El Barça significa mucho para mí. Es pasión, son recuerdos, es amor incondicional, es sentimiento de pertenencia de un modelo único, donde las socias y los socios somos los propietarios de nuestro estimado club.
Por eso, al hacerse públicas los datos económicos del ejercicio 2019-2020, me he dedicado junto con colegas y colaboradores financieros a dejar de banda la subjetividad del amor que siento por el Barça y lo he analizado cómo si fuera una de las compañías con las que trabajo. Mirándolo con perspectiva económica y de viabilidad y sostenibilidad empresarial.
Y es que cuando hablamos de modelo de gestión, lo tenemos que hacer desde la máxima distancia y objetividad posible. El análisis será el resultado de una manera de hacer las cosas, y aunque se tienen que tener en cuenta factor exógenos, lo más importante, es siempre plantear un modelo sostenible, viable y con previsión de posibles contingencias.
"Lo más importante, es siempre plantear un modelo sostenible, viable y con previsión de posibles contingencias"
El Barça, como cualquier otra institución con un presupuesto de casi 1.000 millones de euros anuales (este ejercicio estará alrededor de los 700 millones de euros), tiene que estar gestionado en base a estos principios y todavía con más vehemencia si cabe, puesto que el club pertenece a sus cerca de 150.000 socios. Esto es una cosa que los gestores del club tienen que tener muy presente a la hora de aplicar el modelo económico, con un claro énfasis en la protección patrimonial de la institución.
No es sólo un eslogan, el Barça es más que un club porque es de sus socios, no pertenece a ningún grupo inversor, ni mediático, y este hecho lo hace único. Aunque esto tenga sus dificultades intrínsecas a la hora de gestionarlo, estoy seguro que el Barça es mejor cuando es de todos.
La falta de modelo se traduce en falta de rigor y método en la aplicación de los buenos criterios de gobierno y gestión. Si no tengo un plan de acción, simplemente voy tirando dependiendo de mis necesidades. Esto pasó a partir del ejercicio 2017-2018, donde la marcha de Neymar provocó una reacción descontrolada en la acumulación de nueva deuda a corto plazo, para fichar jugadores en el primer equipo de fútbol.
Así, el Barça elevó en un primer momento la deuda en 300 millones de euros, llegando a la cifra de 600 millones de euros, y la temporada 2018-2019 esta deuda según el propio club se eleva un 48% más, hasta llegar a los 820 millones de euros. Está claro que la irrupción de la pandemia tiene un efecto directo en el aumento, pero no es la explicación: sin covid-19, la deuda se hubiera quedado en 770 millones de euros, lo que supone un incremento del 40%.
El Covid 19 sólo ha acelerado una situación que ya era grave en el aumento de la deuda, que se traduce precisamente en que el modelo económico no era ni sostenible ni viable. Además, la deuda a corto plazo se cifra en 500 millones de euros, vencimientos a un año, mientras que el fondo de maniobra es negativo por más de 400 millones de euros. Esto nos deja en una situación donde no se pueden afrontar los pagos a corto plazo, a proveedores ni empleados (como los jugadores del primer equipo de fútbol).
Lo más importante, llegados a esta situación, es intentar evitar un posible concurso de acreedores, poder negociar la deuda y las nóminas de los jugadores y en paralelo (y de la mano) estas medidas tienen que ir acompañadas de un giro de 180 grados en el modelo económico y de paso, en el modelo deportivo y social.
"Sin covid-19, la deuda se hubiera quedado en 770 millones de euros, lo que supone un incremento del 40%"
Los objetivos son racionalizar los salarios a un máximo del 50% del presupuesto anual del Club, conseguir flujos de ingresos que nos permitan pagar los aplazamientos (no olvidemos que el acuerdo con los jugadores significa que han hecho de "banco" al Club, difiriendo un cobro que sumarán a las fichas actuales).
Pero, sobre todo, volver a tener un proyecto viable y sostenible, basado en la protección del patrimonio del Club, que es en si mismo el actual modelo de propiedad. Y aunque ahora vengan momentos duros, esta reorganización si se aplica de forma estructural por el presente y por el futuro, permitirá conseguir una hoja de ruta basada en el talento, el esfuerzo y la proyección profesional que será ejemplo de gestión deportiva y económica y permitirá al Barça ser competitivo, con un modelo propio, que desafíe los llamados Club-Estado.