces se olvida otro elemento: añadir más valor en el producto final.
Algunos ejemplos lo aclararán. Si un país tiene muchos bosques, es mejor que en vez de exportar madera, exporte muebles. Si un país te muchos fruteros, es mejor que en vez de exportar peras y naranjas, exporte confituras. Si un país tiene muchas vacas, es mejor que en vez de exportar leche, exporte quesos refinados.
Y si un país tiene muchos olivos, es mejor que en vez de exportar aceite, exporte marcas de calidad. Algunos de estos sectores – la uva sería otro ejemplo – ya lo están haciendo. Pero creo que hay, todavía queda mucho espacio para recorrer: transformar, añadir más valor, y crear marca.